Dedicada durante más de 25 años a la pintura y a la escultura, la artista Carmen Varela, expone en la Galería ArteVeintiuno de Madrid una selección de sus obras. Facetas del mundo en el que vive, diferentes líneas con las que va construyendo sus mapas.

La mirada y la observación del mundo abren la posibilidad a diálogos diversos, por esta razón van apareciendo temas diferentes en sus obras. De esta observación nacen los retratos urbanos: gente anónima que, por alguna circunstancia, llama su atención. A través de pequeños elementos como los gestos, formas de moverse, de andar, de contemplar lo que nos rodea, los vestidos o los peinados –cuyos colores y formas nos dibujan a cada uno- capta la belleza de las personas. Existe en sus retratos urbanos una búsqueda continua de la misma sensación que tiene en los museos al observar otros retratos: la sensación de contemplar unos rostros que ... a su vez miran al espectador, presencias de cuyas vidas no sabemos nada- a veces, si acaso, un nombre- y sin embargo esos rostros que miran hacia el mundo desde siglos atrás nos evocan a través de colores, luces y sombras el misterio de la belleza…Y esas presencias que llegan atravesando el tiempo nos siguen hipnotizando.

Otra dimensión de su pintura son los soportes: sus carpinterías convexas preparadas por ella misma y realizadas con el fin de dar volumen escultórico a sus cuadros.

En el campo de la escultura ha experimentado con el cartón-piedra como materia prima principal. Para Carmen Varela el cartón tiene ventajas fundamentales como la ligereza y la calidez; la posibilidad de realizar obras seriadas; y la de utilizar las propias esculturas como lienzo para pintar. A una escultura que simula una figura humana el color le da presencia y algo de vida aunque ésta sea una ligera vida de cartón. En definitiva, sus esculturas quieren ser poemas visuales que muestran un instante en el que, tal vez, se ha parado el tiempo.

Varela considera que lo único auténticamente personal que se puede aportar al arte de este tiempo es la mirada. En este sentido trata de contar lo que le fascina a través de una caligrafía a color minuciosa y sutil. Eso es la pintura para esta artista: lo que veo lo llevo conmigo, la caligrafía es lo que quedará de mí.

…Y en medio de todo: los cielos, como contrapunto al ejercicio de ampliar lo diminuto. Los cielos, salvo excepciones, suelen ser los que ve desde su balcón y las gentes son las que pueblan las ciudades por las que transita.