Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Relato de Bellas Cosas Falsas Una exposición de paisajes Ningún lugar es un paisaje si antes el arte no se fija en él y no lo fija en forma de representación artística. Esta es la idea que fundamenta Relato de Bellas Cosas Falsas, una exposición de paisajes que, a través de una treintena de obras de épocas, lenguajes y procedencias muy diversas, recorre y propone diferentes maneras de crear el paisaje. En los últimos años, el paisaje conoce un apogeo que lo reafirma como tema estrella de las artes visuales, una categoría que mantiene desde hace más de un siglo y medio. ¿Cómo consigue ir reeditando su interés? Precisamente por su capacidad de renovación, que permanentemente lo lleva a encontrar nuevos 'territorios' para representar. El recorrido que sigue el paisaje es la historia de una ampliación de intereses, de una evolución que ha ido incorporando nuevas visiones, inéditas y a menudo inesperadas. Relato de Bellas Cosas Falsas quiere repasar este proceso de suma y expansión. Lo hace mostrando obras de épocas y lenguajes muy diversos. A la vez quiere ensayar la incorporación de aún más paisajes, con el objetivo de contribuir a la larga secuencia de nuevos espacios que alcanzan la dignidad paisajística. La vida imita al arte El fundamento de la exposición es que el paisaje es una percepción cambiante. Una idea que experimenta una revolución radical con el ensayo de Oscar Wilde The Decay of Lying -La decadencia de la mentira-, publicado en 1891. Este texto contiene una frase muy conocida, 'la vida imita al arte mucho más que el arte a la vida'. Según Alain Roger, uno de los pensadores contemporáneos fundamentales en la materia, representa un momento fundacional para una nueva interpretación del paisaje como construcción cultural. El paisaje no existe El paisaje no existe en sí mismo. Aunque en el lenguaje cotidiano ha arraigado la confusión entre paisaje y naturaleza, y aunque el paisaje se percibe como hecho establecido e inmutable, es una idea cambiante, una invención de signo cultural moldeada lentamente por esa energía que Wilde identifica en el mencionado texto: la representación artística. Tenemos paisajes, nos gustan determinados paisajes porque primero nuestra experiencia visual ha sido formada por el arte. Por el arte o, en realidad, por la digestión que en nuestro presente la sociedad de consumo hace de las imágenes artísticas. Así, en todo momento, casi sin darnos cuenta en, estamos aprendiendo a ver lo que, algún día, serán nuevos paisajes. El añadido de nuevos paisajes a nuestro corpus visual es de una efectividad inmensa. A la vez, es un proceso sigiloso y tranquilo, como demuestra el triunfo inapelable de las sucesivas imágenes que han ido engrosando el catálogo paisajístico. Hasta finales del siglo XVIII, por ejemplo, la alta montaña no era considerada. Nadie hablaba de ella, nadie la representaba: no era un paisaje. Hoy parece como si el entorno alpino de picos nevados y bosques oscuros siempre haya sido uno de los paisajes por definición, pero lo cierto es que no lo fue hasta que el naturalista suizo Albrecht von Haller escribió su poema precursor Die Alpen, el 1729. Los casos del desierto, del mar, de las grandes extensiones baldías o incluso de las islas de playas paradisíacas han pasado por fases de adopción similares, gracias al trabajo desde el campo artístico: los relatos aventureros de Saint-Exupéry, las marinas de Poussin, el Machado de Campos de Castilla o Gauguin con las escenas de Tahití. Se trata siempre de desarrollos fragmentarios y discontinuos, con muchos frentes, nada programados. Pero enormemente exitosos en conseguir crear paisajes nuevos. Como dice Lucien Chabason, los artistas 'van por delante nuestro, anticipan nuestra experiencia'. Estas palabras del político y experto medioambiental francés se referían a una de las grandes hornadas de creación paisajística de la época contemporánea: la que a partir de los años 1980 se centra en representar -muy específicamente desde la fotografía- los espacios de la decrepitud: escombros, fábricas abandonadas, extrarradios, calles levantadas, descampados suburbanos. Para la presente propuesta nos interesan estas nuevas imágenes, hoy ya paisajes