Desde que María Sanz de Sautuola descubriera los bisontes pintados en Altamira, la humanidad conectó con una espiritualidad olvidada y recuperó parte de su memoria ancestral. A través de las marcas, los signos, las pinturas dejadas en cuevas y en rocas, las manos pintadas con técnica de stencil, las inscripciones del Coliseo o los murales de Pompeya hasta nuestras contemporáneas firmas o tags, el ser humano ha dejado constancia de su paso por el mundo con millones de inscripciones, rayando y marcando el entorno, pintando y esculpiendo, obsesivamente. Como pintor curioso que soy, la historia del arte es un tema que me apasiona y quiero compartir algunas anécdotas que me han llamado la atención, me han inspirado o divertido, desde el paleolítico hasta el último cuadro secándose en mi taller, porque el gesto continúa realizándose desde que empezó, no se ha detenido nunca.