Descripción de la Exposición En los lienzos de Marián se dan cita los ingredientes de la receta histórica del destilado cubofuturista de la vanguardia rusa: una parte de cubismo francés con mucho Léger, otra de futurismo italiano, unas buenas rodajas de primitivismo ruso servidas por Larionov y mucha escarcha helada de metafísica Zaum y trans-mental. Pero si en Dark Revolución, su última exposición, predominaban los cielos negros y el ambiente y los temas se presentaban cargados de amenazas, 'anarco-futurismo-pop', en palabras del artista, en Régimen de agua todo se torna más amable y festivo, más solar, en línea con cierto futurismo italiano: Severini, Balla y sobre todo, Depero. Esta carga, menos dramática y oscura, se ve favorecida por una síntesis plástica más elaborada y aparentemente más sencilla e ingenua. En ocasiones es imposible no pensar en cierta estética de los dibujos animados y también en ciertas pinturas pop-surrealistas del underground norteamericano. Esta nueva línea se manifiesta en todo su esplendor en El té suprematista, el cuadro central de esta exposición: Suprematismo, Kasimir Malévich... una escena bufa configurada sobre el lienzo en una lograda armonía cubo-futurista de círculos, cuadrados y triángulos, las formas geométricas esenciales para articular el nuevo espacio pictórico. Lo mismo sucede con otros cuadros de esta exposición: Kino cosmos, Semáforo de la eternidad o el delirante Desfile demencialista, en el que los signos suprematistas se mezclan con otros de carácter más lisérgico. Aparecen entonces en lienzos y papeles el osito Misha, tan presente en la pintura Love, el anagrama del átomo pacífico, la perra Layka, el doctor Dowell, el cosmonauta Gagarin o la bella sirenita de tantos cuentos infantiles. El arte te independiza del mundo de las cosas. El artista, por lo tanto, se acerca al arquetipo del ?sujeto absoluto?, sujeto sin fronteras. Esta revolución en el arte se relaciona, para mí, con la revolución interior, la liberación del sujeto del peso del mundo. Arturo Marián. El artista, de origen ruso español, hijo de una mujer asturiana, niña de la guerra de España emigrada a la URSS y de un periodista moldavo, pisó España por vez primera en 1982. Tenía 17 años. Hasta entonces su vida había trascurrido en Kishiniov, capital de la República Socialista Soviética Moldava. Fue en esta ciudad, en su escuela de Arte Ilya Repin, donde Marián afirmó definitivamente su vocación de pintor. Una vez en Madrid, se matriculó en la Facultad de Bellas Artes de San Fernando, donde se licencia en la especialidad de Grabado, un dato significativo que habla de su profundo y temprano interés por el dibujo y la estampa. Entre 1991 y 1993 Marián viaja frecuentemente a Moscú y descubre la obra del pintor ruso Pavel Filonov que le impacta profundamente por el paralelismo que encuentra entre sus respectivos mundos. La deuda de Marián con los presupuestos del arte analítico que defendía Filonov, un artista marginal y sin embargo central, de la vanguardia rusa, afecta a muchas de sus soluciones formales: el trabajo bien hecho y acabado, la repulsa al boceto, la convicción de que la forma es hecha por la línea persistente y que cada línea debe ser hecha, o la premisa de que todas las partes de la obra, hasta el más mínimo fragmento, tienen un valor visual de igualdad. Arturo insistirá a menudo en este aspecto de su trabajo y lo vinculará con otras propuestas de la vanguardia, como el Surrealismo.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España