Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Carmen F. Sigler, nacida en Ayamonte, Huelva, y residente en Granada, es una de las artistas de nuestro contexto sociocultural que, desde las tendencias más actuales del arte contemporáneo, ha sabido desarrollar un camino propio y muy personal desde el inicio de los años noventa y hasta ahora mismo. Los trabajos artísticos de Carmen F. Sigler siempre se han venido caracterizando por estar impregnados de una gran fuerza poética y por una gran intensidad estética, configurando una personal imaginería en la cual la realidad es presentada entremezclada con la imaginación y la memoria. Una realidad que ella transforma en algo distinto, en territorio lleno de deseos y anhelos que nos seduce con sus vibrantes y atractivas imágenes, pero que se desenvuelve en el terreno de la duda y los territorios abiertos y difusos sin que ello signifique una falta de implicación y compromiso con los discursos y temáticas planteadas.
Exhibición de vídeo y de fotos. Comisaria: Margarita Aizpuru.
Una creadora que ha realizado sus obras fundamentalmente a través de imágenes, sean estas fijas o en movimiento, aunque también haya hecho sus incursiones por los terrenos del objeto y la instalación. Unas imágenes configuradas en fotografías, a las que somete a diversos tipos de manipulaciones, y vídeos en sus distintas versiones: video-creación, video-performance, o video- instalación. En la inmensa mayoría de los videos utiliza su propia imagen llevando a cabo un trabajo múltiple, puesto que es a la vez la guionista, la realizadora, la cámara, la actriz protagonista e, incluso, la editora. Ella entiende que a quien mejor conoce es a sí misma y trabajar con uno mismo es un trabajo muy directo y es más rápido y fácil hacer tu misma lo que deseas que se haga, a la vez que eres tu quien te ves a través de la cámara que te filma o te fotografía y puedes controlar y modificar mejor que nadie lo que deseas.
En muchos de los vídeos y fotografías que ha realizado trasmite sus ideas e intereses a través de acciones o performances que ella misma ejecuta y que son desarrolladas para esos formatos. Normalmente no realiza las acciones en directo y delante de un público, sino para los medios mencionados, haciendo uso de los diversos recursos técnicos que estos le permiten, aunque nunca utiliza sofisticados elementos técnicos, sino los más sencillos y habituales, como la aceleración y relentización de la imagen, modificaciones en el propio montaje, trabajos con el sonido, etc. Unas acciones que parten usualmente de sensaciones y preocupaciones personales a las que da forma, mediante todo el proceso de trabajo, intentando trascender lo personal hacía algo más colectivo y universal.
Así mismo, el sonido ha tenido y tiene para la artista tanta importancia como la imagen, el cual monta, mezcla, y al que aplica efectos, como hace con aquella. Sigler ha trabajado con muy diferentes tipos de sonidos, desde los ruidos que sobran de grabaciones, por ejemplo el ruido del viento, del mar, de pisadas, del bullicio de la gente. Unos sonidos que son registrados por la cámara pero que al ser tratados en el proceso de trabajo, se consigue que envuelvan al público en un ambiente bastante perturbador. Otras veces, esos sonidos son mezclados con otros grabados especialmente con antelación, como por ejemplo el sonido de los latidos del corazón, la respiración, o de los golpes dados al cuerpo, creando unos efectos sorprendentes e intensificando la acción de la imagen. Ejemplo de ello puede ser el videoperformance Sincronismos de 1996. El cual muestra una acción sobre los sonidos del cuerpo, en la que la artista se toca distintas partes de el, provocando un sonido, una especie de golpe, que después reelaboró conjugándolos con el ritmo de la imagen, produciendo una sincronización. Aunque en otras ocasiones ha hecho uso de palabras, frases y textos hablados por estimarlos necesarios para desarrollar y ahondar en la idea y el guión.
En sus obras Sigler se posiciona desde la perspectiva del ser mujer y consciente de lo que ello implica en el contexto político y social y aunque su discurso no se sitúe dentro de un feminismo explícito, si desarrolla continuamente perspectivas discursivas estéticas de género y, en unas obras más que otras, unos ciertos guiños y planteamientos feministas, aunque desde la evocación más que desde la aseveración y dentro de unos personalísimos trabajos que suelen estar cargados de fuertes tonos poéticos.
