Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Ian Waelder (Madrid, 1993) propone una peculiar visión de lo cotidiano capturado a través de medios analógicos: carretes en blanco y negro, escaneados de negativos y un plótter de planos. Las fotografías, unas vez impresas, las manipula, plegando el papel hasta que desaparece su bidimensionalidad y consiguiendo así un volumen. [La imagen es ahora testigo de un asesinato, la aniquilación de todas las demás formas] Waelder se asoma al borde de lo indecible. La infinita reproducibilidad de la fotografía se convierte en una tridimensionalidad única, resultado de un proceso subjetivo que no se oculta, sino que deja sendos rastros de una manipulación experimental. La imagen registrada por la cámara hace amago de ocultarse entre los pliegues mientras que el artista da la espalda al público, complicándonos la visión. Con su trabajo pone continuamente a prueba la percepción, ahuyentando todo espejismo y aparente cercanía de la imagen. Un proceso de búsqueda poblado de caídas y heridas, un sin fin de vueltas y, aún más, de vueltas a empezar. Mirar, desplazarse y volver a mirar; Waelder observa con detenimiento la imagen fotográfica que ha realizado y luego pliega el papel. La fotografía se desprende de su bidimensionalidad, como si al verse ante una mirada, levantara sus ojos y se expandiera para acercarse al espectador. La inmediatez del consumo de imágenes fotográficas parece decaer, es decir, 'caer hacia abajo' del mismo modo que el papel de estas obras descansa sobre andamios de madera. 'Lo real nunca deja de quemar la imagen' escribe Didi-Huberman; el origen y la decadencia de toda imagen se alternan en un bailes de pliegues y contra-pliegues sobre un papel de tinta negra que aguarda espacios blancos. Se trata de un proceso que palpita y arde. Ian Waelder parece destruir y destripar sus fotos para hallar el alma de estas instantáneas suyas. Deja que explosione todo el potencial subjetivo de la mirada. [La tronera es un juguete de papel plegado de tal manera que, al sacudirlo con fuerza, por la parte recogida sale detonando.] Para lograr abrir los ojos es necesario aprender primeros a cerrarlos. No se ve nada a la primera. Vemos solo lo que reconocemos. La cercanía de lo cotidiano es una fantasía inocente. El fuego no tiene forma, mientras quema, agita las llamas. Ian Waelder estructura andamios para la percepción. Desplaza las fotografías en el espacio después de un hondo proceso de negación de la imagen. Transmite la experiencia de un aprendizaje experimental y decidido a seguir por el camino de lo invisible hacia una aparición irrepetible.
El proyecto que consta de un conjunto de obras en las que el artista, a partir de una base fotográfica, experimenta con las posibilidades del papel y la expansión de la imagen original a través del volumen.2013. Festival PalmaPhoto 2013.