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RE- CONOCIENDOME

Cuando regresé a la tierra de la lluvia, lo hice cargada de colores, de luces, de versos, de olores tropicales. Todos esos detalles como si de una parábola se tratara, cayeron y germinaron en mí. Yo a su vez los he dejado caer, como hojas de otoño para que germinaran en telas.

Pintar es un acontecimiento sin final, es la búsqueda incansable, es vivir la vida desde otro lado. Dedicarle minutos a un reflejo, que con los años vayas cambiando, que tu vida exterior se vaya volviendo menos ruidosa y enriquezcas la interior pasando más y más horas en tu estudio. Una pincelada es la unidad de todos los instantes.

Como decía Octavio Paz: 'Todo es presencia, todos los siglos son este presente'.

En este presente mío, todo mi pasado, mis miedos, mis angustias, mis verdades, mis alegrías, mis esperanzas, el amor... Todo está presente en una pincelada, y en otra y otra...

En esta exposición me re-conozco. Diferentes obras, diferentes temas. Algunos acabados, de los que ya me he desembarazado, y otros que haré y reharé una y otra vez, hasta poder deshacerme de ellos y que den lugar a próximas inquietudes.

CRONICA DE UNA OBRA ANUNCIADA

De niña compartí momentos únicos con el maestro Gabriel García Márquez, bajo árboles milenarios, de raíces profundas que se agarran a la costa colombiana y miran con aire digno al Caribe, sintiendo en uno solo de sus nudos la historia de América.

Años más tarde, rodaron la película de la novela 'Crónica de una Muerte Anunciada'. Al rodaje asistí con ojos deslumbrados, dejándome llevar por el sueño de volver vivo lo que el maestro creó a golpe de genialidad. Me ofrecieron salir en la película y por edad no me lo permitieron mis padres. Años más tarde decidí pintar sobre esta obra, incluirme en alguna de las piezas y así sacarme esta asignatura pendiente. Una vez más el arte ayuda al arte, y mi obra vio la luz en el Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias y en La Cueva de Barranquilla, custodiada por Jaime García Márquez y Gerald Martín (Biógrafo de Gabo).

CARIBE

Del Caribe no podré desembarazarme nunca. Podré dejar que descansen mis amigas palenqueras, Zenaida, Julia, María, Catalina... Les he robado sus colores, su alegría, su música, sus olas, su arena, sus frutas, sus telas, sus cubos, sus bailes, sus vallenatos, su andar descalzas y ser reinas, su manera de entender la vida y su optimismo. No me desprenderé del Caribe porque cada vez que exploro otra parte de mí, y me vacío, necesito recargarme de nuevo y para ello tengo que volver.

Entiendo que con los años quizás lograré que un blanco puro se vea como una explosión de colores. Mientras llego a ese final seguiré bebiendo agua de coco y utilizándola para mis nuevos proyectos.