Descripción de la Exposición La otra tarde Joaquín me invitó a ir a su estudio con dos amigas, nos mostró sus cuadros. Los espacios en los que trabaja un artista son proyección del mismo, hay veces que estos espacios nos han ayudado a entender la forma, el proceso, hasta incluso el medio más íntimo en el que se desenvuelve; hace poco en Londres se publicaban las fotos que mostraban los rincones en los que Francis Bacon construía sus obras, estas imágenes eran muestra de ello. Joaquín Peña-Toro pinta dentro de un contexto en el que se ve cómodo, sin ninguna pretensión. El ruido de una calle cualquiera, la luz de una ventana cualquiera, una casa cualquiera…, un medio en el que Joaquín tapa, destapa, acaricia, pinta con más intensidad, con menos…, proyecta su trato delicado a obras que construye a partir de dosis de luz del sur, capas y capas de luz, de color, y una cierta visión deformada de la realidad que une formalmente los dos hemisferios de su cerebro, los solapa. Tápies y Antonio López, no es poco. Joaquín Peña-Toro interpreta el medio en el que nos desenvolvemos cotidianamente. La arquitectura y el urbanismo entendidos desde dentro son parte de nuestra ropa, por tanto nos educan día a día, de ahí que la interpretación libre de los planos que nos envuelven en la ciudad no sea algo anecdótico o decorativo, sino vital. Como me decía un día, pinta el "índice de lugares personales" a los que tiene cariño, tanto que suponen una elección a la que dedicar mucho tiempo. La mayoría de los mortales habita las ciudades que Joaquín pinta, si lo contemporáneo es el tiempo y la materia con los que interactuamos, existen muchas formas de contemporaneidad, la de Joaquín es una de ellas. La vanguardia es otra cosa, es atemporal, es un hecho que se repite a lo largo del tiempo. La pintura de Joaquín está en los tiempos de muchos de nosotros. Partir de la fotografía no constituye precisamente una facilidad a la hora de trabajar, sino un doble esfuerzo, "algo" tiene que yacer en un lugar para disparar. Vi que colocaba una sucesión de fragmentos del sitio junto al cuadro, él me dijo humildemente que los utilizaba porque aportaban más información para reconstruir los planos del encuadre elegido, yo las vi de otra forma, y pensé que estarían bien cerca de sus cuadros, es decir pensé que ayudaban a construir el lugar, hasta imaginar cualidades de orden sensorial. La arquitectura que Joaquín pinta es la que habita el hombre contemporáneo. Se podría hablar de "no lugares" y otras calificaciones despectivas, sin pensar que detrás de esa arquitectura, que ya deja de ser contemporánea pero que algún día lo fue, existen una serie de avances sociales, culturales y técnicos que nos han ayudado a ser más tolerantes, a vivir adaptados a la vida en colectividad. Estas obras extraen una conclusión positiva de lo común. La arquitectura de Joaquín Peña-Toro es la de la oportunidad de muchos en un siglo pasado. Como el mundo no avanza tan rápidamente como les gustaría a los arquitectos de vanguardia, el hombre contemporáneo habita los lugares de un tiempo pasado, se encuentra "desfasado". Estos encuadres construyen una mirada personal hacia nuestra realidad. Utilizar la abstracción como medio para traducir la obsesión es propio del artista, dicen que "sin obsesión no hay arte". El medio sirve para canalizarla, esto es lo que hace Joaquín, pintar, repintar, igual que leer y releer…, el trabajo se convierte en una espiral en la que cada vez las curvas que se describen se hacen más perfectas, esto conlleva un ejercicio intelectual muy duro en la trasera acompañado de la obsesión por construir algo diferente, quelque chose de personnelle, posiblemente la afirmación de un artista sea ésta, la traducción de uno mismo a través del medio de la forma más entera posible. La arquitectura constituye un fragmento pequeño en la trayectoria de Joaquín Peña-Toro, hay que ver cómo evoluciona con el paso de los años, y pensar que su contexto le va a dotar del medio en el que desenvolverse con libertad para seguir construyendo su propia personalidad, en continuo, de forma constante, en esa espiral en la que todos más o menos nos movemos. La primera vez que vi un cuadro de Joaquín supe que era de Peña-Toro, eso quizás sea lo más interesante, poder reconocer la sensibilidad de alguien porque nos descubre algo de nosotros mismos. La estética en este punto se convierte en algo adolescente.
Formación. El 30 ene de 2025 / Fundación Juan March / Madrid, España