Descripción de la Exposición
La frialdad y el aspecto impersonal del Arte Pop suponía un ataque directo contra las tradiciones del “arte elevado”, caracterizado por la expresión gestual y la libertad en la pincelada que habían preconizado los artistas del Expresionismo Abstracto de la generación anterior.
Las obras de esta exposición, a menudo ingeniosas o irónicas, pueden ser interpretadas como una celebración de la cultura popular, o como una mordaz crítica de la misma.
El compromiso del Solomon R. Guggenheim Museum con el Arte Pop comienza de forma muy temprana con la exposición Six Painters and the Object en 1963, que supuso la validación institucional del movimiento.
La muestra incluye la monumental obra de Claes Oldenburg y Coosje van Bruggen Volante suave, cuyo descomunal tamaño empequeñece en clave de humor el espacio museístico, al tiempo que subraya el papel del museo como sede, no solo de la cultura y la educación, sino también del ocio y el entretenimiento.
El Museo Guggenheim Bilbao presenta "Signos y objetos. Arte Pop de la Colección Guggenheim", una exposición patrocinada por BBK que pone de relieve el profundo compromiso de la Fundación Guggenheim con este movimiento artístico. Compuesta por 40 obras clave de los autores más representativos del Arte Pop, la muestra incluye también una selección de propuestas contemporáneas que amplían el legado del movimiento.
Animados por el dinamismo económico y el creciente consumismo de la sociedad estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial, autores como Roy Lichtenstein, Claes Oldenburg, James Rosenquist y Andy Warhol exploraron el lenguaje visual de la cultura popular —de donde procede la denominación de este movimiento— inspirándose en anuncios, revistas baratas, periódicos, vallas publicitarias, películas, cómics o escaparates. La frialdad y el aspecto impersonal del Arte Pop suponía un ataque directo contra las tradiciones del “arte elevado”, caracterizado por la expresión gestual y la libertad en la pincelada que habían preconizado los artistas del Expresionismo Abstracto de la generación anterior, como Jackson Pollock y Willem de Kooning. Las obras de esta exposición, que a menudo incluyen humor, ingenio e ironía, pueden ser interpretadas como una celebración sin ambages de la cultura popular, o como una mordaz crítica de la misma.
El movimiento pop tuvo su origen en Inglaterra finales de la década de 1950 y arraigó en EE. UU. tras recibir el apoyo de algunos críticos, como el escritor y curator británico Lawrence Alloway, que acuñó el término “Arte Pop” en 1958. El compromiso del Solomon R. Guggenheim Museum con el Pop comienza en los inicios de este movimiento. En concreto, la exposición de 1963 Six Painters and the Object, comisariada por Alloway, que había empezado a trabajar para el Museo dos años antes, supuso la validación institucional del movimiento en un momento crucial. Inicialmente Alloway había pensado titular esta histórica muestra Signs and Objects, la frase elegida para la presente exposición de piezas de las Colecciones Guggenheim.
En las décadas siguientes, el museo neoyorquino siguió organizando importantes análisis y exposiciones antológicas dedicadas monográficamente a muchos de los pioneros del Arte Pop, como Chryssa (1961), Jim Dine (1999), Richard Hamilton (1963), Roy Lichtenstein (1969 y 1994), Claes Oldenburg (1995), Robert Rauschenberg (1998) o James Rosenquist (2003), al tiempo que siguió construyendo una colección de ejemplos icónicos de este movimiento que se incluyen en esta presentación.
Signos
Incorporando el lenguaje visual de la cultura comercial y la publicidad, los artistas pop abordaron temas que el “arte elevado” consideraba como vulgares. Esa adopción de las formas populares se ha interpretado como una entusiasta afirmación de la cultura estadounidense y como un irreflexivo maridaje con lo “inferior”. A menudo se le atribuye a Richard Hamilton la fundación del Arte Pop. Hamilton pertenecía al Independent Group, que a principios y mediados de la década de 1950 en el Reino Unido apoyó las nuevas tecnologías y la cultura de masas como plataforma de producción de arte visual. Algunos ejemplos de su serie de relieves de fibra de vidrio del Museo Guggenheim de Nueva York, inspirados en una tarjeta postal del edificio, ya muestran la repetición y la reproducción de la imagen que se convertiría en la seña de identidad de los artistas pop.
Roy Lichtenstein pintaba sus lienzos con una simulación de los puntos de la trama de impresión en referencia directa a las técnicas comerciales empleadas en cómics y periódicos. Así creaba un “arte elevado” a partir de una forma popular de comunicación visual inspirada en la vida cotidiana. Por su parte, siguiendo su carrera como pintor de vallas publicitarias, James Rosenquist introdujo en su práctica artística numerosas técnicas y motivos procedentes de la industria de los grandes anuncios. Solía cortar y recombinar fragmentos de imágenes extraídas de anuncios, empleaba pintura comercial y trabajaba en formatos de grandes dimensiones.
La artista de origen griego Chryssa llegó a Nueva York a mediados de los años cincuenta y se inspiró en los rótulos luminosos de Times Square que, en su opinión, eran el paradigma de la modernidad y la imbricación de lo vulgar y lo poético en la cultura estadounidense. Y al igual que otros artistas pop, Andy Warhol utilizó como tema imágenes impresas recuperadas de periódicos, fotogramas publicitarios y anuncios, entre otras fuentes. Posteriormente adoptó como medio la serigrafía, una técnica de reproducción masiva.
