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Texto escrito por el artista para el catálogo editado con motivo de la exposición:

Ha llegado el momento de destruir el arte: no nos detengamos a especular con lo que las obras representan, y detengámonos a pensar lo que las obras representan. Un valor especulativo, un símbolo de status, el falseamiento de una sociedad que exprime a los auténticos creadores y, que, en la mayoría de los casos vive a la sombra de otro, pues carece del interés de entrar en juego con el ... sistema, con las galerías, los museos, las salas de arte que les desactiva del sentido original para devolverlos como subproductos para el consumo. A los que no les interesa entrar en la rueda, la rueda los aplasta desconectándolos de cualquier indicio que pueda poner en peligro el sistema. La marginalidad vende más, la tragedia acrecienta la leyenda, pero la destrucción es el estado de creatividad completo porque todo lo iguala. Aquello que es destruido ya no “vale”; la merma de una pieza devalúa su valor especulativo, la tara convierte la obra en residuo. Pintar es una forma ortodoxa de obrar, destruir es una labor mucho más creativa. Destruir para rehacer, transformar deshaciendo y transfigurando la imagen, y esa apariencia física es la que se utiliza para acceder a estamentos superiores.

En los periodos de paz, cuando todo funciona y hay trabajo para todos, la sociedad vive dormida, anestesiada por el estado protector y sin embargo en los de lucha, en guerra o épocas revolucionarias el arte es destruido, se derrumban las estatuas de los viejos dictadores, las obras de arte representan la cara de los opresores, del enemigo y de las injusticias recibidas, pero no debemos tener miedo de destruir; si no destruimos nunca, nada cambiará y el arte debe renovarse; son necesarias nuevas definiciones de la palabra Arte, es necesario otra palabra que sustituya a esta. El arte es la instrumentalización de la cultura; un Ente que se alimenta retroactivamente con plena autonomía al margen de la opinión general del pueblo. Las clases altas son las que mayoritariamente acceden al poder, y su primer deber es el de preservar el patrimonio cultural del país.

La obra que se expone también es el reflejo de un mundo vacío, la destrucción del Arte es la metáfora de la destrucción del mundo, aquello que destruimos y de lo que nos alimentamos es también algo a lo que no le concedemos derechos. Preservemos la naturaleza, destruyamos el arte. Con todo, el gran logro de esta exposición radica en entender una obviedad que siempre el espectador pasa por alto, y es que los cuadros son primero objetos y después imágenes. Detrás de la tela aparece el bastidor, las fisuras en la tela producen un efecto extraño; las piezas parecen humanizadas, la imagen visual pasa a un segundo término convirtiendo su objetualidad en cualidad más relevante. Las obras son objetos con volumen que se pueden poseer, tocar, acariciar y hasta romper.