Ricardo Celma pinta con un oficio deslumbrante. Dueño de un ojo y una mano excepcionales lleva a las dos dimensiones un riquísimo mundo interior, que nosotros, sus espectadores apenas vislumbramos.

En sus obras viven los flamencos y el barroco, la literatura y la mitología, que construyen alternativamente la escenografía para su historia personal.

En ellas está él mismo y Maria Gracia, su musa, que habitan en las obras de la historia del arte que él admira.

Nació en Buenos Aires en 1975. Fue una especie de niño prodigio. Dicen que dibujaba antes de hablar.

Con paciencia de monje budista y tenacidad de acero, concurrió desde los 5 años a cursos y talleres. José Marchi, Julio y Claudio Barragán y Alejandro Boim, tuvieron al deslumbrante joven ante sí, absorbiendo ... como esponja los secretos del arte.

Incansable, mientras cursaba la Escuela Nacional de Bellas Artes, de donde egresó con el título de Profesor Nacional de Pintura con diez absoluto, concurría a seminarios y encuentros con artistas destacados. Kenneth Kemble, Pérez Celis, Ricardo Carpani, Jorge Abbot lo tuvieron como aplicado aprendiz.

Más tarde ingresó en el Instituto Universitario Nacional de Arte para hacerse del título de Licenciado en Artes Visuales, nuevamente con la máxima calificación.

Cuantas veces pudo, viajó al encuentro de sus ídolos. Visitó museos, admiró a Velázquez... 'Hay dos periodos que me apasionan. Los pintores flamencos, el gótico tardío, Van Eyck, Van der Goes. Son fascinantes. Lograban a par tir de un trabajo minucioso un halo de religiosidad en las escenas más simples' cuenta.

Dos años atrás lo presentamos por primera vez en Colección Alvear de Zurbarán en una muestra que coronó el éxito. Ahora, Ricardo vuelve a traernos su mundo, donde remite a Gustav Klimt, a Alphonse Mucha al Mago de Oz y todo u n riquísimo mundo que nos ha de llenar de admiración a todos.