La muestra, como en sus exposiciones anteriores Barricades (2004) y Grasses saturades (2007), ofrece una reflexión sobre las tensiones que genera la sociedad del consumo y cómo éste se materializa en nuestro entorno configurando paisajes cotidianos. La artista recrea un paisaje urbano dentro de la galería mediante un trabajo multidisciplinar: videoinstalación, escultura y pintura.

'Rebava' (Rebaba) es la obra que da título a la exposición. La instalación está formada por grandes placas de metacrilato, pintadas a mano, en las que se dibujan unas rejas cubiertas de maleza. En el interior se proyecta un vídeo cuya imagen es un plano fijo donde se aprecia un cúmulo de desechos, posibles en cualquier rincón de la ciudad, y sólo unas ramas y algunos resíduos adquieren cierto movimiento. Desperdicios y maleza configuran el mismo paisaje, un paisaje desolador que la naturaleza acentúa, más si ... cabe, la sensación de abandono. No obstante, aunque forman parte del paisaje urbano son considerados ajenos al mismo. La pieza, erigida en medio del espacio expositivo a modo de barricada, de obstáculo, se interpone al paso de manera agresiva, dando cuenta de la vulnerabilidad que uno tiene frente a lo que la artista denomina la 'rebaba de la civilización': excesos de desperdicios que nuestra cultura produce, visibles en las grandes ciudades y en los espacios de consumo. Esta rebaba es inherente al hombre, forma parte de su proceso vital, y a pesar de ello, es considerado como algo obsceno. De este modo, la artista presta atención a estas fisuras e imperfecciones ya que le ayudan a comprender el mundo en que vivimos.

En la misma línea, esta rebaba aparece en el vídeo Fantasma (2009), los desperdicios industriales se aglutinan junto a una balsa en donde se refleja una valla publicitaria anunciando un Ipod. El anuncio cambia de color y una paloma alza el vuelo. La imagen no es del todo desoladora, cierta belleza emana de lo siniestro. La publicidad reaparece, igual que en trabajos anteriores, como generadora de necesidades vacuas y deseos ficticios, siendo un campo de interés para la artista, al igual que la observación de las calles de la ciudad, aeropuertos, centros comerciales, tiendas, en definitiva, lugares y objetos que nos dan pistas sobre las tensiones que lidiamos día a día y la situación de control, homogeneización y alienación a la que estamos sometidos. A modo de objeto trágico, Eclipse (2009), arbusto cuyas ramas crecen por una rendija dentro de la galeria, está eclipsado por algo que lo invade. La imagen que proyecta de decadencia, desolación y desamparo sirve como metáfora de la 'civilización sobrevalorada', campo que explora la artista.