Descripción de la Exposición
Pareciera que la modernidad se basa en las formas más simples con las que estamos en contacto en nuestro día a día. De hecho, desde la prehistoria, hasta la actualidad, nuestra fascinación por lo simple ha evolucionado a tal grado, que ha permitido la creación de un conjunto de lenguajes universales en torno a ella, que van desde el minimalismo, pasando por el arte poético hasta llegar al espiritualismo hindú, entre muchos otros, que parecen coincidir todos sobre cuál es la forma más sencilla: a saber: el cuerpo humano.
En la actualidad, en un momento en el que los “ismos” parecieran haber desvanecido del escenario artístico para darle paso a un nuevo tipo de expresión, esta vez, sin ningún tipo de limitaciones, ello pudiera tener como consecuencia el confinamiento de algunos artistas a una esquina del plató en solitario, en razón de la creencia de muchas personas de que el arte ya no tiene para donde ir, lo que les ha permitido aferrarse a una idea peregrina de que todo está por acabarse, particularmente en estos tiempos de arte digital e inteligencia artificial.
Afortunadamente, esta creencia carece de fundamento, por cuanto nada termina de manera absoluta, sino, muy por el contrario, simplemente sigue y sigue y sigue, como nos lo demuestra en su más reciente exposición, el joven artista Miguel Peña, quien aferrado a esta premisa sobre la continuidad, se acerca sin temor al centro del escenario, con un conjunto de obras en las que predomina el cuerpo humano; siendo quizás el detalle más notable en ellas, el hecho de que han sido realizadas todas utilizando el medio más primitivo que conocemos: el lápiz; con el cual el artista se ha permitido un regreso al origen ancestral del arte, a pesar de cualquier limitación que este recurso pudiera parecer imponerle, como por ejemplo, el de poder agregar o borrar elementos dentro de sus composiciones con la misma facilidad que se lo permitiría la pintura.
En consecuencia, Miguel Peña, lápiz en mano, ha decidido devolverse al postulado ancestral del artista sentado frente a su modelo para representar exactamente lo que ve, y con ello vencer toda dificultad de capturar cualquier expresión fugaz, en el rostro de ellos, para convertir sus creaciones, realizadas con una destreza singular, no solo en un inmenso desafío técnico sino en un recurso para lograr que cada una de ellas parezca estar intensamente viva.
Las obras de Miguel Peña, además de ser evidentemente composiciones pictóricas, se nos presentan como una construcción poética y narrativa a la vez, en las que el artista ha sabido reunir, de manera exitosa, las tres cualidades que dan nombre a su muestra, a saber: lo REAL, lo SIMBOLICO y lo IMAGINARIO, pero, manteniéndose lejos de la tentación de incorporar a ellos ningún requisito propio del arte contemporáneo, por el contrario, sus dibujos parecen haber sido realizados de forma casi monacal, sin colaboración alguna de la tecnología, y se nos muestran como unos trabajos artesanales y vulnerables a la vez, en los que se nota, sin ambigüedad, un control total sobre ellos por parte de su creador.
En definitiva, se pudiera afirmar que el arte de Miguel Peña es su manera de estar en la escritura sin estarlo, o quizás por el contrario, es su manera de estarlo, pero de manera silenciosa, al haberse limitado al menor número de recursos para su realización, y hacer uso exclusivamente de la mancha negra para cubrir la blanca palidez de sus telas, y crear así, un conjunto de obras monocromáticas que contienen la misma fuerza de cualquier cuadro a color; con los que se permite contarnos sus historias sin tener que recurrir a la página escrita, como lo haría cualquier escritor, y confirmar con ello, la relevancia de estas palabras de Leonardo da Vinci, “La pintura es poesía muda; la poesía, pintura ciega”. Lección que él ha aprendido a cabalidad, al saber perfectamente, que el dibujo y la escritura tienen un ancestro común, por haber nacido ambos como un simple gesto, por lo tanto, para él, dibujar no es más que escribir, pero con un tipo especial de caligrafía, una que le permite a sus dibujos tener todos los elementos de una anotación, que le faculte, el poder dibujar con las manos lo que no puede escribir con ellas, puesto que para él, la escritura al igual que el dibujo, en el fondo no es una realidad, sino apenas una desviación artística de ella.
Lo que me permite citar al escritor francés Pascal Quignard, quien en su libro “El odio a la música”, trata de explorar las maneras de poder sustituir el lenguaje y escribe: “El silencio sin duda fue el que me hizo decidirme a escribir; pude hacer el siguiente trato: estar en el lenguaje callándome”. En la obra de Miguel Peña, el silencio, se nos presenta como un protagonista principal dentro de la composición, pero esta vez, oculto detrás de los ojos cerrados de sus modelos, quienes, para poder ver, han decidido hacerlo abriendo sus corazones, y permitirse de esta manera, ver exclusivamente las cosas importantes que les suceden, ya que no todas, en definitiva, los son. De esta manera, Miguel Peña, busca a través de su “silencio”, procurar en el espectador un estado de reflexión que pudiera elevar ese intercambio silencioso con la obra a un recogimiento que logre llevarlo a un verdadero estado de sublimidad.
Me gustaría finalizar afirmando que vistas en conjunto, las obras de Miguel Peña, parecieran estar todas unidas de manera coherente, como lo puede ser un buen cuento de principio a fin, al demostrarnos como cada una de ellas termina siendo proporcionalmente parte de la otra, y permitirnos apreciar como el artista ha logrado trascender cualquier pregunta trivial, como lo pudiera ser la identidad del retratado, o en su defecto, las referidas a la técnica utilizada para su creación, para conducirnos directamente a una poderosa y conmovedora comprensión de nuestra propia humanidad, y confirmarnos con ello que, en definitiva, estamos frente a un artista de indudable talento, que ha sabido incorporar a sus creaciones, lo mejor de las enseñanzas dejadas por los maestros que lo precedieron, y quien estoy seguro dará mucho de qué hablar en el futuro.
Cesar Sasson
Ciudad de Panamá, 2023
Exposición. 17 nov de 2024 - 18 ene de 2025 / The Ryder - Madrid / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España