Descripción de la Exposición
El Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) presenta una nueva lectura de la obra de Julio González a partir de unas 250 obras procedentes de la Colección del IVAM. La exposición propone una visión continua de su trabajo a través de unos temas que, provenientes de la academia, atraviesan toda su obra: desde el desnudo femenino, tema académico por excelencia, que González desarrolla en todos sus aspectos, hasta la maternidad, que culmina en la escultura Montserrat del Pabellón de la República española de 1937. Además de dibujos, pinturas, joyas o esculturas de la colección del IVAM, la exposición incluye una gran cantidad de manuscritos, cartas, documentos y fotografías que no sólo complementan o contextualizan su obra, sino que forman parte esencial de ella.
El punto de partida de la obra de Julio González es, en apariencia, doblemente tradicional: por un lado, porque su origen está en un taller artesano, la metalistería paterna, y, por otro, porque frente a este destino su voluntad es ser artista, en el sentido idealizado que el fin de siglo da a esa palabra. El punto de llegada, en cambio, es la obra extraordinaria de un escultor que ha vencido a aquella «tiranía», haciendo del oficio y del hierro, precisamente, la condición y el material recobrados de una obra drásticamente nueva, protagonista indiscutible de las grandes transformaciones experimentadas por el arte en la época de las vanguardias.
Durante años Julio González vive una lucha agónica contra su doble destino de artesano y de artista, de modo que, en ella, en lugar de evolución hay simultaneidad, y en lugar de camino, encrucijada. Por un lado, su voluntad de arte supone, sin paradoja, vencer al oficio con el oficio y al hierro con el hierro; por otro, los temas tratados por González desde el inicio de su carrera, todos ellos tradicionales —desde el desnudo académico hasta la maternidad, pasando por los asuntos costumbristas o por la afición moderna a las máscaras— son, también, los de su última etapa, que se debate en nuevas simultaneidades, las que se dan entre una necesidad formal de abstracción, exigida por el arte, y una demanda social de realismo, exigida por la historia.
Ser artista. Julio González en la colección del IVAM se organiza alrededor de estas simultaneidades y en estas encrucijadas tratando de mostrar un González que se rebela contra la tradición artesana de su familia, que hace de eso una de las líneas de fuerza y, también, una de las contradicciones irresolubles de toda su vida y obra, y que, perfecta y conscientemente anclado en su época, vive el tiempo de las vanguardias como uno de sus mayores protagonistas.
SALA 1
Autorretratos
A través del autorretrato el artista se muestra tal como quiere que lo veamos, o, por decirlo de otro modo, modela lo que tiene que ser su personalidad pública, casi siempre asociada a su oficio a través de sus idealizados «estigmas»: la paleta y el pincel, la tela, el taller de fondo... En los de Julio González aquí expuestos, sin embargo, ninguna señal nos haría pensar que el retratado fuera un artista. Lo que vemos en ellos es, más bien, una expresión dura que conduce, ya en los años 1940, directamente a la máscara, como si de lo que se tratara fuese, justamente, de resguardar la personalidad, más que de exhibirla. Esa dureza contrasta sea con la humanidad que surge de sus imágenes fotográficas, realizadas en diferentes momentos de su vida, sea con la actitud del pensieroso que se adivina en el retrato que, en una de sus hojas de apuntes, le hizo Picasso al vuelo en 1905.
Academias
Por «academia» se entiende un ejercicio típico de la enseñanza artística tradicional que consiste en el estudio de un modelo, no para integrarlo en una composición mayor, sino como parte del aprendizaje o del entrenamiento del artista. En el siglo XIX, la «academia» se convierte en un motivo en sí mismo de la pintura o de la escultura, sobre todo a través del tema, omnipresente en los salones de arte de la época, del desnudo femenino en todas sus posturas: de pie, echado, sentado... La obra de Julio González está atravesada de principio a fin por estas academias, sea en su trabajo más comercial —medallas, planchas repujadas, pequeñas esculturas—, sea en sus pinturas, sea, en fin, en sus esculturas en hierro, incluso las más radicalmente abstractas, que no renuncian a la complejísima dialéctica de lo nuevo y lo viejo, sino que, bien al contrario, la exhiben en toda su violencia.
SALA 2
Orfebrería y arte comercial
El modus vivendi de Julio González durante mucho tiempo, hasta bien entrada la década de 1930, fue la orfebrería y la producción de pequeñas esculturas o de planchas repujadas de diferentes materiales —plata, cobre, hierro...—, que comercializaba entre su círculo de amigos y clientes, a través de algunos marchantes y galerías o, incluso, a través de una tienda que tuvo abierta durante un tiempo en el parisino Boulevard Raspail. Él siempre consideró este aspecto de su trabajo como una obligación que le impedía el desarrollo de su auténtica vocación, la de pintor, y quienes lo conocieron afirmaron que, en sus últimos años, se había convertido en un tema tabú. Sin embargo, desde nuestra perspectiva, no sólo esa producción de orfebre tiene un interés por ella misma, sino que en sus pequeñas esculturas y en esas planchas, repujadas primero y recortadas y soldadas después, se encuentran in nuce muchos de los principios formales y técnicos que serán determinantes en la obra escultórica más radical de sus últimos años.