Sus temáticas creativas fundamentales de investigación en los primeros años, ha sido el cuerpo de la mujer y distintos enfoques acerca del género femenino, incluso en diferentes culturas y sociedades, aportando siempre sus personales indagaciones que han abierto caminos de experimentación estética. Recordemos, por ejemplo su video Tiempo de 1996, una acción filmada del recorrido de una gota de sangre por el cuerpo desnudo de la artista, empezando por la cabeza y acabando por los pies, un recorrido que es utilizado aquí como una metáfora poética del paso del tiempo, pero también de la potencia y posibilidad de creación de la mujer. De nuevo dándole importancia al sonido, en este caso el latido del corazón y una voz que repite una vez y otra la palabra tiempo. Otro video dentro de estas temáticas es Des-medidas de 1998. Era el tema de la delgadez y las supuestas medidas perfectas femeninas, 90-60-90 centímetros, las cuestionadas por la artista como un estereotipo de la belleza femenina estandarizada, promocionada por las empresas de cosméticos, dietas, moda y cirugía estética, que fomentan cada vez más la delgadez y la obsesión por un cuerpo perfecto, creando un continuo malestar con el propio, que siempre se ve defectuoso e imperfecto, demasiado grueso o celulítico, feo. Para ello mostraba a una serie de mujeres que, midiéndose con una cinta métrica el busto, la cintura y las caderas, ninguna coincidía con las famosas medidas, haciendo uso de una ironía y sentido del humor ácidos y corrosivos. Y, por último, dentro del contexto de mujeres de otras culturas podría destacarse el video Hospitalidad, de 1997, una videoperformance acerca de la discriminación y el prejuicio con respecto a los “otros”, con el mundo islámico. Basándose en la frase “la democracia nos es hospitalaria con el Islam” iba tapándose la cara con pegatinas con este texto, a modo de velo. Un vídeo que habla de intolerancia e intransigencia desde el mundo occidental democrático hacia los practicantes de la religión islámica.
Pero también ha ampliado su campo de trabajo artísticos a otras áreas temáticas como son: las formas relacionales de hombres y mujeres; las atracciones y tensiones que se mueven alrededor de esos fuertes sentimientos como son el amor y el deseo, como pudimos ver en su proyecto expositivo, de 2001, Brûlant d’amour sans objet; el ámbito del autoanálisis y la autoafirmación que la ha llevado a realizar interesantes y sutiles exploraciones sobre la identidad individual y colectiva; los difusos límites entre lo vivido y lo deseado; la casi imperceptible separación entre la realidad y la ficción, en un mundo de comunicación mediática y comportamientos estandarizados que aprisionan la individualidad y la expresión propia; el paso del tiempo insoslayable y más duro aún en las mujeres; el silencio o la incomunicación entre las personas; las maternidad y la menopausia, entre otros temas.
En el terreno del silencio realizó Trilogía del silencio en el 2001, un video estructurado entres partes, que desarrollan tres acciones. El primero referido al silencio como la ignorancia del otro, mediante la visión de una mendiga tirada en el suelo a la que los transeúntes ignoran por completo. El segundo planteado como el silencio que oculta verdades, a través de una discusión familiar muda, una situación tensa que oculta muchas cosas. Y, el tercero, acerca de un silencio interior necesario y defensivo cuando realizamos acciones y trabajos mecánicos y alienantes.
En el 2005, y para la exposición Carrera de fondo, presentó, entre otras obras, una serie fotográfica y un vídeo, a modo de tríptico titulado Victoria, Ana y Mama. Unas piezas sutiles y poéticas con las que efectuaba acercamientos a la soledad de las mujeres, las crisis personales, o el deseo de hacer realidad objetivos y sueños y las dificultades de lograrlos.
