Hace años que queríamos acercarnos a Pamplona y realizar un reportaje de los 'sanfermines'. Y lo que teníamos claro era que queríamos hacerlo conjuntamente, con el mismo material técnico y que, junto a la visión individual de cada uno, fuera un trabajo a cuatro manos y dos cámaras. También teníamos claro que queríamos enfocarnos en un solo aspecto de todos los que te ofrece este apasionante evento, tan famoso, tan controvertido, y era el de cómo vive la gente esta locura colectiva de alcohol, risas, baile y absoluta y contagiosa diversión. Excesos que queríamos plasmar en fotografías y dejar que la luz nos regalara momentos de vida en un fin de semana de San Fermín. Elegimos una cámara que se adaptaba, por diferentes aspectos, a nuestras necesidades para este fin: una sencilla, manejable e imprevista 'lomo'. Esta cámara, además de permitirte una soltura impresionante por su tamaño, ... tiene un aspecto imprescindible que queríamos incluir en el reportaje fotográfico: el azar. Queríamos que, además de visualizar la escena y elegir el encuadre y posición, nos diera ese punto de azar que se genera entre dos disparos de flash (llevábamos uno adicional con sus filtros de color) y que nos permitiera, también, realizar las fotos con ese flujo de continuas actividades que surgen espontáneamente en cada calle, plaza, bar o rincón: esa sensación de continuo movimiento. Movimiento lleno de colores, de luces y de sombras que nos permitieron plasmar, en muchas de las fotografías, ese estado colectivo de almas alegres: las fotos dan la sensación de que están tan borrachas como sus protagonistas. Como protagonista es, en esta fiesta, el color. Domina el rojo: de sangre, de vino; domina el blanco: de luz, de vestimenta casi obligatoria. Y el negro de la noche se cierne durante todos los días de fiesta: negro de sombras, negro de muerte. San Fermín no deja indiferente y esperamos que estas fotos tampoco.