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Retrato de Erik Satie

Exposición / Museo de Bellas Artes de Bilbao / Plaza del Museo, 2 / Bilbao, Vizcaya, España
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Cuándo:
02 oct de 2024 - 31 dic de 2024

Inauguración:
02 oct de 2024

Organizada por:
Museo de Bellas Artes de Bilbao

Artistas participantes:
Ignacio Zuloaga

ENLACES OFICIALES
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Etiquetas
Pintura  Pintura en Vizcaya  Retrato  Retrato en Vizcaya 

       


Descripción de la Exposición

Desde su origen en 1908, el Museo de Bellas Artes de Bilbao ha ampliado sus colecciones en buena medida gracias a donaciones y legados. Esta forma de ingreso se ha mantenido a lo largo del tiempo y constituye una de sus más claras señas de identidad: más del 60 % de las obras que forman el patrimonio artístico del museo han sido legadas o donadas por particulares, instituciones y otras entidades corporativas. A esta histórica sucesión se sumó el pasado año Begoña María Azkue, quien en sus últimas voluntades formalizó un legado a favor del museo con la estipulación de que fuera dedicado íntegramente a la compra de obras de arte que enriquezcan la colección. La primera incorporación fue el óleo sobre lienzo El voto en Sainte-Anne d’Auray (c. 1870), una obra destacada del academicista francés William Bouguereau que se ha sumado a la pintura del siglo XIX del museo. Fue adquirida en la casa de subastas Ansorena (Madrid) en enero de 2023 por 165.466 € y presentada al público en sala en noviembre del mismo año. El museo da ahora a conocer una segunda pintura adquirida en la subasta de Giquello en el Hôtel Drouot (París) en diciembre de 2023 en 54.600 €. Se trata del Retrato de Erik Satie pintado en París por Ignacio Zuloaga hacia 1893-1894, que incrementa con una obra temprana en la producción de Zuloaga el notable conjunto de pinturas (10) del artista vasco conservado por el museo: Retrato del conde de Campo Alegre (c. 1892), La dama de la sombrilla (c. 1895-1897), Picador gitano (1903), Retrato de doña Adela Quintana Moreno (1910), El cardenal (1912), Retrato de la condesa Mathieu de Noailles (1913), Retrato de doña Rosita Gutiérrez (c. 1914-1915), Paisaje de La Rioja (c. 1935) y Desnudo de mujer (c. 1939). Al interés artístico de la obra, esta nueva adquisición suma el homenaje implícito a Begoña María Azkue, entre cuyas aficiones, la música ocupaba un lugar destacado. Ignacio Zuloaga (Éibar, Guipúzcoa, 1870-Madrid, 1945) Retrato de Erik Satie, c. 1893-1894 Óleo sobre lienzo. 49,3 x 60,5 cm Adquirido en 2024 gracias al legado de Begoña María Azkue La incorporación de este retrato del compositor francés Erik Satie (Honfleur, Calvados, Normandía, 1866-París, 1925) a la colección de obras de Ignacio Zuloaga en el museo completa un periodo -el de la producción de juventud- en el que la oferta en el mercado es prácticamente inexistente. El lienzo documenta el momento en el que la pintura de Zuloaga acusa la influencia de Eugène Carrière y cambia el naturalismo de paleta impresionista por un cromatismo restringido y una iluminación en penumbra que le acercan al simbolismo. De ese modo emerge en un interior indeterminado el busto del joven Satie, con el rostro en perfil de tres cuartos apenas iluminado y con el look bohemio de Montmartre, con barba y cabello largo, quevedos y levita, previo al “uniforme” de pana verde que el músico vistió a partir de 1895 y durante más de diez años. Zuloaga pintó esta obra en París, en un momento inicial de su carrera -con 23 años- en el que viajó a la capital francesa con el ansia de completar su formación autodidacta en contacto directo con la modernidad. Allí formó parte de la bohemia de poetas, pintores y músicos y del numeroso grupo de artistas vascos y catalanes que se reunía en cafés y cabarets. Entabló amistad con Pablo Uranga, con quien a finales de 1892 se mudó a la rue Cortot. Allí fueron vecinos de la pintora Suzanne Valadon, que en 1893 mantuvo un idilio con Erik Satie. Para entonces Zuloaga ya debía de conocer al músico, puesto que tocaba el piano en el cabaret Le Chat Noir que frecuentaba y donde se hizo amigo de los pintores Ramón Casas y Santiago Rusiñol. Todos ellos -Valadon, Uranga, Casas y Rusiñol- dibujaron o pintaron al músico, ya entonces una personalidad fuera de lo común cuya influencia se extendería desde sus contemporáneos, como precursor de Debussy o Ravel, y llegaría hasta nuestros días con los compositores minimalistas John Cage o Steve Reich, entre otros. Además, Satie fue efigiado por artistas de vanguardia como Cocteau, Picasso, Larionov, Goncharova, Brancusi, Man