Bustos, cabezas, máscaras
Desde la antigüedad y, sobre todo, desde su restauración en el Renacimiento, el retrato toma por excelencia la forma del busto, mostrando del retratado la cabeza y la parte superior del tronco. Su prestigio viene de su asociación con los personajes ilustres que representa, aunque en el siglo XIX se independiza como tipología escultórica autónoma, especialmente asociada con la idea de lo clásico. Sea en sus dibujos, pinturas o esculturas, sea en sus medallas y planchas repujadas o recortadas y soldadas, el busto, en este sentido tradicional, aparece a lo largo de toda la obra de Julio González. A partir de él, sin embargo, se operan dos transformaciones que conducirán a nuevos resultados: una es su reducción a la cabeza sola, de hierro o de piedra, dispuesta en horizontal sobre un plano, inestable, oscilante; la otra es una reducción aún ulterior: la de la cabeza en rostro y, de ahí, en máscara. Preferentemente en plancha de hierro recortado y soldado, a partir de 1928 la máscara se erige en motivo de la experimentación más radical.
SALA 3
Metamorfosis
Desde la antigüedad, el arte occidental se entendió como imitatio naturae, como imitación de la naturaleza. Por eso, el tema de las metamorfosis, según el ejemplo clásico del poema de Ovidio, se convirtió en uno de los grandes desafíos para los artistas: imitar la naturaleza, sí, pero una naturaleza siempre en transformación y que deriva hacia lo monstruoso. Dafne, la ninfa que se transformó en laurel para librarse de Apolo, constituye el tema de algunas de las más famosas metamorfosis en escultura —baste pensar en el Apolo y Dafne de Bernini— y es el título escogido por Julio González, en 1937, para una de sus grandes obras en hierro. Pero el desafío formal y conceptual de la metamorfosis puede rastrearse en dibujos, relieves y otras esculturas, anteriores o posteriores a Dafne, en las que subyace la figura cambiante de la mujer-árbol, un tema típico del simbolismo, heredado por las vanguardias. Al final de la guerra de España, y ante la derrota de la República, una nueva metamorfosis hace su aparición: la del hombre-cactus, sin referencias literarias, irónico, armado, exasperado.
SALA 4
La mujer ante el espejo
Estamos, de nuevo, ante un tema tradicional: por un lado, desde la antigüedad clásica, la mujer ante el espejo ha sido un modo característico de representar la vanitas, es decir, el sentimiento de la fugacidad de la juventud y la belleza frente al poder de la decadencia y la muerte; por otro, con intenciones bastante menos trascendentes, la academia había hecho de la mujer con espejo una de sus variantes del desnudo femenino, junto con otras como la mujer peinándose, la mujer aseándose, etc. Desde sus primeras esculturas, pasando por sus bocetos, dibujos y pinturas, y hasta llegar a sus relieves y planchas de hierro, estos temas atraviesan toda la obra de Julio González. Femme au miroir, de 1937, representa, más que su culminación, su desbordamiento: en plena guerra de España, su espejo compite con la hoz auténtica que ha sustituido a uno de sus brazos, en aquel instante símbolo ubicuo —baste pensar en la contemporánea La Montserrat— de la lucha antifascista.
SALA 5
La Montserrat
La maternidad es un tema presente en toda la obra de Julio González, e incluso podríamos decir que es el motivo más veces tratado en ella. En la década de 1910 se presenta bajo el signo del sentimentalismo miserabilista en que habían derivado el simbolismo y la bohemia; en los veinte, como maternidad campesina, nueva Ceres, joven y fuerte, emblema de una fertilidad que la ideología del «regreso al orden» identifica con la tierra—patria reconstruida después de la guerra, y al final de esa década e inicios de la siguiente, como motivo costumbrista adaptado a la producción más comercial de repujados y planchas recortadas. La Montserrat viene de esa larga y cambiante genealogía, pero no es su culminación, sino, en todos los sentidos, técnicos, formales e ideológicos, su superación definitiva. Para nada sentimental, en absoluto sometida, sino todo lo contrario: erguida, con la cabeza levantada y los ojos mirando al frente, sosteniendo a su criatura como una coraza, armada con una hoz, firmemente apoyados los pies en el suelo, esta es la mujer revolucionaria, dueña de sí misma. A partir de 1939, tras la derrota de la República, la misma Montserrat se mesará los cabellos, alzará los brazos, se arrancará los ojos, gritará...: ninguna resignación ante la negrura de los tiempos. Esta es la figura con la que Julio González, sin duda, se identifica por fin como artista, dueño también de sus destinos.
Exposición. 27 oct de 2022 - 18 ene de 2026 / Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) / Valencia, España
Premio. 13 mar de 2025 - 27 abr de 2025 / Madrid, España
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Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España