La artista además hace uso de diferentes juegos creativos para conseguir tanto resultados estéticos como discursivos. Uno de ellos se ha centrado en las luces y las sombras, tanto como elementos visuales, como temática y concepto. Luces, sombras y penumbras sobre las que ha reflexionado de forma diversificada: desde un sentido metafórico a uno más explícito, desde el espacio exterior al recogimiento interior, desde el desasosiego y la búsqueda a la paz y el encuentro. Un territorio creativo de exploración que ha dado sus frutos en un conjunto de potentes y sugerentes obras, que a su vez le han servido como territorio de experimentación para el desarrollo de trabajos posteriores, como los que se integran en la exposición que presentó en Granada, en el año 2003, bajo el título de Cuando se oyen las moscas volar. Un proyecto este último sobre la incomunicación, la desconexión y el aletargamiento humanos en nuestras sociedades contemporáneas urbanas occidentales. A lo que habría que añadir también la confusión entre la realidad y la ficción, y ello debido a los medios de comunicación, fundamentalmente la televisión, y la publicidad que inciden directamente en nuestras vidas, transformándolas, ofreciéndonos un mundo de ficción como si fuese real y, por el contrario, un mundo real ficcionalizado. Convirtiendo a las personas en público televisivo y en consumidores y usuarios de los mensajes recibidos, aunque a veces, y en eso deja un hilo de esperanza, ese público reaccione, aunque sea de forma minoritaria y excepcional, transformándose en individuos pensantes que analizan la situación y toman sus propias decisiones.
En los últimos años ha ampliado su interés por otras temáticas como la maternidad y la menopausia. Ya en el año 1998 realizó el video Huevos con el que se acerca a esta temática de la maternidad, tanto como una obsesión como un tema que se obvia. Para realizar la acción, ejecutada por la hermana de la artista, utilizó huevos de gallina simbolizando óvulos de mujer, con los que llenaba un espacio y efectuaba composiciones alrededor del cuerpo. A la vez que un sonido reiterativo y maquinal se entremezcla con las voces emitiendo opiniones al respecto de diferentes mujeres. Años después, tras ser ella misma madre, ha continuado ahondando en estos intereses, como por ejemplo con un vídeo y fotografías del proyecto denominado Mama Fuente (2006), en el que presenta una versión de la maternidad. Aquí, ejecuta una acción con su propio cuerpo, del que emanan chorros de agua, que convierte así en una fuente, evocando el poder de las madres como dadoras de vida, y las cualidades humanas positivas que poseen y desarrollan, como la bondad, la generosidad, la paciencia, la ternura o la comprensión. Pero también la menopausia, temática que aborda en el vídeo documental, realizado junto a Sofía Segura, titulado Por el hecho de vivir, de 2008, y que trata de desmitificar los tabú acerca de esta fase de la vida de las mujeres, asumiéndola como algo natural.
Ahora, para la Galería Weber-Lautgen ha realizado el proyecto expositivo que lleva por título Quisiera yo renegar. Un título que C.F. Sigler ha retomado de un cante, por peteneras, de la cantaora La niña de los peines, interpretado por Carmen Linares. Una muestra que se inspira y transmite, desarrollándolas, las ideas contenidas en el texto de esta copla y que literalmente dice así:
Quisiera yo renegar (ah ah ah)
De este mundo por entero
Volver de nuevo a habitar
Mare de mi corazón ay ay
Por ver si en un mundo nuevo
Encontraba más verdad.
Ni aún durmiendo puedo tener (ah ay)
Tranquilo el pensamiento Ay
Porque yo tengo un continuo padecer
Mare de mi corazón ah ay
Tengo un continuo padecer
Que está pasando mi cuerpo
Por cumplir su deber.
Con ello lleva a cabo un homenaje a La niña de los peines, puesto que sus coplas y sus voz la han acompañado, como ella misma indica, en los últimos meses y la han hecho reflexionar acerca de cuestiones tan transcendentes para ella, como si su trabajo se ha vuelto demasiado racional y ha priorizado el discurso en el que se apoya la obra más que a esta en sí misma, o si sus obras tienen capacidad de transmitir las emociones, los sentimientos y las reflexiones que a ella le transmite Pastora Pavón.
Ella siempre he sentido fascinación por el flamenco, por su energía, su fuerza y su poder de transmisión más allá de toda retórica, por eso utiliza la letra de esta copla, fuera de su contexto, para transmitir las ideas y todo el entramado poético emocional de las obras de esta exposición. Unas obras que consisten en el vídeo-performance del mismo título, Quisiera yo renegar, y en una serie de fotografías digitales a color sobre aluminio, en total siete, provenientes del mismo vídeo y seleccionadas para ser pasadas a formato fotográfico.
