Iván Prieto (O Barco de Valdeorras, Ourense, 1978) se licenció en Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid en 2003. Su trayectoria como joven creador ha sido reconocida con becas y premios, como la Beca Novos Valores de la Diputación de Pontevedra en 2001, el 3º Premio en el XV Certamen Galego de Artes plásticas en 2002 y un Accésit en el III Premio Auditorio de Galicia para Novos Artistas en 2003. Ha participado en múltiples exposiciones colectivas, entre ellas en Residentes 05 en la Fundación Caixa Galicia y en Adosados en la Fundación Granell, ambas celebradas en Santiago de Compostela en 2005. Entre sus muestras individuales, destacan FREAK-SHOW en la Sala del Correo Gallego de Santiago de Compostela en 2005, Teatros Putrefactos en la Deputación de Lugo en 2007, Teatro del Absurdo en el Espacio de arte MUSACA de A Coruña en 2008 ... y, recientemente, ha clausurado la muestra Diálogos: Intervención de Iván Prieto en el Museo Provincial de Lugo.

Iván Prieto se ha convertido en este tiempo, dentro de su faceta más destacada, la de escultor, en un constructor de teatralidad, creando a través de sus instalaciones escenarios cargados de significación, con personajes que se mueven en escenas presentadas como pedazos de realidad. Esos personajes, híbridos y deformes, cuyos cuerpos y vestimentas han sido alterados, generan una atmósfera inquietante, y nos ponen cara a cara con nuestros miedos y tabúes. El misterio que provocan las figuras se desencadena precisamente porque lo grotesco de su aspecto no provoca un rechazo radical que podría esperarse, sino más bien todo lo contrario, porque el enigma que encierran nos atrae y hace que parezcan en cierto modo entrañables y conmovedoras. A su vez son tipos iconográficos que podemos relacionar con el mundo del circo o del carnaval por lo que hay mucho de lúdico en sus poses, en sus formas, capaces de crear un juego visual que alegra, que suscita una sonrisa generalizada.

La muestra de Iván Prieto en Espacio48 nos permitirá adentrarnos de nuevo en su particular mundo, en este caso con escultura de fundición y alguna muestra de su trabajo en otros materiales. Podemos identificar estas piezas como parte de ese mundo onírico tan representativo del quehacer del artista, pero que lejos de resultar ajenas al espectador por su aparente extrañeza, funcionan y reaccionan como cualquier humano, habitando el espacio de la galería y relacionándose con lo que tienen a su alrededor.