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Sahel

Exposición / Ceferino Navarro / San Matías, 2 / Granada, España
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Cuándo:
21 dic de 2007 - 17 ene de 2008

Organizada por:
Ceferino Navarro

Artistas participantes:
Jesús Conde Ayala
Etiquetas
Pintura  Pintura en Granada 

       


Descripción de la Exposición

No hay realidades lejanas ni espacios impenetrables en los que se pueda disimular la esencia objetiva de las cosas. Hoy, por desgracia, se vive en mundos excesivamente conectados, libres de acotaciones naturales, contaminando los escasos oasis, violando la tierra hasta convertirla en una nueva fulana, con los mismos servicios y costos que la comadre de otro hemisferio. Todo está inventado y descubierto en una globalización básica, pero el auténtico viajero interpreta y recoge, con el mínimo contagio posible, la particularidad de cada región, alejándose de representaciones efímeras, lugares atestados de “tours operadores” y escenografías carentes de vida.

No me extrañaría en absoluto que hasta en el rincón más recóndito del planeta, en los alrededores del río Níger por ejemplo, pronto lleguen los autómatas desembarcando de numerosos autobuses, pertrechados con la Nokia y el picnic preparado en el gran hotel, dirigidos por una señora, que se dice experta en la zona, porque ya estuvo dos veces anteriormente, una de paso hacia un safari de distinguidos personajes, organizado más al sur de la cuenca, y otra en su imaginación, pues tan sólo sobre voló sintiéndose el personaje principal de su película de cabecera, “Memorias de África”. Enarbolando un girasol de plástico, en su ridícula prestancia todos la siguen. – El río ancho y caudaloso, (exposición geográfica exhaustiva, que se podía haber manifestado desde el estrado de cualquier aula de alguna universidad europea). – Los nativos hoy no han dado mucho juego. Probablemente en tres años habremos preparado un parque temático sobre las costumbres y formas de vida de este pueblo, y así no estaremos pendientes a que esta gente tan anárquica nos deje a veces sin ver sus rarezas y tradiciones (lección de Antropología). ¡Mira que todo lo hacemos por ellos!, pero son como son y así les va…. Dos rezagados del grupo, creyendo que el derecho a la intimidad y la propiedad privada son cosas que solo les incumben a ellos, tuvieron la osadía de entrar a la digna, a la par que humilde morada de una familia numerosa. El descaro le sale caro, pues una patulea de niños, en defensa de su espacio, la emprende a pedradas con los dos intrusos en un principio, y con los cincuenta y cinco invasores más tarde. Doscientos metros hasta el autobús en huida libre. La comandante no deja de ondear su preciado girasol aunque todos la van adelantando a pesar de que su carrera es frenética, pero por su constitución, paticorta y posaderas rotundas, su avance es limitado, dando finalmente y a causa de un oportuno traspiés con los dientes en la tierra que tanto ama. Ya, a salvo del salvaje, mientras sacude su inadecuado atuendo de exploradora de zoológico de segunda fila concluye: - Es que son muy suyos. ¡Ala!, al hotel que el día ha sido intenso.

La búsqueda del “buen salvaje” (Voltaire), la idea del hombre noble en estado natural, se va diluyendo debido a la evolución formal de la población autóctona y al contenido sustancial y agresivo del extraño invasor.

Pero todavía quedan almas que prefieren perderse para encontrarse, a la manera de Livingstone, o que van ha encontrar para terminar perdiéndose por propia voluntad, como Stanley. Quedan nostálgicos viajeros que prefieren ir borrando las huellas que van dejando, sin clavar banderitas de supuestas conquistas. Todo puede estar inventado y recorrido, pero no todo está bien contado o transmitido, y esta es la labor básica de la labor de Jesús Conde con su obra “Sahel”.

El interés de este hombre por reproducir un mundo diferente al que habitamos no conlleva una denuncia expresa, ni desde el punto de vista social, económico o político del territorio examinado, ni tan siquiera una visión estrictamente antropológica del pueblo escogido. Estas diatribas pueden conseguirse a partir de especulaciones secundarias, a la vez que elaboradas por terceras personas. Jesús Conde únicamente nos transporta a un terreno objetivo, fruto de sus recuerdos y soplo de una parte importante de su producción pictórica, donde encuentra una luz, un paisaje y una concepción especial, que le infunde la fuerza necesaria para descubrir, o más bien reafirmar, su mundo artístico.

