Se trata de un proyecto encargado por la Consellería de Cultura de la Generalitat Valenciana, que a mitad camino entre el documento y el monumento, retrata el estado actual de los cartujos, un mundo privado a los ojos de la inmensa mayoría, lleno de renuncias y misticismo dirigido a la búsqueda de la iluminación interior.
En la obra de Guerrero, se confrontan dos mundos, el del objeto fotográfico como es y el del relato subjetivo, y, se alternan tres coordenadas como denominó gráficamente Joan Costa, la del ojo, la del objeto y la del objetivo en constante juego de equilibrio y desequilibrio.
Del mismo modo que Ortiz Echagüe hizo en su «España mística» en 1943, se ha entrado en las Cartujas para reflejar un mundo que cruza los tiempos y que poco a poco se desvanece en nuestra época, en una actitud romántica de fotografiar para recordar, de salvaguardar la experiencia de...la precariedad de la memoria colectiva, de hacer de la fotografía «monumento».
Es innegable en Guerrero, la aceptación de la herencia recibida de la pintura desde Zurbarán a Sorolla, por su sintaxis de la luz en claroscuro, el juego de la perspectiva, la composición y la pose quasi pictórica y a su vez también es innegable, su acervo de fotógrafo al servicio de la «verdad», ahí están de manera remarcable, la obsesión fotográfica por la nitidez, por la densidad del detalle, por la fidelidad tonal y por la delineación imparcial y la sensación tangible de «perfección» técnica.
Imágenes de la Exposición
José Manuel Guerrero
Entrada actualizada el el 18 feb de 2020
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