Descripción de la Exposición Qué dulce es la vida dentro del vientre materno y en esos primeros instantes en los que salimos al mundo y nos relacionamos con él. Todo cuanto nos rodea despierta nuestro más profundo interés, y cualquier ínfima cosa que entre en contacto con nosotros, es capaz de arrancarnos la más sincera de las sonrisas. Todo es y dialoga en armonía, ya que no hay razón, simplemente sentimos, nos emocionamos, y el escalofrío recorre continuamente nuestro cuerpo, avivando la llama que ilumina la esencia de lo que somos, nuestra búsqueda vital, y lo que nos conforma como seres vivos. Crecemos, sentimos, pensamos, actuamos...; estas son cuestiones intrínsecas a nosotros y nos acompañan día tras día, junto con el desarrollo de nuestras vivencias, dentro de un marco de construcciones, obligaciones sociales y culturales, heredadas tras el recorrido dibujado de siglos historia. Nuestra llama interior se va apagando, permaneciendo yerma y latente en nuestro interior, esperando a ser percibida o fecundada, como si de una semilla se tratara, en algún momento de nuestra existencia. Y en este punto, es justamente la muestra Semilla de animal humano, de Estela López de Frutos, un toque de atención que trata de avivarla, presentándose como una pregunta personal, y al mismo tiempo universal, acerca de nuestra condición humana. Hemos pasado de vivir valorando y cuidando lo natural, a devorarlo, a habitar dominados por el continuo y frenético avance de la ciencia y de la tecnología, dando prioridad a estos últimos, y junto a ellos al exceso de información y consumo. Lo orgánico y la falibilidad ya prácticamente no tienen cabida en nuestro entorno, y Estela de Frutos los resalta invitando al espectador, por medio de sus obras, al despertar de su conciencia. Hemos vivido durante años anestesiados, haciéndolo por encima de nuestras posibilidades, arrasando con la vida y guiados por la inercia de un sistema aterrador y totalmente insostenible. Nuestras sociedades han crecido construyéndose sobre verdaderos castillos de naipes que se desmoronan continuamente ante nuestros ojos y nos conducen directamente a la 'ruina' sin intentar poner freno. Estela resalta el valor de lo natural por medio de las piezas que forman parte de esta exposición, y así como nos cuestiona lo que somos, nos ofrece al mismo tiempo una posible respuesta, invitándonos a que despertemos nuestro 'saber' y ofreciéndonos la muestra como una posible búsqueda interior, como un toque de atención o elemento de cambio que nos ayude a replantearnos nuestra posición y conocimiento. 'En nosotros habita la semilla de la conciencia, depende de cada cual desarrollarla o no', señala la artista madrileña. Y es partiendo de la metáfora de la semilla, que De Frutos construye en esta ocasión su universo simbólico. En él convergen lo físico y lo espiritual por medio de un solo elemento, el cuerpo. Este está presente en todas sus creaciones y lo presenta inspirada en la concepción del filósofo y escritor español Jorge Riechmann, acerca de la incómoda condición humana como 'criaturas de la frontera'. A partir de esta idea su obra propone seres híbridos a medio camino entre lo animal, lo vegetal y lo humano. Es por lo tanto la semilla, y más específicamente la voladora, que es con la que Estela trabaja, el germen en el que se encuentra el poder del cambio; y podríamos decir, que es la principal protagonista de esta exposición. La fragmentación, el gesto, la intuición y un desgarro más alentador, más sutil y delicado que en sus anteriores muestras; están presentes en la serie de obras que dan forma a esta selección. En este conjunto de obra multidiciplinar nos podemos encontrar desde collage, dibujo y pintura, pasando por la fotografía y la escultura, hasta llegar a la instalación y la video-proyección. Ambas piezas dialogan entre sí y se apoderan del espacio de la galería compostelana A.dFuga, de una forma agridulce y poética, invitando con su particular recorrido descrito por la presencia y ausencia de luz en el espacio, a que el espectador las descubra. Y es que la sensación de cuidado que en todas su obras se respira, hace que lo que nos resulta desconcertante y oscuro, se vuelva cercano y luminoso, y todo ello de una forma amable, resaltando por encima de todo sus valores positivos. En este sentido me gustaría resaltar una de las obras que creo que es fundamental y la clave de esta muestra, 'Un nuevo vuelo', obra a medio camino entre la escultura y el dibujo en la que pequeños cuerpos de pájaros, pichones caídos del nido ya inertes, son atesorados por sus manos y parecen recobrar la vida mediante el trazo del lápiz que sobre el papel se postra, permitiendo que puedan volar sin haberlo hecho en vida. Y es que 'No hay nada más triste que haber nacido pájaro y no haber llegado nunca a conocer el vuelo', indica su creadora. Metáfora ejemplificadora de la relación vital que la joven artista resalta, entre la vida animal y la humana, y que nos hace recordar cual es nuestra posición en el mundo. Y es que es no hay más triste que haber nacido hombre y no tener conciencia de lo que es humano en si. Símil totalmente clarificador de cual es el modo en el que vivimos dentro de sociedades dirigidas y dominadas por el estrés. ¿Somos seres vivos con puntos de conexión? ¿Realmente podemos obviar este hecho? Quizás hay algo en nosotros superior a lo racional, y así como podemos ver que esto se desmorona continuamente, lo instintivo también lo hace, provocando huellas todavía más profundas en nosotros. No obstante hay algo indefinible que le pertenece, que perdura en nuestro germen, el cual ¿no deberíamos de cuidar para que rebrote y nos permita vivir de una forma verdaderamente más humana? Hemos de aprender a escucharlo, a quedarnos en silencio sin que sea la mente la que nos dirija. Y es que en la actualidad ya no queda espacio para el silencio, ¿o si? ¿Somos realmente capaces de escucharnos? Hagámoslo y veremos que es lo que sucede.
Exposición. 31 oct de 2024 - 09 feb de 2025 / Artium - Centro Museo Vasco de Arte Contemporáneo / Vitoria-Gasteiz, Álava, España