Descripción de la Exposición
Los paisajes que Sofía Althabe propone, incomodan a quienes esperan encontrar un relato habitual de la belleza del paisaje cordobés. En ese escenario, donde no aparecen los cursos de agua, ni las frondosas arboledas que ofrecen sombra a los paseantes, propio de las narrativas románticas y turísticas, se abre paso la aridez, la estructura autóctona del espinal y del monte, siempre combatida por la ignorancia y la especulación inmobiliaria. La artista se fascina por las formas de una naturaleza que resiste las condiciones duras de inviernos fríos y largas temporadas de sequía, procurando adentrarse en las formas que ese crecimiento vegetal genera. Algunas de las imágenes que componen esta muestra, retratan, con extraña luminosidad y cromatismo excéntrico, las superficies ásperas de las cortezas, minuciosamente; otras, en cambio, parecen enfocarse en los espacios vacíos, los intersticios llenos de luz que las ramas entretejen bajo sus propias instrucciones de sentido. Y allí, se adivina una preocupación espacial propia de la escultura moderna, atenta a los volúmenes negativos. Se vale de procedimientos tradicionales, como el dibujo a plein air, utilizando materiales de antaño como la carbonilla, o recrea escenas previamente fotografiadas, pero incorpora cuando su inquietud lo amerita, técnicas digitales que le permiten recomponer las escalas y desordenar la perspectiva monofocal. También, generar fuertes extrañamientos lumínicos y cromáticos, abriéndose al juego de los cuestionamientos sobre la representación. Con esta breve descripción en mente la obra desborda, polisémica, hacia muchos universos de sentido. Habrá quienes encuentren preocupaciones filosóficas, quienes se enfoquen en la riqueza de los procedimientos y la maestría técnica, quienes noten las búsquedas compositivas y el guiño conceptual. Para tantos de nosotros, sus espectadores, sus obras serán también un reingreso a nuestras exploraciones infantiles, cuando despreocupados y carentes aún de muchas categorías de belleza, nos permitíamos descubrir mundos en ese contacto cercano, casi íntimo, con paisajes naturales que para otros eran un despojo. A contrapelo de las construcciones más convencionales del paisaje bidimensional, que se centran en la superficie visible, Althabe agacha la mirada y observa el suelo con la fascinación de quien recorre un terreno nuevo y encuentra allí el tesoro de lo viviente. Mira a través de las ramadas aceptando y celebrando el tamiz que la naturaleza le ofrece y, desde allí, se permite el asombro, génesis (tal vez), de su poesía visual.
Florencia Ferreyra
Área de Investigación - MEC
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España