Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Fantaseo con una hipótesis: si el mundo creativo de Alberto de las Heras (Barakaldo, 1973) pudiera plasmarse -visualizarse- al completo, sería necesario un enorme mapa que nos condujera por los vericuetos y meandros de su imaginación portentosa, del flujo interminable de su universo, de su discurso artístico. No me refiero a un desordenado flujo de conciencia, por remitirnos a una técnica que algo tiene que ver con su obra por lo que ésta, a su vez, evoca de literario, sino al flujo como riqueza, como una capacidad creadora que asombra tanto por su belleza como por su caudal. Es, al contrario, un flujo consciente, que no deja todo al azar, por más que éste intervenga, como es inevitable en todo cuanto tiene que ver con la vida que conocemos (el azar es lo desconocido, lo que ignoramos aunque es causa y efecto, como expresara Borges; y Random, azar, se titula justamente esta muestra de la obra de Alberto de las Heras). El propio De las Heras nos lo señala: 'Aunque en un principio pueda parecer que mis dibujos son aleatorios, no lo son. Están pensados al milímetro, cada pequeño detalle está estudiado, pero a la vez el azar interviene de forma involuntaria'. Esa precisión milimétrica, esa minuciosidad con la que pinta y dibuja Alberto de las Heras es la que me gustaría aplicar para conocer los detalles de su pensamiento creador. La misma con la que él explica su obra. Pues he tenido la suerte (la delicia) de ser una de las personas a quien De las Heras ha conducido por, precisamente, el gran mapa-mural (2,5x2,5), perteneciente a la serie Urbis, de la ciudad imaginaria que él ha concebido como uno de esos milagros de la imaginación: con el dedo sobre el papel ha ido señalándome, contándome, dándome detalles de palacios y casas señoriales, de barrios que han ido cambiando de identidad o la han conservado, callejuelas populares, catedrales, museos, viejos y nuevos hospitales, parques, cárcel, universidad. La representación, en un mapa de inspiración cartográfica dieciochesca, de todo cuanto conforma cualquier ciudad real. Sólo falta un campo de fútbol, y en esta decisión surge el destello de la mirada libérrima del artista, el centelleo del genio que elige, el resplandor de una propuesta ideológica que supera la mera representación y materializa el ideal. Dieciochescas serían también algunas de las escenas que encontraríamos en ese recorrido virtual por el mapa mental del artista. Unas escenas galantes que, a modo de toile de Jouy (convertidas por él en su serie Toile de Joie: de la campiña francesa a la alegría de las Heras), incorporan a los elementos clásicos del Rococó otros que ejercen el efecto de una sorpresa en la que el anacronismo opera a modo de llamada de atención crítica, es decir, política: modernas cámaras de seguridad, por ejemplo, asomando por entre el bucólico follaje. Si además esas escenas galantes están siendo protagonizadas por personas del mismo género o de un género ambiguo, ese homoerotismo, aparentemente diluido en la naturalidad de la escena, pasa sin embargo a formar parte esencial de un argumento que cuestiona la convención y se compromete con su ruptura. Se trata de un posicionamiento de la mirada que subvierte la Historia porque la reinterpreta desde sus dos coordenadas básicas, el espacio y el tiempo: los mezcla, los rompe, los confunde. Lo revolucionario no es ya El libro rojo de Mao sino encontrarnos a Catalina la Grande leyéndolo. Es revolucionario encontrarnos a la madre de James Whistler viendo Sálvame de luxe en la tele de Philipe Stark, de igual modo que lo son esos elementos intrusos que aparecen, deslocalizados y también anacrónicos, entre las ruinas de viejas ciudades italianas u holandesas: Mickey Mouse, unas botella de Coca-Cola, un vaso del Starbucks. Y como su subversión está íntimamente ligada al humor, y su humor puede ser muy negro, acaso nos topemos también (¡oh, no!) con una revisión del Mago de Oz en la que al pequeño Totó no se le ve porque lo suponemos dentro de un ataúd que lleva su nombre. ¡Qué atrevimiento, Alberto! Así que se podría decir que estamos hablando de una obra ultrapop, dado que no sólo incorpora esos elementos comerciales, populares o tecnológicos, sino que los convierte en lo extraño ineludible: en el contexto de sus dibujos, como en una Historia que hubiera roto la convención espacio-temporal, son la rareza al tiempo que son lo habitual. Acaso, entonces (y sólo por seguir con la diversión de los prefijos), le viniera mejor el término ultraposmoderno, que diría el escritor Agustín Fernández Mayo (a su vez, postpoeta y afterpop): la obra de Alberto de las Heras es la estilización, la quintaesencia de los presupuestos posmodernos. Siguiendo por ese mapa, entrando y saliendo de sus arquitecturas imaginarias, transitando por la paradoja de sus paisajes, inverosímiles aunque familiares, combinando el estado de ánimo que provocan sus interiores (esa asfixiante protección) con la perspectiva que aportan sus exteriores (esa sofisticada vulnerabilidad), en el juego constante que De las Heras propone y que entraña peligros que no siempre son evidentes pero que, digamos, pueden olerse en el ambiente, mi fantasía va mucho más allá: querría entrar en sus dibujos. Entrar de verdad. Pasearme por ahí dentro. Encontrarme con los personajes que retrata (sé bien que tienen nombres, apellidos, las vicisitudes propias de una biografía). Visitar ciertas ciudades (Madrid, Nueva York, Berlín) y hasta permitirme sobre ellas una vista de pájaro. Reflexionar sobre Europa, acercarme hasta Asia. Acaso pudiera llegar a ser una de sus mujeres, perversa, sexy, elegante. Por sus jardines, pasear o quién sabe. En sus salones, estar. Me quedo fuera, qué remedio, pero me planto delante. Ante el asombro que me produce su obra. Buscando sus numerosas referencias. Pensando en nuestro tiempo, que es este y el pasado y el porvenir. Recordando lo que ya dije una vez: si toda decadencia tiene su genio feliz, aquél que le relata la locura del mundo, el de esta época bien puede ser la que aparece en la lámpara maravillosa de los magistrales dibujos y pinturas de Alberto de las Heras.
Dibujo y pintura. Realmente, aún no es posible encontrar valores totalmente aleatorios, así que se suele utilizar también el término pseudoaleatorio , para indicar que un valor no es al azar del todo. Toda la exposición se vincula en torno a esta definición de la palabra Random , que es el título de la exposición. Aunque en un principio pueda parecer que mis dibujos son aleatorios, no lo son. Están pensados al milímetro, cada pequeño detalle está estudiado, pero a la vez el azar interviene de forma involuntaria. Las imágenes entremezclan retratos y temática costumbrista y aristocrática con tecnología y acontecimientos contemporáneos. Anacronismos intencionados que confunden al espectador metiéndolos a ellos mismos en un random . Un Random no buscado que es lo que al final proyectan mis obras. La exposición consta de dibujos y pinturas de pequeño, medio y gran formato, además de una serie limitada de posters de una de las imágenes de la exposición para que todos puedan disfrutar de ella. Alberto de las Heras
Premio. 09 sep de 2024 - 13 oct de 2024 / Madrid, España
Exposición. 25 sep de 2024 - 10 mar de 2025 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España
Formación. 15 oct de 2024 - 30 jun de 2024 / Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Madrid, España