Descripción de la Exposición
May Herman. Semiótica del papel.
Palabras/enigmas. ¿Qué? Se preguntan los papeles de May Herman. La interrogación se revela de su fragilidad fabricada para interpelar con enigmática contundencia. Rastreamos otros trazos ensimismados de escritura en pequeños fragmentos de papel, de líneas escritas a mano con la delicadeza de quien no desea herir el soporte ni desvelar pensamientos. Solo visibles para la mirada escrutadora. Sutiles misivas que reclaman el paso detenido. Solo para invocar la naturaleza diversa de la creación. Únicamente para sugerir que sus caminos nos harán deambular. Y susurra. Queda mucho por escribir…
Papeles/encuentros. Sin embargo, sus composiciones no necesitan palabras para expresarse. El método de trabajo delata que es el proceso creativo el que va marcando las pautas. La autora trabaja sin planteamientos previos, armando formas en el devenir de la propia labor. Los encuentros con el material resultan elocuentes y decisivos en el proceso. Herman se deja seducir, guarda y mima cada lámina, cada retazo, cualquier fragmento. Recorta, reutiliza, rasga, pega, encara, superpone, trenza y teje —utiliza también telas y encajes— las diferentes calidades, procedencias —reutiliza grabados y plásticos—, texturas, tonos, densidades, transparencias y resistencias. Como la directora de orquesta o la coreógrafa conoce y respeta las naturalezas singulares, las hace brillar y deja que sus potencialidades afloren, para luego incitarlas a dialogar. Entonces ocurre la magia de la poética de sus mundos de papel.
Formas/signos. No es difícil imaginar a la artista absorta en una labor paciente, de gran pulcritud, sutil y preciosista, y, al mismo tiempo, decidida, valerosa, casi dolorosa. Construir un universo pleno de lirismo supone estar alerta. Y con ello las ideas surgen y encuentran morada, se encarnan, se “reconocen”. Las formas se convierten en signos de una grafía particular con alcance colectivo. Las composiciones abstractas ordenan un aparente caos, sujetas en cuadrículas o trenzados; los perfiles ondulados o redondeados excavan oquedades de profundidad insondable o simulan organismos y paisajes corporales íntimos; en otras ocasiones, las intervenciones dejan huellas de marcas e incisiones que figuran heridas. En este sentido, resulta significativa su formación disciplinar diversa, en psicología y bellas artes, así como el desempeño de una labor pionera como psicóloga en el Centro Asesor de la Mujer. Al final, todo el recorrido vital encuentra su acomodo y la línea de los tiempos se difumina haciéndose presente. Estas cartografías explícitas o referenciales del cuerpo y de la psique de las mujeres ahondan en aspectos culturales y biológicos ineludibles y abordan cuestiones básicas de las agendas feministas. Bajo la apariencia de una estética depurada y limpia se puede esconder abyección y oscuridad. Un arma de doble filo que las mujeres conocen y padecen. Esas capas de formas significantes aluden conscientemente a la disparidad por género, a los cruces de roles asociados y a los caracteres vinculados a la construcción de la feminidad y, también, conjugan referencias a la violencia y la opresión, la depresión, el acoso o la violación.
Compromiso/placer. Hablamos de las artes, mientras disfrutamos de las confidencias, de las risas y de los intereses compartidos. No resulta contradictorio. El placer sentido se contagia porque el compromiso de May Herman también lo es con la creación artística y pasa por el disfrute. La artista se inscribe en una genealogía que ha desbordado las jerarquías de los soportes, de los géneros y de las categorías de las labores artísticas realizadas, tradicionalmente, por mujeres. La historiografía feminista ha reforzado esta subversión fundamental. Por ello Herman, mujer, artista/artesana, mediadora y experimentadora, concibe su obra en la necesidad de la revelación sin renunciar al goce. Resulta sugerente pensar en la artista cultivando los sentidos cuando trabaja, desplazándose suavemente por las superficies lisas o rugosas, recorriendo las líneas rectas para abordar los relieves y sucumbir a los huecos. La laboriosidad de sus manos debió extraer sonidos de los papeles manipulados, a pesar del cuidado exquisito. La pulcritud y elegancia de los tonos de blancos inundan la pupila, y se interrumpen con manchas rojizas como flores de sangre, o una fina pero incisiva línea negra. Sin placer no hay creación. Quizás el dolor se pueda conjurar.
Belén Ruiz Garrido
Universidad de Málaga. Instituto Universitario de Investigación de Género e Igualdad (IGIUMA). Proyecto I+D Desnortadas