Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Se ha dicho que durante la guerra en Europa sólo los necios eran ajenos a la existencia de los campos de concentración nazis y a los guetos. Pero lo que ocurrió exactamente en esos campos y esos guetos fue un misterio durante un periodo asombrosamente largo. Los expertos en propaganda de Hitler fueron maestros encubriendo la verdadera y horrenda naturaleza de los campos y los guetos. Las revistas gráficas del Tercer Reich estaban llenas de fotografías que tenían como única y execrable finalidad presentar los campos de concentración como instituciones de reeducación y los guetos como un honesto intento casi colonialista, por parte de los alemanes, de establecer asentamientos judíos con la intención de "civilizar" a los hebreos. El Consejo Hebreo del Gueto de Lódz, el segundo más grande de la Europa ocupada, tomó la controvertida decisión de que sería mejor para el bienestar de los judíos del gueto fomentar esta imagen. La razón para ello fue que si el Consejo conseguía transformar el gueto en un taller bien dirigido y rentable había una posibilidad de que los nazis, al menos durante un tiempo, no destruyeran el gueto. Como parte de este empeño, el Consejo contó con la ayuda de dos fotógrafos de excepcional talento entre los residentes del gueto: Henryk Ross y Mendel Grossman. Su tarea consistía en tomar fotos propagandísticas de los productos manufacturados en el gueto y además de la vida del gueto en general. Aunque con esto ayudaba en el propósito de esconder la terrible verdad de la vida en el gueto, tanto por parte de los alemanes como de los judíos, Ross secretamente también utilizó audazmente el acceso que tenía a una cámara y al equipo de revelado para mostrar los horrores del Gueto de Lódz. Tomó desgarradoras instantáneas de ejecuciones, de gente muriendo de hambre, de caras llenas de angustia y de niños que cavan en el suelo desesperadamente para extraer patatas podridas y otros alimentos que habían sido enterrados en el gueto. La razón por la que las fotos de Ross sobrevivieron a la guerra se debe a que hizo con ellas lo mismo que el Consejo había hecho con la basura: enterrarlas en el gueto, donde permanecieron durante el invierno de 1944-45. Después de la liberación, Ross, que a diferencia del 97 por ciento de los residentes del gueto, había sobrevivido, desenterró la caja con sus fotos y negativos y se la llevó definitivamente a su nuevo hogar en Israel. Muy pronto, las fotografías de Ross, que mostraban el abismo del holocausto de una manera muy gráfica y elocuente, se convirtieron en imágenes iconográficas del holocausto. Se utilizaron en el juicio contra Eichmann y también se exhiben en los museos de todo mundo, aunque Ross no permitió la difusión de la mayoría de sus miles de fotos hasta los últimos años de su vida. Las instantáneas que no coincidían con la imagen del holocausto que se había creado con los recuerdos de los supervivientes se mantuvieron apartadas del ojo público como si todavía estuviesen enterradas en el gueto. Seguramente, la publicación selectiva de las fotografías de Ross estaba motivada por una comprensible necesidad de destacar aquellos aspectos del holocausto que eran más importantes de acuerdo con las traumáticas memorias de los supervivientes. Pero Ross también se guiaba por otras motivaciones. Algún tiempo después de la guerra Ross discutió con los algunos de los más destacados supervivientes del gueto entre acusaciones mutuas de colaboracionismo durante la guerra. Poco después, el trabajo de Ross empezó a ser gradualmente marginado y, por razones que aún no están claras, muchas de sus fotografías comenzaron a ser incorrectamente atribuidas a Mendel Grossman. Habría que decir que una posible lectura del uso parcial de las fotografías de Ross es que las fotografías inéditas mostraban la vida de la elite del gueto (el pequeño segmento de la sociedad del gueto que rodeaba al Consejo y a la policía judía) y apuntar que Ross había estado más cerca de este segmento de lo que estaba dispuesto a admitir. Y efectivamente podemos ver imágenes conmovedoras y angustiosas de niños vestidos como los policías del gueto o en fiestas -un año más tarde todos los niños sin protección especial habían sido deportados del gueto-, fotos que no parecían haber sido tomadas por un extraño. Pero esta lectura nos daría una interpretación limitada y equívoca de la conducta de Ross en la posguerra. Una explicación más convincente de las acciones de Ross es que las fotografías que guardó -y por ello metafóricamente aún enterradas en el gueto- representaban