Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- 'Puedo tomar cualquier espacio vacío y llamarlo un escenario desnudo. Un hombre camina por este espacio vacío mientras otro lo observa, y esto es todo lo que se necesita para realizar un acto teatral'. Peter Brook, El espacio vacío 'Así empieza Peter Brook El espacio vacío, y así se ha encontrado también Santiago Sierra un espacio vacío, un museo vacío para que empiecen a salir los actores a escena, en este caso los trabajadores que instalarán las piezas que conformen la exposición y que podrán ser observados por el público mientras hacen su trabajo, mientras realizan su acción laboral. El resultado de esa acción será la primera muestra individual realizada en el MARCO y que podrá visitarse hasta finales del mes de septiembre. La exposición titulada Instalación de 54 tetrápodos de cemento para escollera y un epílogo sobre la sensibilidad policial y obrera es uno de los proyectos más ambiciosos que el artista ha presentado en España. Mucho se ha escrito sobre la obra de Santiago Sierra en los últimos años, y 'serialización' y 'minimalismo' son dos de los términos a los que la crítica ha recurrido a menudo para hablar de su trabajo. Desde sus primeras piezas con contenedores y formas geométricas elementales Sierra supera, sin embargo, la herencia de un arte minimal que asume en sus postulados formales pero que cuestiona constantemente en lo que respecta al reduccionismo conceptual y al contenido semántico. Durante todos estos años el artista ha desarrollado uno de los cuerpos de trabajo más sólidos del panorama internacional, y lo ha hecho desde la coherencia hacia su propio método. Hace diez años, en 1999, presentaba en Los Ángeles la obra titulada 24 bloques de concreto movidos constantemente durante una jornada por obreros remunerados, una de las intervenciones que mejor resumen los intereses del artista y que más se acercan a la nueva pieza creada para el MARCO: Instalación de 54 tetrápodos de cemento para escollera. En ambas se encuentra un objeto de fabricación industrial y la acción de retribuir a personas por realizar un trabajo físico. Después de esa jornada en la que los obreros movían los bloques por los espacios de la galería, el resultado quedaba expuesto al público durante el periodo de exposición con las marcas producidas en el suelo de la galería y los restos dejados por los obreros. En la propuesta que se presenta en el MARCO y que ocupa todos los espacios de exposición de la planta baja, los elementos utilizados son tetrápodos, piezas de hormigón con un cuerpo central del que salen cuatro patas troncocónicas que forman ángulos de 120º entre sí, utilizados como bloques de escollera en rompeolas y que por su forma se ensamblan entre ellos al girar sobre sí mismos, como piezas de Tetris, consiguiendo así una mayor resistencia al oleaje que otros modelos prefabricados de hormigón. Durante los tres días en los que los trabajadores van situando los tetrápodos en las salas de exposición, al público se le niega entrar a las salas donde propiamente tendrá lugar la exposición -recurso utilizado por el artista en otras ocasiones- pero es invitado a ver como trabajan desde la planta superior del museo, en el mismo horario de los trabajadores. De forma intencionada, antes del comienzo de la acción las salas no han sido reparadas tras el desmontaje de la exposición anterior, dejando a la vista restos de obras de otros artistas (paredes pintadas, cables, agujeros?), y los lugares se ven despojados de todos los añadidos que se han ido acumulando a lo largo de los años en las salas del museo, exposición tras exposición -muros de pladur, remiendos, añadidos, falsos techos, incluso iluminación artificial- para aparecer por primera vez tal como habían sido pensadas originalmente por los arquitectos, permitiendo la circulación por algunas de las salas hasta ahora inéditas, que se habían tapiado para la exposición inaugural del MARCO y que nunca habían sido abiertas. Todos estos elementos no se han retirado sino que han quedado apoyados en los muros o esparcidos por el suelo de las salas esperando la instalación de los tetrápodos. Todo el suelo se ha cubierto de plástico blanco para unificar visualmente el espacio, evitando la visión de los diferentes pavimentos de madera, granito y mármol. Jeremy Bentham, el ideólogo de la arquitectura panóptica, recomendaba que '?el suelo de las celdas si es de piedra o de ladrillo debe estar cubierto por una capa de yeso para que no teniendo intersticios no encubra inmundicias ni principios de enfermedades?'