Descripción de la Exposición
Régimen de Giro
Cuando una mañana de 1935, en la feria de inventores que era el Concours Lépine, Marcel Duchamp puso encima de la mesa su gramófono e hizo girar en él su primera serie de Rotoreliefs, no hubo nadie que apostara por aquellos discos de cartón.
Pero se sabe que, esa misma noche, sus círculos excéntricos todavía seguían dando vueltas en los ojos abismados de unos cuantos “cazatalentos” a una velocidad variable entre 40 y 60 revoluciones por minuto. Mostrando la fascinación moderna por la máquina, el movimiento constante y la ilusión óptica, los Rotoreliefs escarbaban la superficie de cartón para generar una profundidad inusitada en el juego entre la mirada y un adecuado régimen de giro.
Las obras seleccionadas por Plastic Murs para su nueva colectiva plantean esa posibilidad del proceso creativo entendido como un giro, como un juego de miradas que va de los muros de la ciudad a las paredes de la galería, ensayado de una pieza a otra y a la inversa, como sucede con las grandes manchas orgánicas, negras, con las que el italiano 108 llena unos papeles que luego pliega y desdobla siguiendo una geometría precisa de líneas, o en los dibujos donde el francés Nelio va añadiendo cada vez más trazos de rotulador orquestados que sugieren sobre el papel una línea de crecimiento reversible. Asimismo, esa idea de proceso está en la concepción de las Ritournelle del también francés Arnaud Liard, que son sustitutos de arranques de muro con insertos iridiscentes y metalizados que activamos al desplazarnos; en los quirúrgicos ensamblajes de tramas de madera superpuestas de los holandeses Graphic Surgery, que nos desafían a enredarnos en sus celosías negras; o en los dos trabajos que presenta el italiano Moneyless —cuya participación coincide con su presencia en PolinizaDos 2018— y que nos sirven para retomar desde la línea esa revolución del círculo al muelle que aparece por rotación y desplazamiento.
Así, esta evolución de las formas en proceso se puede ensayar también a lo largo del montaje, ajustando a cada paso nuestro selector de velocidad, por si acertamos a encontrar en el giro alrededor de cada una las obras no un único punto fijo sino —como diría Octavio Paz— la rotación infinita de puntos infinitos que hace moverse toda la constelación de signos de nuestro tiempo errante, que acaba y comienza a cada instante, todavía sin nombre, en constante régimen de giro, como corresponde a un disco.
Ricardo Forriols
Universitat Politècnica de València.