Como aquellos viajeros del ochocientos, siente un gran interés por un mundo extraño y, por poco, incompresible para permitirnos una ojeada casi voyeurista del mismo. Pero a diferencia de aquellos, el cosmos que nos presta, no viene cargado de aparentes escenas, como sacadas de leyendas utópicas, de acentuado carácter erótico, como los mercados de esclavas de Geróme, o el enclave máximo de la libertad individual del hombre (Delacroix). Su proximidad a la realidad es la esencia primordial de sus cuadros, conseguidos claramente en los detalles del vestuario, la fisonomía, el entorno y la escena, sin privar a todo esto de lo que ha pervivido durante generaciones (ritos, faenas, poses y arquitecturas), junto a lo exportado y modificado (atuendos, utensilios y aptitudes frente a lo ajeno). Dicha garantía de autenticidad programada por el autor se lleva a cabo con la única y fundamental intención de experimentar sensaciones propias y genuinas, redescubriendo el concepto individual de lo paradisíaco, como Kart May buscaba la identificación oportuna y personal en un transcurso de demarcación de lo extraño con sus viajes, o los objetivos perseguidos por Paul Gauguin.

La búsqueda del camino personal se lleva a partir del tema y el entorno, frente a la expresión más generalizada durante el siglo XX de encontrarse influida por la concepción estética y técnica de dicho enclave. La estancia de Jesús Conde en África no ha provocado en él un cambio esencial de estilo, ni un imperativo en su arte como consecuencia del arte africano. Picasso, Brancusi, Braque, Matisse, Derain… acogen las fórmulas y las transportan a un mundo occidental. En cambio Jesús Conde, con fórmulas occidentales transporta al Viejo Mundo el mundo africano. La policromía, el concepto de la obra y la ejecución está invadida por los colores, el deambular del tiempo del espacio visitado y el conocimiento plástico personal y maduro del autor. Por tanto, las diferencias entre cada una de las visiones señaladas son evidentes, al igual que el sentido transmisor de las mismas: los viajeros del siglo XIX recrean e inventan el mundo cautivador que persiguen, las vanguardias de principios de siglo exportan a su quehacer el procedimiento técnico de un mundo del que no le interesa su esencia. Otros, como Miquel Barceló, acoplan y acomodan procedimientos para intuir dicho cosmos, mientras que Jesús Conde transporta la realidad vivida.

Aunque dicho trasbordo no significa que su obra sea la mera proyección de un entorno, como corresponsal gráfico de asuntos y anécdotas. La realidad vivida es sinónimo de verdad percibida por un individuo concreto, lo que significa que esta no puede ser diferente a otra verdad individual coetánea en tiempo y espacio, pero si será sentida, percibida y transferida de distinta manera a como la siente otro. Así, nuestra grotesca amiga del girasol nunca podrá analizar el espacio real que pisa con el mismo sentido que el discreto visitante que sabe dejar metros y segundos, para no invadir, sino ser invitado.

Frente a teorías de autodefensa excesiva, como las del Doctor Ismail El-Outmani (Universidad Mohamed V, Rabat) en las que define que el concepto europeo de Oriente significa lo “otro” o el “otro” y “que reúne aquellas culturas y pueblos que no pertenecen a la llamada Civilización Occidental”, refiriéndose a lo “otro” bajo un sentido peyorativo que el Viejo Mundo ha sentido siempre por lo ajeno, pienso que la respuesta más adecuada en la de apostar por la definición de Oriente como “aquello” que simplemente difiere de esto, como esto de aquello. No hay fundamentos esenciales para pensar que Geróme afirmara con sus obras la agresividad, el secretismo de una sociedad, ni rebajara a la mujer oriental al nivel de perro callejero; ni Delacroix convierte en burdel lo cotidiano ni en sádica gratuidad la mente de los orientales. Es cierto que muchas obras pueden tener un trasfondo (como las prostitutas de Otto Dix, las ingenuas infantas de Balthus, las iniciaciones eróticas de Leonor Fini, el juego sádico que representa Goya en sus grabados, la manipulación humana de los cuadros de Ensor; y todo ello en la “otra” parte, Occidente), pero interpretar que una obra lleva un doble forro camuflado con obertura disimulada y confabulación legendaria es querer ver más allá de lo que verdaderamente se siente. La exploración de un mundo diferente pudo, en algún momento, llevar a plantear de forma superlativa algunos asuntos, pero más para expresar diferencias o sensaciones exóticas que como denuncia o crítica impúdica. No hay mayor esencia social que la que no se proclama a los cuatro vientos, ni mayor crítica moral que la invocada en el sosiego de un simple susurro. Deleitarse con la verdad de un mundo, extraer el jugo que se ofrece en cada momento y proyectarlo como un día se vivió. Como Jesús Conde por el “Sahel”, atrapando nobles motivos, deslumbrando con la luz de él, de ellos. “Conquistador” colonizado por las orillas del Níger y las fronteras de arena.

No es baladí la presencia más directa en esta serie de la representación humana en sus cuadros. La tierra bien-manipulada por el hombre pretérito y dejada a su libre albedrío en la soledad del tiempo, ha sido y es labor de este artista. Pero cuando el individuo reside, tomando con sumo cuidado lo prestado, lo que hereda y algún día legará, especulando en lo mínimo, sin cataclismos que desborden la simple necesidad de su existencia, el máximo “umbral” que proyecta es el hombre.


Imágenes de la Exposición

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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