Descripción de la Exposición
Cada fotografía es un fragmento del vasto territorio del lamento, donde soy enviado por una voz distante y que me empuja a disparar casi en un estado de trance mediúmnico, ya que no hay posibilidad de una vuelta atrás. Quiero fijar cada instante protegido por el amuleto de mi cámara, la única que me evade de la realidad.
Sé que me entiendes, querido bisabuelo, y sabes que es difícil hablar de ello, por eso te escribo ahora. Me encuentro a menos de veinte grados bajo cero en el interior de unos almacenes abandonados en Belgrado, junto a la estación de trenes, rodeado de centenares de personas en la más absoluta miseria y cuya única riqueza es la solidaridad con la que conviven por mucho que el lado salvaje y oscuro intente romperla. También quiero que sepas que ya he dejado de preguntarme qué le ocurre a este mundo, ni tan siquiera me cuestiono por qué estoy aquí, y la verdad, tampoco tengo mucha confianza en que esto sirva para algo. Este apocalipsis no es nuevo, es una constante en la historia de la humanidad, pero siempre existe un escriba, un dibujante, un pintor o un fotoperiodista, para que actúe de siniestro notario.