Descripción de la Exposición
UNA PUERTA QUE CONTIENE A LA VEZ QUE SE EXPANDE, ABRE.
Concebir las experiencias y los procesos de subjetivación como sinónimos invita a prestar mayor atención a los encuentros vividos, a los cuerpos y afectos que una vez estuvieron presentes; a los objetos que fueron tocados, a las ideas, deseos y gestos que se entremezclaron. Poner el foco en el punto de origen ayuda a identificar las preguntas y las miradas iniciales, iniciadoras, aquellas que una vez fueron compartidas y que trazaron una pista.
La puerta que aparece en el cartel de la exposición (Re)encuentros podría ser una puerta cualquiera de cualquier oficina, escuela, centro antes vista. Pero, como ocurre siempre, lo que para el ojo externo funciona como arquetipo, quienes fueron afectados, afectadas por ella se reconocen, re-visualizan ese algo percibido una vez. Es el caso, esta puerta tiene nombre, es la puerta 117 de un aula de proyectos de Bellas Artes, el espacio que albergó los encuentros de los y las artistas presentes en la exposición. Ahora, a modo de tropo, la imagen permite nombrar el punto de partida y su deriva, lo que generó.
El ejercicio de mirar las obras aquí presentes como una invitada, con ojos externos, me lleva a querer trazar familias, puntos compartidos entre las diferentes prácticas, buscar sus biografías, imaginarlas o directamente inventarlas. Trato de buscar sus similitudes, sus sombras, entrever sus diferencias o desviaciones. Pero esto sola- mente es un texto y sólo pretende estar aquí.
Entre estas líneas más o menos invisibles destaco el interés de algunas obras por echar la vista atrás, por ahondar en los relatos silenciados por la historia en mayúsculas, aquellos que quedaron en la periferia. Es el caso de La piel de María Consolación de Carlos Calvo que nos transporta a una semana de 1959 en la vida de María Consolación, un diario a sus miedos y heridas, aunque no sean sólo de ella. Pero atender el pasado puede ser también una manera de cuestionar el presente, una forma de mirar sus capas desde la atalaya. Es lo que ocurre en la acción registrada 40-40 de Jose Carlos Rivera donde vivencialmente confronta la historia de la Maratón con lo que hoy en día queda de ella. Un mito que es desterrado de su propio terreno.
Cuando no salen las palabras correctas, pienso en imágenes. En este caso, hay una que se me repite al vincular algunas obras, es la de la grieta. Pienso en la grieta como una abertura que a veces pasa inadvertida a la vista, pero que desestabiliza o, al menos, permite su posibilidad. Creo que la pulsión por agrietar está presente en varias obras, de hecho, pienso que en muchos casos funciona como una metodología de trabajo. En Tea Time, por ejemplo, Sara Cano crea un hogar transportable, un lugar que permite recogerse de la ciudad, huir e imaginar formas alternativas de habitar la realidad. El ejercicio de trastocar aparece también en el proyecto Caligragía Vegetal de Marta Linaza cuando explora el huerto a modo de laboratorio artístico. Un lazo que resalta los cuidados y los tiempos requeridos en ambas prácticas –el huerto y el arte- y tensiona lo que esperamos de las mismas.
En esta misma línea de trabajo, concibo que hay obras que dialogan cuidadosamente con las imágenes, con lo visual, con su enganche a la realidad y las estructuras y, sobre todo, con una consciencia acerca de su potencialidad. Es el caso de obras como Gentry o Anark y Oku de Roberto Freire o El sonido del mar de Sara Cano donde el imaginario colectivo funciona como punto de reflexión. O en los gestos camuflados de Jose Carlos Rivera en las piezas Ser piedra o Adur Square donde la acción de permanecer con el paisaje se traduce no sólo en una negociación por el cohabitar, sino por la representación.
Atender el acercamiento que el arte tiene con la vida es también pensar en cómo los objetos tocados o vividos hablan de las narrativas propias o compartidas. Sospechar de cómo conformamos los sentidos y los significados, o sorprendernos con los mismos. Así, concibo que el uso dado, quitado o pegajoso de los objetos funciona como otro punto vertebrador de la sala. Irían en esta línea el proyecto Sillas de Javier Mañero o La corta vida de las cosas útiles de Roberto Freire. Dislocaciones azarosas que resignifican los objetos.
Piezas unidas por miradas y preguntas que fueron compartidas. Piezas que dialogan, que se vuelven a encontrar o se escuchan por primera vez.
Ane Lekuona
Comisaria de la exposición
Exposición. 31 oct de 2024 - 09 feb de 2025 / Artium - Centro Museo Vasco de Arte Contemporáneo / Vitoria-Gasteiz, Álava, España