Descripción de la Exposición
"La vida sólo se comprende hacia atrás". Soren Kierkegaard
“Una buena fotografía es aquella que refleja una historia bien contada”. Francesc Català-Roca.
Fotografiar el día a día, a modo de diario, de carnet de notas, en blanco y negro, como el color del país del momento, de estas imágenes se compone la exposición de Ramón Valls Codina (Tamarite de Litera 1929 – Barcelona 1992), de retazos de su memoria; un testimonio silencioso y auténtico.
Sus imágenes nos muestran la palabra de la calle, de las calles de una Barcelona de colmados, droguerías, bodegas, mercerías, limpiabotas, sastrerías, modistas, carpinterías, tapicerías, zapateros remendones, cines de sesión doble… las chicas con las cabezas cubiertas con pañuelos anudados al cuello, con gafas de sol con las puntas levantadas por los lados, sentadas de lado en una Vespa o en un sidecar.
Ramón Valls realiza buena parte de su obra en los años 50 y 60 sobre todo, época en la que sonaba al unísono en los patios de las cocinas de las casas el consultorio radiofónico de Elena Francis, el de Montserrat Fortuny, los seriales de Guillermo Sautier Casaseca, las canciones de José Guardiola, Los 3 Sudamericanos, Marisol, Luis Aguilé, el Dúo Dinámico... Años en los que se devoraban las novelas y fotonovelas de Corín Tellado.
Valls capta su entorno más próximo, entra y sale de sus fotografías con el permiso de sus retratados, sin hacer ruido, sin imponerse, deja su impronta, pero cediendo el protagonismo a los demás, a lo fotografiado y a lo fotografiable.
Lo fotografiado consiste en su entorno más próximo, su mujer, sus hijas, sus allegados, sus amigos, sus encuentros a la hora del aperitivo alrededor de la mesa de un bar, bodega o taberna, en el Raval, su barrio de residencia, entonces conocido como Barrio Chino, - años más tarde se trasladaría a Horta-, zona en la que se mezclaba lo popular y lo canalla, donde todo era real, humano, crudo y sin disfraz, como muy bien lo ha definido Paco Villar. Un mundo que era otro mundo dentro de la gran ciudad. Él lo fotografía con un estilo sobrio a la vez que humano y coloquial. Nos muestra una ciudad que salía de su negrura, de las cenizas de la guerra, a su vez se empezaba a fraguar una estrategia para modelarla de forma más acorde a la época. Su cámara también lo acompañó en sus escapadas a Campelles, Ventolà o Malgrat, también a Mallorca donde supo captar la paz, el sosiego, la vida placentera de los pueblos de pescadores rodeados de la poética del Mediterráneo que cantaba Serrat en aquel entonces.
Lo fotografiable como los pescadores recosiendo las redes una vez llegados a puerto, imagen de composición muy armónica; o la de su mujer mirando las portadas de las revistas colgadas en la pared de un quiosco, muy moderna conceptualmente, muy pop avant la lettre, por el efecto de acumulación; o la de los niños en el patio de un colegio, excitados y contentos a la hora del recreo, empujándose unos a otros sabiéndose protagonistas del momento, ninguno quería dejar de ser partícipe de la toma, Valls refleja muy bien esta ilusión infantil de salir en la foto, hasta el punto que parte del movimiento lo capta movido. Como escribió Català-Roca, las imágenes están, lo único que hay que hacer es estar preparado en el momento justo y Ramón Valls lo estaba como queda demostrado en su archivo, también en la fotografía del barrio de Can Tunis, con el Cementerio de Monjuic al fondo, con su acumulación de bidones, un carro semienterrado entre un cúmulo de cajas de madera vacías, una pequeña construcción con un techo que se sostiene a base de apilar piedras para que no vuele nos define una parte de esta zona de Barcelona. Una imagen muy en la línea a nivel estético de las fotografías de la Farm Security Administration. Ramón Valls, - aunque fotógrafo amateur que practicaba la fotografía cuando su trabajo en la Mutua General de Seguros se lo permitía -, muestra una sensibilidad muy acorde a los de la FSA, de poner en evidencia las condiciones de vida de una parte de la sociedad, aquella Barcelona que muchos no querían ver, preferían deleitarse en escaparates saturados de colchas, mantas, sabanas y manteles como la fotografía que tomó a su mujer. Esta fotografía nos puede evocar la icónica imagen de la película “La mujer del cuadro” de Fritz Lang, también de las pinturas de Hopper, al tratarse de un personaje solitario, aparentemente atrapada en sí misma, pensativa, abstraída, en un ambiente urbano.
Todos los grandes fotógrafos como Cartier-Bresson, Robert Doisneau, Robert Capa, Joan Colom, Ramón Masats, etcétera, han tenido una buena compañera en su vida, una cámara Leica, Ramón Valls también, la llevaba colgada al cuello y así se beneficiaba de su instantaneidad para obtener la mejor imagen en el mejor momento, de luz y encuadre, dejaba entrar las sombras para dar volumen a sus imágenes, tanto en las fotos de grupo, retratos o de paisaje.
Nos encontramos frente a un reportaje y una crónica fehaciente de unos años, los de la dictadura, un fragmento de la historia de nuestro país. Ahora que muchos quieren que olvidemos aquellos años, estas fotografías nos muestran y testimonian un momento determinado de nuestra historia. Ramón Valls, con sus fotografías, nos coloca ante la grandeza y la miseria de aquella época y sus gentes, la vida de aquel entonces. Nos sitúa frente al espejo, un espejo que permanece en nuestra memoria, en el que seguimos mirándonos porque forma parte de nuestra vida, sus fotografías nos ayudan a refrescarlo.
Ramón Valls, un fotógrafo humanista, un cronista de su época.
Lydia Oliva
Barcelona, 8 de agosto de 2019
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Actes d'amor
Durant els últims mesos he tingut la sort d'acompanyar a la Glòria i a la Fina en el projecte de posar en el present les imatges creades per Ramon Valls. Per a saber més del procés pregunteu-li a elles, ha estat una experiència per recordar. Ramon Valls, amateur de la fotografia i amateur de la seva familia, va crear sèries d'imatges sense que ningú li demanés, sense encàrrecs i amb tota llibertat. La Fina i la Glòria les van reconèixer i crear de nou. De fet, el que estem veient aquí son molts actes d'amor en una comunicació que, en certa manera, no pot ser més pura. Gràcies l'esforç de tot l'equip, la llum d'aquells anys ha tornat via matèria. Gaudeixin-les.
Joan Teixidor Barcelona, novembre de 2019
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