Ray o Picabia. Compuso la banda sonora del cortometraje experimental Entr’acte (1924) de René Clair, que actualmente se proyecta en el museo como prólogo a la exposición Entreacto. Con Jean Cocteau entró en contacto con los célebres Ballets Rusos de Serguéi Diághilev y compuso la música del ballet Parade (1917), cuyos decorados y vestuario estuvieron a cargo de Picasso. El cuadro fue un regalo de Ignacio Zuloaga al músico -firmado y dedicado “A mon cher ami Erik Satie” [sic]-, quien lo conservó hasta su muerte en 1925. Ignacio Zuloaga (Éibar, Guipúzcoa, 1870-Madrid, 1945) A lo largo de su trayectoria, Zuloaga gozó de gran éxito comercial y recibió premios y distinciones que le convirtieron en uno de los artistas más afamados de la época. Con una primera formación autodidacta y en un entorno familiar de célebres damasquinadores y ceramistas, descubrió en 1887 el Museo del Prado, donde como copista estudió las obras maestras de la escuela española. En 1888 viajó a Roma y durante más de ocho meses permaneció en la ciudad con el objetivo de completar su bagaje artístico. Un año más tarde, en 1890, se instaló en París, donde asistió a la Académie de la Palette que dirigía el pintor Henri Gervex y donde enseñaba Eugène Carrière. En París experimentó con un lenguaje derivado del naturalismo y el simbolismo, y se relacionó estrechamente con los pintores Edgar Degas, Paul Gauguin, Henri Toulouse-Lautrec y Maxime Dethomas, y con la importante colonia de artistas vascos y catalanes, entre ellos y de modo especial con Pablo Uranga, Francisco Durrio, Miquel Utrillo, Ramón Casas y Santiago Rusiñol. A partir de este momento viajó constantemente y comenzó a exponer en certámenes y salones internacionales, donde logró fama y prestigio con una iconografía coincidente con la visión de la Generación del 98 que le convirtió en embajador de la pintura española en Europa. En 1899 se casó con Valentine Dethomas y continuó viajando asiduamente y relacionándose en los círculos artísticos más influyentes. Fue gran amigo del escultor Auguste Rodin y de los escritores Ramón del Valle-Inclán, Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu, Azorín y José Ortega y Gasset, que formaron parte de su entorno cercano. En 1909 presentó con gran éxito su primera exposición americana en la Hispanic Society de Nueva York y obtuvo numerosas solicitudes para retratar a personalidades de la alta sociedad norteamericana y participar en exposiciones. Antes de terminar la I Guerra Mundial, entre 1916 y 1917, realizó una nueva gira por Estados Unidos, que supuso su consagración definitiva en América. En 1919 el coleccionista y mecenas Ramón de la Sota le compró el célebre Retrato de la condesa Mathieu de Noailles, que seguidamente donó al Museo de Bellas Artes de Bilbao. Su primera exposición individual española fue inaugurada en 1926 por el rey Alfonso XIII en el Palacio de Bellas Artes de Madrid y en 1931 se le concedió la presidencia del Patronato del Museo de Arte Moderno de Madrid. A partir de entonces se produjo un nuevo cambio en su pintura y, al no depender de los encargos, Zuloaga se dedicó con mayor intensidad al retrato de amigos y familiares, y a los géneros del paisaje y el bodegón. La Guerra Civil le sorprendió en su casa de Santiago Etxea en Zumaia (Gipuzkoa) dedicado a su arte. Con el estallido de la II Guerra Mundial y los cambios sociales y de gusto, su obra tradicionalista dejó de tener cabida en el mercado artístico y entró a formar parte de los maestros de la pintura española. Begoña María Azkue (Bilbao, 1944-2023) Nacida en Etxebarri en 1944, Begoña Azkue desarrolló a lo largo de su vida una intensa actividad cultural, en la que trasladó sus aficiones personales. Comprometida con el euskera y la cultura vasca, estuvo vinculada a la ikastola Urretxindorra (Bilbao), para la que tradujo materiales pedagógicos. Participó, además, activamente en las aulas de formación para adultos de la Universidad de Deusto. Movida por su pasión por la cultura en su más amplio sentido, en sus numerosos viajes profundizó en el conocimiento de las culturas semita y mediterránea, y tuvo ocasión de asistir a relevantes auditorios y eventos musicales internacionales. De carácter discreto, Begoña Azkue se adhirió a la Comunidad de Amigos del Museo en 2020, un momento especialmente delicado por la pandemia, con un compromiso que revalidó al dejar estipulada en su testamento la voluntad de contribuir al enriquecimiento de la colección del Museo de Bellas Artes de Bilbao en un último gesto de filantropía cívica y cultural.


Entrada actualizada el el 02 oct de 2024

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