que definen nuestra actualidad de representación, por lo que tienen de signos que permiten explicar el sistema de creación del paisaje: una anticipación desde el arte que se va fijando en la consideración colectiva. Nos interesan también otros frentes de creación, como la tecnología, el pensamiento urbano, las culturas del ocio o el trabajo desde la identidad individual. A través de lenguajes muy diversos -pintura, fotografía, obra tridimensional o vídeo-, edificamos una narración de posibilidades, donde todo puede convertirse en paisaje. Obviamente, el entorno natural; pero también espacios menos evidentes: los lugares desfavorecidos, los escenarios de la actividad humana, los ambientes sonoros, la experimentación corporal, los episodios de conflicto, las visiones espaciales que proponen lecturas críticas, las estéticas de las relaciones, la performance... Un largo etcétera de conceptos, transformados en convenciones artísticas, transformadas a su vez en hipotéticas revelaciones. Entendemos que los imaginarios que abren estos y otros abordajes son tan configuradores de paisaje como los proyectos adscritos a la línea del land art, hoy ya muestras canónicas de la práctica artística relacionada con la naturaleza. Seis capítulos, seis maneras de crear el paisaje Relato de Bellas Cosas Falsas se estructura en seis apartados, cada uno con un fuerte peso y una lectura individual: podrían extenderse para constituir nuevas exposiciones. De momento, sin embargo, son capítulos necesariamente limitados, que a través de la obra de cinco o seis artistas quieren ofrecer pistas, históricas y potenciales, sobre el proceso de génesis del paisaje: de dónde viene, cómo se crea, de que se compone, qué opciones abre. Cada capítulo se basa en un concepto o eje de significado, y su título remite bien a una noción clásica en el largo camino de la historia del paisaje (el 'jardín' o 'la tierra prometida'), bien a una expresión extraída del fundamental libro Breve Tratado del Paisaje, escrito en 1997 por Alain Roger, mencionado más arriba, bien a una idea específicamente formulada para la ocasión. El primer capítulo, Verdolatría, es una alusión irónica a la debilidad por el cromatismo verde que inunda los discursos más convencionales sobre el paisaje, desde el ecologismo superficial hasta el gusto acomodaticio para la representación de los entornos arcádicos y bucólicos más tranquilizadores; una visión, por cierto, reiterada sin fin aún hoy por la oferta mediática más acrítica, como es el caso de programas tipo 'El paisaje favorito de Cataluña'. La verdolatría, en fin, conecta con determinadas tradiciones pictóricas del paisajismo -la Escuela de Olot es la más conspicua- y a la vez nos permite reflexionar sobre el vínculo del paisaje con la naturaleza, un vínculo que no es siempre tan idílico y amable como pinta la postal. La expresión Regiones espantosas, que aparece en la literatura de la época de la Ilustración para definir diversas fobias territoriales, da nombre al segundo apartado. Se trata de una muestra de lo que se ha convertido uno de los grandes motores de construcción del paisaje contemporáneo: el acceso y paulatina conquista para el imaginario de aquellos lugares al margen, que no se adscriben a la representación paisajística en el uso pero que, precisamente por ello, son la rendija por donde nuevas visiones incorporan al catálogo de paisajes. Las regiones espantosas son imágenes del rechazo, de lo indeseable, del abandono o de lo desconocido: de todo aquello que ha sido invisible y descuidado por la mirada, y que acierta a ser una nueva visión. El tercer capítulo está dedicado a uno de los intentos primigenios de crear el paisaje de manera física, in situ: el jardín. Antes de crear paisajes con la pintura y la poesía, la humanidad creó jardines. La etimología de 'jardín' viene de la raíz indoeuropea 'ghorto', que significa lugar cerrado y protegido, cerrado. Es el mismo significado que 'pairidaeza', palabra persa que origina nuestro 'paraíso'. Jardines son aquellos mundos construidos que nos protegen del exterior: el paisaje entendido como lugar tranquilizador de naturaleza adiestrada y dominada, que permite una existencia apacible y previsible. Históricamente, con las escuelas pictóricas