. En este caso será el plástico blanco el que recoja toda la suciedad acumulada durante los meses que dure la exposición, ya que las salas no se limpiarán y sobre el plástico quedarán las huellas de los visitantes. La repetición de la forma, un objeto industrial fabricado en serie, y su colocación en un contexto artístico introducen las coordenadas duchampianas del ready-made, pero resulta ser una perversión de aquellas afirmaciones cuando añadimos la lectura principal que poseen las obras de Sierra al descubrir la dimensión social del acto performativo. La obra de Santiago Sierra está muy lejos de Duchamp, y es de una amplitud que sólo se aprecia en el conjunto de su trayectoria. El juego con la palabra, los guiños a la semiótica, la ausencia de color con el uso del blanco y negro, la repetición, la explicación literal de las obras en sus títulos descriptivos, estructuran un corpus de trabajo que encuentra en la condición procesual de las acciones la parte fundamental de la obra o la obra propiamente dicha. El voyeurismo del espectador, que presencia la acción desde un punto de vista establecido previamente, nos anima a evocar una vez más al Duchamp de los Étant donnés, un assemblage sólo visible a través de unos pequeños orificios horadados en una puerta de madera. En las acciones planificadas por Sierra, el desplazamiento de los objetos se convierte en la obra, en el momento concreto definido por el artista. Recientemente presentó en la Galería Helga de Alvear de Madrid Los penetrados, una de las obras quizás más complejas de Santiago Sierra, un vídeo en ocho actos que muestra a hombres y mujeres contratados de raza blanca y de raza negra, mostrando todas las combinaciones posibles de penetración anal entre ellos. La proyección incidía en la repetición de un acto con un cuidado formal sorprendente y nada arbitrario. Lo sórdido de la acción se camufla en una coreografía que nos abstrae de la connotación pornográfica al mostrarnos a las parejas copulando en un plano fijo, sin sonido y en blanco y negro, reduciéndolas a formas casi geométricas en movimiento. La proyección iba acompañada de una serie de fotografías de la acción realizadas desde arriba, del mismo modo que registrará la colocación de los tetrápodos en las salas del MARCO desde el mismo punto de vista desde el que el público asistirá a la acción. Si en Los penetrados la acción era privada, en el MARCO se hace pública. La combinación de formas geométricas y la contratación de trabajadores nos sirve de ejemplo para ilustrar el respeto hacia el más puro minimalismo y la connotación social que poseen todos sus trabajos. Es quizás 111 construcciones hechas con 10 módulos y 10 trabajadores, presentada en la Galerie Peter Kilchmann de Zurich en 2004, el referente más próximo formalmente. A esta lectura, debemos añadir la que pone en solfa las relaciones de poder establecidas, volviendo sobre la estructura piramidal, la marginación y los prejuicios culturales. En la documentación de Los penetrados se observa cómo, en función de las razas y las combinaciones, hay más o menos personas dispuestas a ser contratadas para realizar o no determinados roles sexuales. Son muy conocidas las piezas de Santiago Sierra en las que las personas son retribuidas a cambio de un trabajo específico determinado por el artista, sean prostitutas, indigentes o sin papeles. En el MARCO, la fuerza del trabajo de los operarios encargados de desplazar los 54 tetrápodos de cemento, contratados por una empresa que habitualmente realiza este tipo de trabajos, posee un valor de cambio determinado por la ley de la oferta y la demanda. Aquí se está hablando del trabajo en un sistema de producción de mercancías, frente a otras piezas en las que lo que se cuestiona es el tipo de trabajo que se retribuye o quien lo realiza, preferiblemente trabajadores en precario. En su intervención en el MARCO, son los trabajadores los que se muestran ante la audiencia, que es invitada a presenciar la acción. El espectador participa, como voyeur, pero ahora estableciendo un juego de relaciones con la planta panóptica del museo, recordando su pasado como prisión. Mientras observamos el desarrollo de la acción desde la planta superior del museo, asumimos las funciones de vigilante para, inconscientemente, comprobar que se cumple con la voluntad del poder. 