Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Si algo caracteriza las obras de Pruebas de estado y color, es que son irremediablemente obras de nueva creación. Los autores rondan entre los 21 y los 25 años, son alumnos de Bellas Artes o recientemente han sido graduados. Sabrina Fernández Casas (1988, Suiza, Pompales-Vaud), Diego Machargo Camblor (Oviedo, 1990), Laura Estévez Alonso (A Cañiza, 1985) y Hugo López Ayuso (Monforte, 1989), muestran sus pruebas de estado, de valor incalculable en su alto grado de consciencia. Si quisiéramos engordar este vano ejercicio de darle forma al arte contemporáneo, diríamos que una de sus características es la ausencia de definición. Las obras definitivas son adolescentes. Hasta el hartazgo. Las pruebas de estado y las pruebas de color son las imágenes previas a una estampa definitiva, su nombre deriva de la nomenclatura de los procesos de grabado y estampación. Las primeras se refieren a la búsqueda de la imagen que se quiere grabar, los sucesivos procesos de inmersión en ácido o los retoques con buril que el artista corrige en la plancha hasta considerarla B.A.T (Bon À Tirer: lista para estampar). Las segundas son las estampas en las que el artista va descartando hasta averiguar los colores que formarán parte de la matriz definitiva. Si prestamos atención a las obras pictóricas de arte contemporáneo que hemos visto a lo largo de los últimos tres años -cada cual las suyas-, percibimos claramente que si las imágenes de los cuadros hubieran sido otras, la impresión causada en el espectador no se vería alterada. Las imágenes no son necesarias, ni para su creador. Son ejercicios de una imagen que no llega. Confesiones plásticas de un vaso de agua lleno hasta la mitad. En el caso de algunos artistas, una línea ininterrumpida de movimiento despliega sus obras, y el trabajo continuo de motivos semejantes justifica su obsesión y su falta de interés por el bon à tirer. En el caso desafortunado del juego material e interesado de quien no sabe qué es lo que está haciendo con los pinceles y el espacio, el bon à tirer es algo que no se encuentra entre sus objetivos. A ningún artista se le ocurriría cambiar una sola pincelada de las meninas de Velázquez, por ejemplo, y tal vez sí alteraría un cuadro de Pia Fries. No acabamos las imágenes, no sabemos acabarlas. Trazamos, abocetamos, apuntamos, estudiamos. Uno de los valores del arte contemporáneo reside en el nulo o escaso interés por las imágenes finales, es decir: la continua creación de imágenes que podrían ser de otra manera. En ocasiones, este rasgo de identidad se percibe al entrar en un espacio expositivo, pues parece que las obras son de alumnos, que el trabajo duro está por hacer, que todavía no hay imagen. Ahora entramos en una exposición compuesta por estudiantes que empiezan a hallarlas. Calculemos el punto de partida: por un lado, artistas consagrados con obras de arte cotizadas en mercado, propias de un estudiante de Bellas Artes. Por el otro, alumnos de Bellas Artes que con sus imágenes en la punta de los ojos, pelean con recursos técnicos, hilos conceptuales y modelos de presentación. Estos últimos se plantean ahora las combinaciones posibles que puedan derivar de la posible visibilidad de su íntimo, inocente y desgarrador modo de ubicarse por primera vez en el mundo de la exhibición. Con el doble de tiempo para encontrarse un lugar, y el doble de energías para conseguirlo, los cuatro jóvenes arrancan desde la galería Bacelos `sin miedo y sin esperanza´, como reza el lema asociado ya para siempre al modo de vida de Michelangelo Caravaggio. No son jóvenes artistas; los años dedicados al ámbito artístico o el número de exposiciones en el curriculum no procura, por principio, un grado de artisticidad elevado. Son artistas desde el momento en que asumen el riesgo de hacer visible su obra con la conciencia de estar buscando la prueba de estado definitiva, la prueba de color exacta, sin miedo a empezar de cero en cualquier momento, con capacidad autocrítica, trabajo constante y referencias evidentes hacia artistas con los que se sienten identificados. Automotivados, automotivan sus primeras obras; no es un ejercicio cansado para el espectador notar la vibración de algunas imágenes que ahora vemos, pues hay elementos que no encajan pero parece como si les quedara poco tiempo para hacerlo. Como si los autores fueran detectives que le dan vueltas a las pruebas de un caso que tienen encima de la mesa, a punto de resolver, pero hay algo que no coincide. Ese estado preciso, previo a la obra final, es el que hace que las pruebas anteriores a la estampa definitiva, sean más valiosas para el mercado y la historia del arte que la imagen acabada y lista para realizar una edición de tirada limitada. Una vez que el autor termina la plancha y los colores están elegidos, puede irse a su casa y que el estampador realice la tirada de un número determinado de ejemplares para su exposición. O estampar él mismo la matriz definitiva tantas veces como crea conveniente.
Artistas: Sabrina Fernández Casas, Diego Machargo Camblor, Laura Estévez Alonso y Hugo López Ayuso.
Premio. 27 ene de 2025 - 10 mar de 2025 / Vitoria-Gasteiz, Álava, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España