Desconfío, por instinto, de cualquiera que lleve una camisa de cuadros. Lenguas tomando el sol. De cualquiera que desabroche líneas y ángulos. De los cuadros que se meten la camisa por dentro. Lenguas en flor, senos desabrochadas. Por lo tanto, amo la esclavitud. Yo te calmo con prisa, acércame si quieres descoserte la sed, acércame la sal, acércame la arena, toma un pañuelo. En mi casa, no caben las esquinas. Me pusieron la métrica de fuerza. Los filos desconchados, la plata azul, eso que es sólo música, con ganas de lamer la mermelada de mierda, las instrucciones para portarse bien: cosas como una calzocillología. Y sin embargo, sangro ¿no veis? están todas las paredes salpicadas. Y todo por un sobre de sopa sucia. La pintura salpicada de sopa de sobre. ¿Por qué? Hablo de mi gaviota ¿Por qué se ha caído en el cielo, si en el ... cielo no se puede caer nada? Es terrible la visión de un pequeño nido roto bajo la rama de un árbol. Todos me habéis entendido, pero duele menos decirlo así. Es terrible el sonido de un huevo duro al romperse contra la evidencia. Es terrible esta falta de objetividad. Y es nuestra única esperanza.