Descripción de la Exposición
El riesgo más grande de caminar para atrás (marcha atrás) es llevarse todo puesto, que una piedra tan chiquita como poderosa genere una caída mortal (moral), o por lo menos un derrumbe de todas esas cosas que pueden estar atrás. Contramarcha es otra cosa, seguro más heroica, seguro más intensa. La marcha atrás es una decisión de último momento, tal vez la única decisión posible, y tan tibia como deserotizante. La contramarcha “no es la retirada”, dice Maria Moreno, “es un cambio de dirección por razones de estrategia. Mi acto, que cambiará mi vida, no es una decisión, o tal vez lo sea pero no lo sepa. Si había un destino para mí no lo eludía rebelándomele, sino por imposibilidad de seguirlo. La fobia hace su aparición”. ¿Cuantas contramarchas identificamos en lo que hacemos o en las cosas que somos? Capaz sean muy pocas y que hermoso sería poder marcarlas, pincharlas, sea en las obras, muestras o todo eso que está fuera de las obras y muestras. Una muestra a contramarcha, una obra a contramarcha, una contramarcha en grupo. Si tengo que pensar en contramarchas en las obras o artistas que conozco, no pienso en actos de vanguardia, en vidrieras rotas, en gritos (aunque me encanten). Pienso la contramarcha como un surco silencioso que se abre disimuladamente entre muchxs. Un pasito en punta de pie tras otro observando atentamente como todxs siguen para adelante y apenas perciben que voy a contracorriente. La contramarcha si o si necesita de una coreo, improvisada en el momento pero que mucho no se puede detener, más parecida a la escritura que al baile. También abre camino para que otrxs se colen atrás y se sumen, capaz con ganas de otras cosas, o sin objetivo. Lo gótico fue, y sigue siendo, uno de los modos más sostenidos de contramarcha. En está muestra las flechas van en todas direcciones: una marcha de frente puede ser también contramarcha, contramarcha puede ser algo formal, solo líneas…. o muchas contramarchas a la vez, todas superpuestas. Así es formalmente el Glosario que Rosario empezó en una publicación de 2014, y que ensayaba una especie de comunicación por ruido, una comunicación por pinches. Ese lenguaje, en la clave de las escrituras de Mirtha Dermisache y otrxs, hoy se recompone en dibujos por capas y aparece el tacto, y una variación con un fin: poder leer las historias de torturas y contramarchas en la historia de (…) La exposición es también un punto de reunión para la escenificación de este lenguaje llevado al relieve, ronda de lectura entre Noemí, Cecilia y Rosario, y ahí la sala se transforma en cueva. El ejercicio, porque lo es, de juntar obras de tres artistas, no deja de lado resaltar un Yo, que es el de Rosario… Susana Thénon habla del “Yo soy Yo y mis Perifericos”. Los Periféricos son los que todavía tenes la opción de elegir, pero que no por eso ocupan un lugar menor. La intensidad pasa siempre en la periferia y va hacia el centro. Cecilia Marcovich, fundó una escuela, por la que pasó rápidamente María Moreno, y en ese borde se armó algo de su pararse torcidita. La escuela de Cecilia fue pionera de lo que hoy conocemos como clínica de obra, no solo una alternativa a los canales de educación oficial, sino un centro de experimentación que cruzó generaciones y personalidades, donde no solo se trabajaba desde la técnica, sino que también desde la conversación y las palabras. Marcovich no se quedó quieta, cuando estuvo en Brasil fue por la fisonomía del cuerpo, otra época, cuando estuvo por acá se acercó a retratar algo de esas multitudes espontáneas de la calle, en ronda o todas mirando para adelante. Hizo marchas solo de mujeres, en color y en blanco y negro… y optó por la ronda. Noemi Gerstein es la otra periférica, que según Claudio Iglesias en ella “lo gótico es como un órgano un tanto sumergido listo para emitir graves y agudos sonidos que viajarán por el aire
con sus tonos azules y violetas”. Casi en un sentimiento oceanico, sus esculturas que prefirieron el hierro podían ir de la maternidad, a la guerra, de la figuración metafísica a los lugares comunes del amor. Pero sobre todo construyó un lenguaje con apoyo de formas y llegando a lo que Osvaldo Svanancini llamó un “simbolismo silencioso”. Los dibujos de Rosario superponen imágenes de líneas, que no son recuerdos, que tampoco son visiones. Están en la distancia afectiva perfecta: la ajena al cadáver exquisito, la medidamente autobiográfica. Son líneas para seguir más con los dedos que con la vista: o con los ojos que están en la punta de cada uno de los dedos, como repite Diana Aisenberg. No hay una idea de referentes, menos aún una intención de rescate, o un rescate a la inversa: ellas nos rescatan a nosotras, como diría Diana Bellesi: “Como si me picara una víbora salto y digo: ellas me rescatan a mi. En realidad, me han construido, no habría, si no, identificación emocional posible, y la lengua del poema sería lengua muerta.”
Con la colaboración de Galería Herlitzka & Co.
Exposición. 14 nov de 2024 - 08 dic de 2024 / Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) / Córdoba, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España