A principios de la década de 1950, la ciudad de São Paulo, en un proceso de industrialización acelerada y crecimiento urbano, se encontró en un período de intensa excitación cultural, impulsada principalmente por la reciente inauguración de dos importantes museos que destacaron el arte moderno y la creación de Bienal Internacional de São Paulo. La disputa entre figuración y abstracción en el arte fue entonces el tema de los debates acalorados. En este contexto, un grupo de jóvenes artistas se reunieron en defensa de la abstracción y organizaron, en diciembre de 1952, una exposición en el Museo de Arte Moderno de São Paulo, acompañada de la publicación de su manifiesto, ambos bajo el título de Ruptura.
Geraldo de Barros, Waldemar Cordeiro, Luiz Sacilotto, Lothar Charoux, Kazmer Féjer, Leopold Haar y Anatol Wladyslaw firmaron el manifiesto, que afirmó la "renovación de los valores esenciales del arte visual (espacio-tiempo, movimiento y material)" y...presentó su Lema: "la obra de arte no contiene una idea, es en sí misma una idea". Al exponer su posición radicalmente vanguardista, estos artistas, a los que se unieron en los años siguientes otros, entre ellos Judith Lauand y Hermelindo Fiaminghi, comenzaron desarrollar un programa estético del linaje constructivista, explorando relaciones restringidas de colores puros y ritmos basados en alineaciones, polaridades, progresiones y desplazamientos, inspirados sobre todo por la "lógica interna de desarrollo y construcción", definida por Max Bill (quien había mostrado en São Paulo y, en ese momento, era el director de la Hochschule für Gestaltung [Escuela de Diseño de Ulm], en Alemania, descendiente de la Bauhaus). Sus trabajos no buscan una revelación inmediata, sino que requieren la inteligencia de nuestra percepción en la interacción continua entre el todo y las partes.
Entrada actualizada el el 29 ene de 2019
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