La primera preocupación del artista Ferran Selvaggio parecería aquella de querer ofrecer a la mirada de la gente una spremitura (zumo) de la vida sobre la tela. En efecto las coladuras y los colores en contraste se convierten en cuerpo y alma en el sentido que se pueden tocar, (y tal vez haya que tocarlas), y deben ser acogidos en la profundidad de nuestro Yo a solicitar el inconsciente.

El recorrido abstracto-informal es empapado de solidez conceptual y distanciado por un éxtasis onírico que para la gota en su proceso ascensional a arrastrar una sombra sutil, a dar resalto a la separación formal y timbrica como una provocación o una revolución antinewtoniana. Todo cae hacia arriba, el dripping no es un movimiento mecánico regulado por el simple gesto circular o rítmico, sino el fruto ... incisivo de una declaración pictórica que busca soluciones alternativas y renovables.

En el caso de Ferran Selvaggio es la señal neta, pesada y densa, llevada en seno y dilatada por una gota a contraste con la oscuridad, a proveer motivos de reflexión y neta recepción. A evitar engaños o tergiversaciones perceptivas. En Aureum I y en Dudas el blanco y el rojo se buscan, se cruzan, se dilatan y se extravían más alla del límite del cuadro, gracias a un camino de sustancia que levita sobre la superficie y la sella, la para en el instante de la fluencia. Así se proporciona una suspensión de precariedad contra el infinito, así el sueño se hace partícipe de la vida o por lo menos de una de sus palpables representaciones. Las reglas conductuales en la correcta construcción pictórica parecen por lo tanto ser quebrantadas en Firts: ¿cómo es posible que una mondrianesca estructura abstracta sea contaminada en términos irreverentes por la cándida y provocadora emisión espermática de un tubo?

Aquí todo esto sucede y es justo que suceda en el nombre de Marcel y en el apellido de Selvaggio. Este último con una parecida actitud no quiere para nada ultrajar o frustrar la rigurosa relación geométrica y timbrico de la composición de base; sólo quiere añadir un sentido decididamente existencial y claramente cromático a la convención, devolviendo antes al final expresivamente necesario lo que a todo parecería una inoportuna aparición sobre la escena. Un parecido comportamiento intrusivo -y sólo en apariencia prevaricador- es efectivamente el marco recurrente de Ferran Selvaggio que transforma el gesto en icono escultóreo. Lo descubrimos en 'Part' II of V dónde la forma conquista autónomamente el espacio, atacándolo bajo la apariencia de una estela lacada de rojo y sinuosamente tendida hacia lo alto. También en tal caso semejaría abrirse una deuda respecto a Arp, pero no importa aunque así fuese. Las vanguardias siempre quedan vivas y necesarias si quienquiera las relee logra destruirles para hacerles revivir una segunda, una tercera y una milésima vez bajo el desnudo del ojo, bajo el desnudo de una sincera implicación emocional y artística.

En nuestro autor catalán es consciente de la importancia del papel que interpreta, hasta el sacrificio de la inspiración encaminada por las obras de los maestros, hasta el siguiente renacimiento de la inspiración favorecida por la excavación interior: se llega en tal modo a ostentar de los frutos prodigados de la sensibilidad y de la gracia creativa. El secreto de Ferran Selvaggio reside pues en formular un 'arte que se ilustra con la sencillez de la vida misma', como Silvio Saura dijo en su tiempo.

Una sencillez que solo el arte verdadero logra destilar y traducir en convincente imagen, en renovable emoción de lo cotidiano.