Descripción de la Exposición
Relieves de experiencia: Las ventanas-objeto de Caroline Peña Bray
Texto crítico de la obra: Semblance de Caroline Peña Bray
No conocemos la inaudita cabeza
en que maduraron sus pupilas. Pero
el torso arde aún igual que candelabro
donde su vista reducida tan sólo
se mantiene y fulge. Si no, no podría
cegarte el curvado pecho, ni en el giro
leve del muslo vagara una sonrisa
hacia aquel centro en que gravitaba el sexo.
Si no fuera hermosa esta piedra trunca
bajo la caída clara de los hombros,
no luciera así igual que piel de fiera,
ni irisara desde todos sus contornos
como una estrella: pues ahí no hay un punto
que no te vea. Has de cambiar tu vida.
Torso de Apolo arcaico, de Rainer Maria Rilke (traducción: Jaime Ferrero Alemparte)
El Espectador es una imagen casi abstracta. Su proximidad al vacío le ofrece muy pocos detalles al observador: un panel de vidrio embadurnado en jabón, el blanco y fino marco de una ventana y la insinuación de un paisaje a lo lejos, tal vez unos edificios en primer plano. Pero esto puede resultar tal vez demasiado para interpretar una imagen que abiertamente se rehúsa a los detalles y que desafía la narrativa. De hecho, no hay nada para que el ojo perciba, sólo una exploración errante de la superficie de las imágenes, un inútil ir y venir. Me recuerda a las nubes de humo saliendo de las locomotoras en la serie de la Estación de Saint-Lazare de Monet, o las distintas clases de celosías, barandillas y vallas que los maestros impresionistas utilizaban tan libremente para limitar la vista del observador, y anclarla firmemente no en la imagen, sino en su experiencia de ella.
Y lo mismo ocurre con esta nueva, y, hasta la fecha, más conmovedoramente compleja iteración de la continua exploración de ventanas que hace Caroline Peña Bray, la metáfora perenne del arte por su propia capacidad de reflexionar, refractar y reflejar el mundo que nos rodea. En lugar de cumplir con una promesa de transparencia, esta serie la transgrede para abrirle espacio a una experiencia de incertidumbre. Las ventanas jabonosas de Bogotá no nos dejan tener vista hacia los paisajes o hacia la ciudad. Por el contrario, nos sumergen de nuevo en nosotros mismos, y nos invitan a replantear nuestra posición como espectadores.
En la medida en que pasamos más tiempo observando las imágenes de esta serie, emergen detalles: una ventana entreabierta; una persiana parcialmente enrollada; una manija inclinada sin llegar del todo a su posición de bloqueo; una bisagra repintada; una grieta en el cristal de una ventana.
Con el foco de nuestra mirada nublado por las capas de jabón puesto sobre los cristales de las distintas ventanas históricas e institucionales de la capital de Colombia, nuestros ojos tratan de aferrarse a lo tangible, el hormigón. Como tales, los detalles, e incluso los títulos de las obras, son referencias a la preeminencia de estas ventanas, a su especificidad histórica como lugares de pasados traumas y futuros inciertos. Las ventanas aquí, menos que una metáfora, son referencias a objetos reales, en tiempo y espacio.
Esto pide una respuesta: Las imágenes de estas ventanas, que en sí mismas son objetos, ¿qué tipo de objeto constituyen?
En ellas, vemos indicios del proceso de trabajo: el de la limpieza de la ventana, sobre cuya superficie la propia artista aplica jabón con un pincel, involucrando así la transparencia del vidrio, y todo su potencial metafórico, por medio de la organización temporal de una inversión dialéctica. Por lo tanto, estas imágenes funcionan como la evidencia documental de la representación de un acto. Más aún, documentan una temporalidad distinta ―una pausa plena, con varios futuros posibles―.
La imagen-documento lleva consigo las memorias de un complejo proceso de manipulación. Las fotografías de Peña Bray son composiciones que involucran la puesta en escena de la cámara a una cierta distancia de la ventana original cuidadosamente elegida; la manipulación de la luz en el sitio y la manipulación digital en el estudio; y la impresión a gran escala en un papel de textura de algodón cuidadosamente elegido. El proceso, y los diversos artefactos que este despliega, son precisos y deliberados. El resultado es evidente no sólo en los trazos de esta obra ―el jabón, aplicado con pinceles, es su código― sino también en el eco de las imágenes de esa misma acción, a través de la sensación táctil de las superficies, que por sí mismas se abren materialmente al espectador cuando no pueden, o no quieren, ofrecer un camino visual y más asequible en su significado.
Las superficies texturizadas de esta serie, los detalles visibles, y el tamaño en escala real de las ventanas subrayan su carácter arquitectónico, y el hecho de que una ventana, cualquier ventana, siempre se refiere a la construcción o a la estructura para la cual representa una apertura. Más bajorrelieves, que ventanas hacia el mundo, las imágenes-objeto de Peña Bray se proyectan hacia el exterior, hasta el espacio del observador. Esta proyección conduce la especificidad histórica de las ventanas hasta el observador. La detallada construcción de las imágenes ―la atención deliberada que ha entrado en su elaboración― reverbera en el espacio.
Nuestra errancia en la superficie del cuadro en busca de pistas visuales se convierte, por lo tanto, en una consideración matizada del espacio en el tiempo. Y, haciéndose eco de los maestros modernistas, brinda una oportunidad para medir la relación de nuestro propio cuerpo con el mundo en que habitamos. La experiencia de las imágenes-objeto de Peña Bray pone de relieve esta relación, y nos armoniza con el presente, el aquí y ahora.
Max Koss
Exposición. 12 nov de 2024 - 09 feb de 2025 / Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Madrid, España