'Es más rentable vigilar que castigar' escribió Foucault; una vigilancia que facilita el panóptico y que Sierra tiene en cuenta cuando determina la ubicación de los 54 tetrápodos, siguiendo la disposición radial de las salas del edificio. Es el público ocioso el que vigila a los trabajadores y quien puede opinar sobre el modo en que están realizando su trabajo, como en cualquier escena en la calle en que los obreros son observados por los transeúntes. Estos trabajadores han sido contratados por el museo para montar una exposición con unas instrucciones determinadas, pero es la empresa -y no el artista ni el museo- la que ha determinado cuántos días, en qué turnos de trabajo y cuántos trabajadores eran necesarios para distribuir los tetrápodos por el espacio en una disposición previamente acordada entre el artista y el museo. También tienen instrucciones de no recoger ni limpiar los restos de su trabajo ni las huellas que se produzcan en el suelo durante el movimiento y manipulación de los tetrápodos por las salas de exposición. La acción se desarrolla en fechas previas al Primero de Mayo, día en el que se presenta al público el resultado. No es casual que el artista haya escogido el Día Internacional de los Trabajadores para mostrar el resultado, como gesto de respeto hacia las estructuras sindicales que se manifiestan ese día por todo el mundo desde su implantación en el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional (París, 1889). Ya en 2003 había utilizado la fecha del 1 de mayo cuando documentó, sin público, la obra Mujer con capirote sentada de cara a la pared, en el Pabellón español de la Bienal de Venecia, una iconografía que remite al castigo, a la imagen del verdugo o al trabajo como penitencia, herencia directa de la opresión moral impuesta por la iglesia católica española. Cesión del espacio expositivo a la autoridad para el anuncio y muestra de decomisos es una obra que funciona como epílogo, cerrando el proceso y al mismo tiempo prolongándolo en el tiempo. Durante un año se cederá el salón de actos del MARCO -espacio en el que habitualmente se realizan las ruedas de prensa, conferencias, conciertos, cursos, proyecciones e incluso presentaciones de productos comerciales- a la Policía Nacional para mostrar los decomisos o los alijos decomisados en la ciudad. Estas presentaciones se realizarán por sorpresa; aquí el artista no pretende modificar los tiempos ni el modo en que la Policia Nacional muestra habitualmente los productos decomisados, reconociendo la sensibilidad policial al colocar los objetos (drogas, falsificaciones de ropa o de documentos, copias de discos, etc.) del mismo modo en que ordenamos en los museos las obras en una vitrina o sobre una peana. Estas presentaciones serán fotografiadas por el artista y tendrán como resultado un archivo de la actividad policial en la ciudad durante el período de un año. No es casual que este proceso se lleve a cabo en el MARCO, un edificio que antes que museo fue además de cárcel sede de los juzgados, con lo que no resulta del todo extraño que sean ahora las fuerzas del orden las que vayan a mostrar las pruebas del delito en nuestras instalaciones. El personal de comunicación, exposiciones, montaje y seguridad del museo colaborará con los departamentos correspondientes de la Policía Nacional para realizar esta serie fotográfica que dependerá directamente de la actividad policial durante este periodo de un año. Como segundo epílogo del proyecto, el Primero de Mayo, coincidiendo con la inauguración de la exposición, se exhibe en el salón de actos un vídeo encontrado en la red, de la conferencia impartida por José Luis Velasco hace aproximadamente un año bajo el título 'Para los trabajadores siempre hay crisis''.
Proyecto realizado especialmente para toda la planta baja del museo e íntimamente relacionado con la ciudad de Vigo. Santiago Sierra es uno de los artistas más controvertidos e interesantes de la escena artística internacional. Su trabajo, vinculado a estructuras sociales o políticas, pretende cuestionar las relaciones de poder establecidas, tanto en el ámbito artístico como en el social. En sus obras interroga directamente al espectador sobre los límites impuestos por la sociedad actual, capitalista y globalizada, sobre temas de gran carga política y social como la explotación laboral y la marginación. Una de sus más famosas intervenciones tuvo lugar en el pabellón español de la Bienal de Venecia en 2003, donde se negaba el acceso al espacio a aquellos que no pudiesen certificar, mediante un documento oficial de identidad, su nacionalidad española, como reflexión sobre la frontera como instrumento de control y sobre las políticas de inmigración. Recientemente ha presentado la obra Los penetrados en la Galería Helga de Alvear de Madrid.
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