Descripción de la Exposición Nombrar a César Montaña (Vegadeo, 1928) es pensar en lenguaje escultórico. César Montaña, uno de los escultores asturianos más importantes de la segunda mitad del siglo XX, realizó una escultura que transpira energía, fuerza y sensibilidad. De los muchos temas que plasmó en el espacio, nosotros hemos querido traer a este lugar tan especial uno que significó mucho en su vida: la Música. César nació con ella. Su madre y sus tías fueron quienes le iniciaron en este arte y, aunque no se dedicó a él siempre estuvo presente en su trayectoria artística. La música le sirvió de fuente de inspiración para configurar en el espacio toda una serie de elementos formales susceptibles de expresar las sugerencias escultóricas de la música. En la creación de sus figuras musicales, no solo desarrolla estos conceptos, sino que humaniza la música al establecer una relación muy estrecha entre el músico y el instrumento, una conexión que, en alguna de sus piezas, como ocurre en Apolo, parece producirse un cortejo amoroso. El músico alude al hombre con su trabajo y su fantasía, y el instrumento se identifica con la mujer a modo de caja de resonancia que se transfigura en música fecunda, como señalaba el artista. Son obras poéticas y al mismo tiempo muy racionales cuyo único componente emocional son las manos que adquieren una importancia singular en el conjunto escultórico al expresar toda la fuerza y vida que hay en ellas. Y junto a la Música, también la Danza, otra modalidad plástica sumamente sugerente para interpretar en el espacio la cadencia, el ritmo, la simultaneidad y el movimiento, todo ello encarnado, bien sola o en pareja, en la figura de la mujer. La alegría y sensualidad que desprenden estas obras, donde la mujer vuelve a ser una vez más protagonista con su danza, son de una vitalidad arrolladora. En realidad no era la representación de la figura lo único que le interesaba plasmar, sino sobre todo el concepto de cómo ésta habita un medio, una atmósfera y de alguna manera lo define, se apropia del espacio y lo invade. El escultor, gran conocedor de las posibilidades de expresión de los materiales, eligió el bronce y la madera como materia definitiva para sus obras. El bronce, a pesar de ser un material frío, le permitía ser fiel al original creado en escayola, cera, barro o cualquier otro soporte, enfatizando las texturas y favoreciendo la supremacía del volumen. Por el contrario, la madera, le proporcionaba a sus originales unas resonancias expresivas difíciles de obtener con otros materiales. Esta pequeña muestra es solo un ejemplo de la calidad artística de la obra de César Montaña, una obra que definiríamos como vital, humana y altamente esperanzadora, valores que desarrolló a lo largo de toda su vida profesional.