un mundo que resultaba muy doloroso para muchos supervivientes. Un mundo que era consecuencia directa de los difíciles dilemas que los nazis impusieron en la sociedad del gueto, por ejemplo forzando a las víctimas a elegir entre lealtades opuestas. Todas las víctimas, no sólo una pequeña minoría de consejeros judíos y policías, tenían que moverse entre el heroísmo y el compromiso y entre la colaboración, la cooperación y la resistencia. Por ejemplo, cualquier acto llevado a cabo para ayudar a tu hijo a vivir un día más podía, al mismo tiempo, poner en peligro la vida de los amigos, los vecinos o de toda la comunidad. Reconocer esto no disminuye el sufrimiento de las víctimas del holocausto. Al contrario, cuanto más sabemos sobre las crueles e inadmisibles opciones impuestas por los nazis a los judíos de Europa, más entendemos y nos identificamos con las traumáticas experiencias de los supervivientes de Shoah. Hay razones para creer que Ross, al final de su vida, estaba definitivamente dispuesto a difundir la colección completa y a contar abiertamente toda la historia del gueto. En 1987, cuatro años antes de su muerte, Ross catalogó la mayoría de sus fotografías. Ese mismo año, donó los contactos de casi todos los negativos, además de una copia de su catálogo, al Museo de la Diáspora Judía en Tel Aviv. Pero el mundo todavía no estaba preparado para afrontar la colección de Ross. En los veinte años posteriores, el Museo conservó, pero no incluyó, ninguna reseña acerca de ellas en su catálogo ni procuró ninguna ayuda. Sólo una referencia en los documentos privados de Ross, y la perseverancia del personal más devoto del Museo, llevaron al redescubrimiento de las imágenes de Ross en el archivo del Museo en el año 2007. Al mismo tiempo, el hijo de Ross continuó con la postrera labor de su padre para extraer la colección completa de su metafórico lugar de enterramiento. Hizo posible el traslado de la colección de su padre al Archivo de Conflictos Modernos en los años noventa, desde donde ha sido recientemente llevada a la Art Gallery de Ontario en Toronto. La colección completa de Henryk Ross actualmente espera la debida atención y nos reta a examinar cómo la historia del holocausto ha sido contada y recontada en los últimos sesenta años. Con esta colección completa de Ross ahora podemos estudiar la forma en que ciertas fotografías de la Colección Ross fueron utilizadas como ilustraciones para interpretar el holocausto que fueron mediatizadas por el trauma y por los recuerdos de la posguerra y las experiencias tanto de los historiadores como de los cronistas y los supervivientes. Sería conveniente intentar imaginar el proceso por el que la gente ha intentado comprender en los últimos sesenta años el gueto de Lódz y el holocausto como un palimpsesto en el que se han escrito unas historias mientras otras eran borradas, corregidas o rescritas. En este proceso, las fotos de Ross se usaron selectivamente para dar credibilidad a una u otra interpretación del holocausto. Ahora, con la colección completa de Ross, podemos finalmente indagar, de forma cuidadosa y respetuosa, en todos los niveles de este palimpsesto y empezar a ver no una panorámica total, sino una visión mucho más completa del gueto de Lódz que yace enterrada bajo múltiples capas de recuerdos.
Recuerdos enterrados: las fotografías de Henryk Ross es el documento gráfico más completo de la vida en el gueto de Lodz durante la ocupación nazi de Polonia en la II Guerra Mundial. La ciudad de Lodz albergó el segundo mayor gueto de Polonia durante la invasión nazi de la II Guerra Mundial. La mayoría de sus habitantes huyeron o fueron deportados cuando los nazis invadieron el país, sin embargo, muchos otros decidieron permanecer e inesperadamente se vieron encerrados en un gueto en el que, en 1945, sólo habían sobrevivido 7.000 judíos. La exposición testimonia la vida en el gueto a través de más de 150 imágenes. Ross utilizó su puesto como fotógrafo oficial del Departamento de Estadística del gueto para realizar fotografías de identificación de los trabajadores y para documentar la producción, además de mostrar el trauma de las deportaciones, las ejecuciones públicas, la desnutrición o la lucha por la supervivencia. Pero además, arriesgando su propia vida, Ross usó su cámara para retratar la realidad de la vida y la muerte, imágenes domésticas fruto del intento por mantener la normalidad: celebraciones, nacimientos o reuniones familiares.
Exposición. 17 dic de 2024 - 16 mar de 2025 / Museo Picasso Málaga / Málaga, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España