holandesa y flamenca del Renacimiento las connotaciones del jardín se extienden al entorno ordenado de la agricultura. Nace entonces la primera representación paisajística del mundo occidental desde la época de Roma. En el Relato de Bellas Cosas Falsas, encontramos la huella de cercado amable en representaciones tan diversas como la cultura del ocio musical, las experiencias de progreso social o determinadas propuestas de urbanismo contemporáneo. Tierras prometidas es el encabezamiento del siguiente bloque, protagonizado por la idea de que la búsqueda de un mundo mejor es primordial en la invención de paisajes: imágenes rebosantes de posibilidades y de anhelos, de ganas de encontrar rendijas que dejen pasar un aire fresco y consolidar pequeños espacios de libertad, de afirmación y de felicidad. Nuestras tierras prometidas tienen profundidad, ironía o humor, pero quizás lo que mejor las caracteriza es un hálito de nostalgia. El paisaje es, lo vamos viendo, un relato de subjetividades que van engrosando la visión colectiva. Si llevamos esta idea al extremo podemos desembocar en La piel, metáfora para designar como un conjunto de historias personales, de experiencias y pensamientos pueden convertirse en paisaje cuando potencian su conexión con un sitio. Las representaciones de la identidad -las 'ficciones del yo', como se han denominado en determinados momentos del pensamiento contemporáneo- son esenciales para entender la creación actual. Consideramos que también lo son para comprender algunos procesos de creación paisajística. Hacia paisajes nuevos, nombre del último apartado, compendia el concepto central de la exposición: siempre vamos ideando nuevos paisajes, en un movimiento continuado de construcción simbólica que nos hace acumular imágenes y marcos al corpus paisajístico. Los mecanismos de esta creación son múltiples, pero en Relato de Bellas Cosas Falsas queremos destacar caminos conceptuales como la reflexión en torno a la tecnología, las estéticas relacionales y la memoria histórica. Son planteamientos innovadores respecto a las motivaciones clásicas del arte del paisaje, que solía moverse empujado por el impulso de descubrimiento, la fascinación por lo extraño o la voluntad de hacer analogías entre la naturaleza y la psicología humana. Ir hacia nuevos paisajes implica, por tanto, un proceso de renovación constante: del contenido de las imágenes y también de la forma: la forma cómo miramos, cómo proyectamos, cómo hacemos paisaje. El título El título Relato de Bellas Cosas Falsas procede del ensayo de Oscar Wilde citado al principio. Este es el fragmento de referencia: 'La Vida imita al Arte mucho más que el Arte imita a la Vida. Lo cual proviene no sólo del instinto imitativo de la Vida sino del hecho de que el don consciente de la Vida es hallar su expresión, y el Arte le ofrece ciertas formas de belleza para la realización de esa energía. Esta teoría, inédita hasta ahora, es extraordinariamente fecunda y arroja una luz enteramente nueva sobre la historia del Arte. La revelación final es que la Mentira, es decir, relato de bellas cosas falsas, es el fin mismo del Arte. Pero creo haber hablado de esto lo suficiente. Salgamos ahora a la terraza, donde 'el pavo real blanco desfallece como un fantasma', mientras la estrella de la noche 'baña de plata el cielo gris'. Al caer la tarde, la Naturaleza es de un efecto maravillosamente sugestivo y no carece de belleza, aunque quizá sirva principalmente para ilustrar citas de poetas. ¡Venga usted! Ya hemos conversado bastante.
Artistas: Carlos Aires, Rosa Amorós, Arquitecturia, Miquel Barceló, Xavier Basiana i Jaume Orpinell, Basurama, Josep Berga i Boix, Francesc Català-Roca, Patrícia Dauder, Joan Fontcuberta, Francesc Guasch Homs, Albert Gusi, Pere Gussinyé, Juan Antonio Hernández-Díez, Jaume Mercadé, Joaquim Mir, Fina Miralles, Mariona Moncunill i Rasmus Nilausen, Soriano Montagut, Julia Montilla, Palle Nielsen, Perejaume, Frederic Perers, Enrique Radigales, Job Ramos, Jorge Ribalta, Xavier Ribas, Francesc Ruiz, Txema Salvans, Alberto Schommer, Joaquim Vayreda.
Exposición. 13 dic de 2024 - 04 may de 2025 / CAAC - Centro Andaluz de Arte Contemporáneo / Sevilla, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España