Caminar una calle implica conocerla.
¿Cuándo ocurrió la modernización de la Ciudad de México? ¿Cuándo se llevó a cabo el hechizo que ahora parece más bien una maldición; esa de ríos entubados, deforestación, segundos pisos vehiculares y autopistas urbanas? ¿Cuándo la calle se convirtió en el espacio común de los desposeídos? ¿En qué momento la ciudad se volvió ese bloque gris que nos separa de la naturaleza, y en el que sus habitantes parecen correr constantemente el peligro de ser devorados o expulsados?
¿Por qué la aspiración de la mayoría de la población es hacerse de un automóvil para ya no tener que usar el transporte público, ni caminar al trabajo o a la escuela? ¿A partir de qué momento la noción de progreso significó imponer el bienestar personal por encima de los intereses de la comunidad? ¿Cómo se recupera el sentido de comunidad? ¿Cuántas veces observamos en un semáforo a un...vehículo de transporte público atiborrado de personas junto a una camioneta de lujo, diseñada para seis pasajeros, en la que sólo va uno sentado?
¿Por qué los ciudadanos necesitamos que se nos separe del medio ambiente con una capa de asfalto? ¿No podríamos idear una manera menos contaminante, aislante, gris e invasiva para poder desplazarnos? ¿Por qué la naturaleza forzosamente tiene que ser concebida como la otredad que hay que desaparecer en pro de que las ciudades se desarrollen? ¿No hay manera de construir un futuro común?
¿Cuántas horas al día pasa en promedio un habitante de la Ciudad de México en el coche? ¿Por qué avanzamos colectivamente hacia un callejón sin salida y todos los esfuerzos parecen seguir apostándole a la utilización de energías no renovables? ¿La ciudadanía organizada no es capaz de imaginar alternativas y llevarlas a cabo? ¿Qué esfuerzos son necesarios para volver a hacer nuestros los espacios que hoy en día nos resultan tan ajenos?
¿Qué se puede hacer cuando los servidores públicos no cumplen con su labor o benefician sólo a un pequeño sector de la población? ¿Por qué la vía pública se encuentra comúnmente en un estado físico deplorable? ¿Por qué hay colonias en que las calles e infraestructura se encuentran en buen estado y otras en donde el deterioro es evidente y obstruye la vida pública? ¿Cómo hacen los peatones para sobrevivir a la falta de cruces adecuados, para subir y bajar esos puentes que llevan de un lado a otro de enormes avenidas, casi siempre solitarios y de pesados escalones?
Las ciudades son vastos depósitos de historia que pueden ser leídos como un libro si se cuenta con el código apropiado; son sueños colectivos cuyo contenido latente se puede descifrar. Los pasajes son cruceros no sólo de transeúntes y cosas, sino de pensamientos y voluntades con múltiples orígenes. Y es justamente ahí, en este eclecticismo, donde se encuentra la vacuna contra las ortodoxias. En las fisuras de las calles está el desgaste de la ciudad, haz y envés inevitable de su paisaje. Rellenar los huecos revela lo que no está, lo que se deshizo a base de minutos, días y años, a causa del paso de miles de personas, esa historia que han cantado los poetas: no hay que reescribirla, sino escucharla.
Si restaurar es simbólicamente una vuelta al pasado, la reparación busca realizar ese mismo viaje con un sentido práctico, con el objetivo de devolverle su utilidad. En el antiguo arte japonés del kintsugi, en donde las fisuras se celebran y se evidencian con oro, Reparadora completa las partes rotas de un espacio público deteriorado que nos pertenece a todos. Este proyecto asume que para recuperar las calles, para reparar lo que está roto en el tejido social y volver a sentir el espacio público como lo que es, nuestro y de todos, hay que salir y tomar acciones, no en beneficio propio, sino a favor de la comunidad que somos, y del espacio público que recorremos y habitamos.
Reparadora cubre con materiales perecederos los huecos del pavimiento, y aunque una vez terminado de aplicar el relleno la obra brille y parezca unir lo que se encontraba fragmentado, con el paso de los días el hoyo volverá a ser visible, al igual que una memoria colectiva que es imposible negar: ahí están las capas, los días, los años, los sexenios superpuestos, los monumentos, las huellas en el cemento social que una vez estuvo fresco.
Reparadora no salva a nadie ni a nada, Reparadora no repara. Reparadora visibiliza el fallo de la ruta elegida. Reparadora representa una ruptura. Caminar una calle implica conocerla, hacerla propia.
María José Ramírez
Santiago Robles
Christian Barragán
Curaduría: Christian Barragán.
Entrada actualizada el el 19 oct de 2016
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