La video-performance, que se proyecta sobre la pared frontal del espacio de la galería, incluye tres elementos esenciales que le han servido a Sigler de metáforas para desarrollar su discurso estético. Por un lado, la utilización de un líquido negro, simbolizando la negación, la ausencia y lo que ella no quiere y rechaza. Por otro, el polvo dorado, en un sentido negativo como la vanidad, el resplandor, el brillo, lo superfluo y frívolo del mundo artístico y del aura semidivina del artista, considerado, a veces, como un ser extraordinario que potencia su vanidad, pero también, y en sentido positivo, como la transmisión y el intercambio como uno de los fines propios del arte. Y, por último, el líquido rojo como la vida, la fuerza y la vitalidad de la existencia, como la esperanza. Tanto en el vídeo como en las fotografías aparecen estos eleven tos. Además la artista ha querido traspasar los límites de las obras e intervenir directamente en el espacio expositivo con algunos de estos elementos, con manchas negras en el suelo y en pequeñas fisuras de las paredes, a modo de un líquido que emana de allí, y pequeños montones de polvo dorado en otros puntos del espacio.
La obras reflexionan, además, sobre las prácticas artísticas, y sobre la figura de la artista mujer, la cual aparece como creadora, poderosa, cuestionando e ironizando sobre la idea de la fuerza y el genio creador referido siempre al artista hombre, y más en la pintura. Un área artística que ha sido realizada, en su mayoría y a lo largo de la historia, por hombres, al serles vetada la educación a las mujeres durante siglos, o recibida con muchos handicaps en la edad contemporánea. Y en los casos en que fueron las mujeres quienes realizaron obras pictóricas, en muchas ocasiones fueron tildadas de obras anónimas o usurpada su autoría por hombres cercanos a ellas.
Por tanto, Sigler realiza una acción llena de significados y polivalentes lecturas. Transcurre en un espacio de paredes blancas y limpias. Erguida en medio de la sala, vestida de negro, desparrama por el suelo un polvo dorado que extrae de una pequeña bolsa, a la vez que se observan tres cubos conteniendo liquido negro y uno conteniendo líquido rojo. Posteriormente, derrama el líquido negro de los tres cubos por el espacio de la sala, en una personal acción pictórica corporal heredera de la action painting. Suelo y paredes acaban manchados de negro con desgarro, energía y una gran gestualización corporal, para terminar tumbada en el suelo, manchada, inerte, en una representación de la muerte. Mientras el cubo conteniendo el líquido rojo permanece en el mismo lugar, no ha sido derramado, saliendo indemne de todo lo allí sucedido, ofreciendo así, pese a todo, esperanza, fe y creencia. Ella se incorpora, y en un lugar público sopla, desde su mano, un resto de polvo dorado al viento, difundiéndolo en el aire, renaciendo y emprendiendo un nuevo camino.
Toda la acción transcurre mientras se oye, en segundo plano, la citada copla de La Niña de los peines interpretada por la cantaora Carmen Linares, mientras ella susurra, en una voz en primer plano, la letra de la copla, haciéndola suya, en una suerte de ritual apropiacionista catártico. Los movimientos y expresiones simulan los de una bailaora, inspirándose en algunas de las más grandes, como la inigualable Carmen Amaya. Simulando también un cierto estado de trance tal y como ocurre en el flamenco. Baile y música del flamenco han sido tomados por la artista para construir y dar forma a estas obras. Ideas e intenciones que también pueden ser observadas y sentidas en las piezas fotográficas de la exposición, como la fotografía Vanidad, que recoge un momento congelado de la primera fase de la acción en la que expande en la sala el polvo dorado. El díptico Quejío, que muestra dos momentos de ese movimiento corporal en estado de trance, como en el mismo baile flamenco. La imagen Muerte y renacimiento, en la cual yace en un suelo teñido de negro luto, pero con la esperanza de un renacer fijada en el líquido rojo del único cubo que permanece en pie. O el tríptico Tengo fé, incorporada del suelo con la energía dada por el rojo de vida.
Carmen F. Sigler siempre se ha sentido fascinada por el flamenco, por ese poder directo, energético, catártico y transformador que posee, por esa facultad enorme de transmisión, que deja fuera todo recurso retórico. Y ella, trasladando el flamenco de un territorio a otro, del baile y del cante a la acción visual y plástica, hace su personalísimo homenaje a este arte, de forma muy implicada, tanto personal como artísticamente, en colores dorado, negro y rojo.
Exposición. 17 nov de 2024 - 18 ene de 2025 / The Ryder - Madrid / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España