Descripción de la Exposición
Hace tiempo que el artista coruñés Daniel Salorio recorre el jardín del Edén en busca de materiales para su obra. Ramas caídas que en días de plenitud sostuvieron hojas verdes y frutos. Hojas que el viento arrancó y semillas esparcidas por el suelo, vainas también, y cortezas, y algas, y piedras... desechos naturales carentes de singularidad, de pretenciosidad, homogenizados por su sencillez, en los que el artista sabe encontrar la génesis de sus figuras escultóricas.
Daniel Salorio tiene el poder de dar vida a lo que la ha perdido. Es un artista singular, con un territorio propio perfectamente definido, al que le resulta natural generar ilusión a partir de elementos al alcance de cualquiera. Su indudable talento reside en su capacidad de mirar, de hallar luz donde los demás sólo vemos sombra. En pocos creadores la obra final está tan determinada por los materiales, pues son las formas de aquéllos las que utiliza para dar forma a sus formas.
De manera casi mística, con grandes dosis de amor y de respeto, el maestro procede a ensamblar los componentes, elementos de procedencias botánicas y geográficas bien distintas, que al encontrarse, o reencontrarse, se animan con un hálito de energía, adoptan personalidades zoomórficas o antropomórficas, suscitan en el observador sentimientos de simpatía, deleite, fascinación... justamente la capacidad de emocionar en la que radica la esencia del buen arte.
Amaya de Toledo, esposa del artista, se refiere así a su obra:
«Una inmensa hoja seca de ficus, lo suficientemente curva, sugiere el plumaje de un ave elástico y nervado. La voluptuosidad de una calabaza y dos cápsulas de bellota se convierten en el cuerpo antropomórfico de una Venus de la fertilidad. La raspa de un pez se adivina entre formas carnosas ya muertas de pitas y chumberas.
El atributo de solemnidad no sólo lo da una regia cabeza astada sino la leve inclinación hacia delante de un cuerpo aterciopelado. Incluso cuando Daniel elimina todo rasgo identificativo y convierte la figura en una pura abstracción la imagen se hace todavía más sugerente. La tensión está creada. La expresividad se hace más directa. Dos semillas que montan una sobre otra es un acto de amor congelado en el tiempo...»
Las aves, sintéticas y elegantes, son el argumento de esta segunda exposición de Daniel Salorio en nuestra sala. Sus creaciones, sus bichos, como los llama, se han expuesto habitualmente en Madrid desde 2009: Galería Cucamona, Galería Príncipe y Vidaud, Espacio Valverde, Galería Casariego, Fundación Antonio Pérez, Real Jardín Botánico, De Gruyter, etc.. siempre con gran éxito.
Tanto que, en 2012, la Fundación Antonio Pérez ha escogido una de sus piezas para su museo de Cuenca, la cual se muestra en compañía de obras de artistas de la talla de Tapies, Barceló, Millares, Saura y Canogar.