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Sharon Yamamoto

Exposición / Dasto / San Bernabé, 15 / Oviedo, Asturias, España
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Cuándo:
04 jul de 2008 - 24 jul de 2008

Organizada por:
Dasto

Artistas participantes:
Sharon Yamamoto
Etiquetas
Pintura  Pintura en Asturias 

       


Descripción de la Exposición

Óleo sobre lienzo

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Inminente ya la fecha en que se cumplirán los diez años de singladura de la Galería Dasto, se ha querido, a modo de proemio, anticipar la celebración de la efemérides con la presentación de obras de la artista nipona Sharon Hisaye Yamamoto. Se trata delibera­damente de responder así a la pretensión de ofrecer un lenguaje plástico que, sin renunciar a la especificidad e impronta propias de su virtuosismo, aglutine claves, tanto temáticas como estilísticas, capaces de procurar una fórmula de amplio espectro respecto al público que se ha mantenido fiel a esta sala expositiva. Tras la muestra colectiva de pintores asturianos que durante el período estival ha albergado la misma, resolverse ahora por la exhibición de un autor autóctono correría sin duda el riesgo de ser interpretado como gesto discri­minatorio, referido tanto al resto de los artistas de nuestra región, como a la sensibilidad y preferencias de quienes con asiduidad han venido visitando el vetusto inmueble de San Vicente, tras las sedes habidas consecutivamente en las ovetenses calles Asturias, Cer­vantes y La Tenderina Alta, en donde el ver, sentir y pensar ante la obra de arte confirman, con dilatada experiencia, a extraordinaria diversidad perceptiva de los espectadores de hoy en día.

Con Sharon Yamamoto, residente desde hace casi cuarenta años en Londres, nacida en 1948 en Chicago (Illinois) y vástago en tercera generación de una familia japonesa-americana, como gusta de relatar en su propia presentación, creemos dar cumplida satisfac­ción al designio declarado de universalizar esa "obra de arte", que invocamos, en tanto que portadora de valores asumibles y extrapo­lables con proyección general, al margen de estrecheces temporal-espaciales o localismos degradados en exceso por la raigambre chauvinista o, incluso, patológicamente solipsista.

Y es que Yamamoto supone la vívida encarnación, sobre todo, de un sorprendente sincretismo cultural. A las refinadas maneras de ejecutar las estampas pictóricas, cuya tradición japonesa se asocia inevitablemente en nosotros a las representaciones en delica­dos papeles de seda, y sin oponerse a la esencia de tal bagaje milenario, de la que ella es inconfundible heredera, logra incorporar las formas occidentales en que, fuera del ámbito de su hogar o junto con él, ha crecido en su niñez y juventud esta romántica creadora.

La pintura de Yamamoto emana y se recrea en las imponderables excelencias de un credo, que sin posible cuestionamiento es religión, de gratificante fundamento antropo­centrista, en el que la figura de la mujer sub­yuga como elemento protagónico, unida su pletórica feminidad al gozoso, sereno e incom­parable destino de la maternidad. Se afirma así la fe inquebrantable en los valores humanos, dotandolos de fuerza vital arrolladora que, sin embargo, eluden radicalmente cualquier tipo de concesiones a presencias trágicas. Hay alusión directa incluso a episodios bíblicos, como en Jacob o en La tierra prometida, pero convirtiéndolos mediante el pincel en imágenes de Arcadia feliz, sin la patética iconografía del Cristo crucificado. La magnitud de tales con-vicciones justifica el portentoso formato de las obras, realzando de esta suerte la dimensión y el grado de los componentes vitalistas en que anida el pensamiento de Sharon y su actitud ante la existencia. Su experiencia como muralista le acredita la incorporación de sus más preciados trabajos en los interiores del Palladio para el Sultán de Brunei y Harrods, en Londres, o en las entidades Mr. & Mrs. Peter Freymuth y Rafany Alkhallfa, en Weston y Miami (Florida), respectivamente. La desnu­dez que advertimos de las formas femeninas pudiera hacerse de pleno extensible a cualquier órbita geográfica, étnica, ideológica o religiosa de nuestro mundo actual. A nadie pueden resultarle hirientes o pornográficas, ni tan siquiera eróticas, pero sí encendidamente amorosas. Son, por el contrario, candorosas, edénicas, hermanándose con el entorno pai­sajista, que en todo momento, de un modo u otro, se revela en los lienzos. Junto con la mujer, que es tanto como decir, fundamentalmente, junto con la madre, el niño que, respon­diendo a esa afirmación vital a que nos referi­mos, se perfila siempre con las proporciones de la robustez. Tras lo que pudieran, dejándo­nos llevar del alegre impacto visual, sugerirnos sus obras, es decir, una inconfundible serie de composiciones ingenuistas, el afán por subrayar valores trascendentes y la apuesta por la especie humana en armonía con la naturaleza y el cosmos divino hace anclaje, con fortuna, en nosotros de manera recurrente. Yamamoto es así una gran paradoja de su propio tiempo. El existencialismo -tan solo mitigado allende el Atlántico por el pragmatismo americano- que invadió la Europa de la pos-guerra como un torrente de anonadamiento y colmada frustración se volvió en ella del revés, a pesar de haber sido, precisamente, el mile­nario Japón de sus orígenes pasto de las deflagraciones atómicas de Hiroshima y Naga­saki. Sin duda, repeliendo toda posible nota de pusilanimidad, Yamamoto invitará a los más avisados a advertir variaciones y croma­tismos chagallianos, sugerencias de redondez un tanto inacabada y un tanto a lo Botero, pero también, aunque con probabilidad a ella en principio le sean ajenas o ignoradas, reminis­cencias de María Antonia Dans y rostros sutilmente orientalizados, a lo Joaquim Sunyer. Asimismo Paul Gauguin se nos deparará re-cordado con tierna hospitalidad.

Proclive a reseñar el profundo significado de cada uno de sus cuadros, brindándonos las delicias de sus personales comentarios, nada mejor tal vez que reproducir, en el con-texto de las referencias que apuntamos, el que dedica al titulado A true story, al procla­marnos que "somos los autores de nuestras vidas aunque conscientemente lo sepamos o no". Su incondicional confianza en el género humano le lleva a decir en A gentle tug (Un suave estirón) que "es tentador descansar en el material confort, pero la vida es mejor cuando estamos despiertos para nuestro auténtico potencial".

Con tan enérgica convicción, Sharon Hisaye Yamamoto realiza su primera exposi­ción en España, país que ya ha acogido en colecciones privadas algunas de sus obras, junto con Inglaterra, Estados Unidos, Italia, Bélgica y los Países Bajos. En Inglaterra y Estados Unidos diversas instituciones, espe­cialmente en Londres y en el estado de Florida, cuentan en su patrimonio con producciones debidas a su autoría. Su relación, por otra parte, con la docencia está avalada por sus inusuales conocimientos de Historia del Arte y de las técnicas pictóricas y cerámicas (Queen's College, Air Travel Advisory Bureau, Londres, Winston Academy, Miami), habiendo llevado a cabo innumerables exposiciones individuales y colectivas en el ámbito internacional.


Imágenes de la Exposición
óleo/lienzo

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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