El pop ha seguido siendo relevante durante generaciones desde la década de 1960. Así, la artista contemporánea Josephine Meckseper desafía tanto las interpretaciones convencionales de las imágenes familiares como los sistemas de difusión y exhibición a través de los cuales adquieren importancia. Al combinar elementos artísticos con objetos de consumo en esculturas que suelen adoptar la forma de vitrinas comerciales, establece una correlación directa con el modo en que nuestro consumismo incide en la producción cultural, dotando a menudo de un marco crítico a productos y elementos visuales corrientes. Por su parte, Douglas Gordon se involucra en la historia del Arte Pop imitando los autorretratos de Warhol y, en el caso de la obra que se expone en esta galería, apropiándose directamente del metraje original de la película Imperio (Empire, 1965) de Warhol durante una proyección que tuvo lugar en Berlín y redefiniéndola como su propia obra de arte contemporánea. Gordon reconoce tanto la predominante influencia de Warhol como su obsesiva preocupación por la cultura de la fama y los fans.
Objetos
Según Lawrence Alloway, los artistas del movimiento pop de la década de 1960 se inspiraron en la cultura popular, o “la red de comunicaciones y el entorno físico de la ciudad”, y sus planteamientos y obras de arte suelen denotar cierta ironía. Los artistas pop también se basaron en la historia del Dadaísmo en sus múltiples y variadas prácticas. Al igual que el Arte Pop, el Dadaísmo incorporó satíricamente objetos y actividades de la vida cotidiana como instrumentos de crítica social y estética.
Los ensamblajes y las pinturas de Robert Rauschenberg, precursor del Arte Pop estadounidense, incorporan objetos encontrados y materiales como cartón, plástico y chatarra, así como imágenes comunes plasmadas mediante técnicas de transferencia o procesos de serigrafía comercial. A principios de la década de 1960, Jim Dine y Claes Oldenburg formaron parte de un grupo de artistas que trasladaron las implicaciones gestuales y subjetivas de la pintura del Expresionismo Abstracto a performances conocidas como “happenings”. Estos eventos, que combinaban la danza, las artes visuales, la música y la poesía, iban desde la celebración de cenas falsas y ceremonias extravagantes hasta escaparates ficticios en los que se ofrecían objetos absurdos, que criticaban la entrega de la sociedad al consumo de masas. Posteriormente, Oldenburg creó esculturas y proyectos de grandes dimensiones (un ejemplo de los cuales se puede ver en otra sala de la exposición) en colaboración con Coosje van Bruggen, con quien contrajo matrimonio en 1977.
Fuera de Gran Bretaña y de EE. UU., algunos artistas —el alemán Sigmar Polke, el italiano Mimmo Rotella, la francesa Niki de Saint Phalle, o el colombiano Miguel Ángel Cárdenas— también exploraron un estilo relacionado con el Pop, que en otros países se conoce como realismo capitalista o Nouveau Réalisme, que cuestionaba convencionalismos estéticos tales como la supuesta originalidad del denominado “Arte con mayúscula”.
Artistas contemporáneos como José Dávila y Lucía Hierro ampliaron el legado del Pop a través de obras que critican la cultura consumista, incorporando referencias mexicanas y dominicanas que reflejan su propia herencia. Dávila alude a las esculturas apiladas del artista minimalista Donald Judd, así como a la utilización que hacen Rauschenberg y Warhol de cajas de cartón y embalajes comerciales para suscitar una turbadora reflexión sobre la manera en que se consumen las obras de arte. Por su parte, Hierro eleva la categoría de los objetos corrientes con su representación de exageradas dimensiones de cosas que se suelen encontrar en los mercadillos latinoamericanos, planteando cuestiones de identidad cultural, capitalismo y clase.
Volante suave
La exposición también cuenta con la monumental obra de Claes Oldenburg y Coosje van Bruggen Volante suave (Soft Shuttlecock, 1995), uno de los 40 proyectos de gran escala realizados por estos artistas en colaboración entre 1976 y 2009. Presente en la exposición inaugural del Museo Guggenheim Bilbao en 1997, los artistas habían creado Volante suave para la rotonda del Museo Guggenheim de Nueva York, obra de Frank Lloyd Wright. Al tiempo que planificaban esta exposición, Oldenburg y van Bruggen estaban desarrollando también un proyecto para el Nelson-Atkins Museum of Art en Kansas City, Misuri. En este se colocaron sobre el césped a ambos lados del edificio cuatro volantes de bádminton de plástico y aluminio, de cinco metros y medio de altura, como si el museo fuera una red de bádminton y los volantes hubieran caído al suelo durante un partido. Para la instalación en el Guggenheim de Nueva York los artistas utilizaron el mismo objeto —esta vez con materiales blandos— en una versión más burlona, cuyo descomunal tamaño empequeñece en clave de humor la imponente estructura del edificio, al tiempo que subraya el papel institucional del museo como sede, no solo de la cultura y la educación, sino también del ocio y el entretenimiento.