Descripción de la Exposición
La finalidad de las huellas es quedar atrás. Son para los que llegan o los que siguen esa antigua escritura que somos. Dejar quietud a nuestro paso lo colma todo. Una escarcha que no cruje al pisarla, un arroyo que vive bajo la superficie helada, un cielo raso que nos olvida. Es el cometido: ser el decir mínimo; ser lo inminente que nunca llega a revelarse.
El mundo. Adentrarse en él, avanzar con tiento, sin presencia apenas, ir a por lo que nos queda de vacío en las cosas. A eso se le llama caminar sin lenguaje: ver que lo lejano lo nombra todo por ti. Lo no alcanzado, lo que tienes y no llegas a tocarlo, lo que llaman «tú» y ni tan siquiera llegas a saber que procedes de lo que dista. Pensar la distancia: esa es la obra. Encadenar silencios: esa es la obra.
La mano lo sabe.
No la mano domesticada, sino la que ofrece.
La mano que se cierra en la nevada igual que la usura, y al poco se abre con la única llama que excava los rostros, ya de noche. Miran alrededor de esa luz vacilante y los recrea en su verticalidad. Están en casa. La casa es un exiguo lugar en el que se sueña la extensión de la noche. Esos rostros son nuestros antepasados, los que vivieron a favor de los días sin darse cuenta de que los cruzaban hasta disolver su cuerpo. Nuestra tarea, deshacernos.
Pensar la distancia: esa es la obra. Blanco adentro, lo originario, por destino, está en la insistencia de la nada de Manu Blázquez.
Ramón Andrés
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España