Descripción de la Exposición Xurxo Martiño (Vimianzo, A Coruña. 1964) cuenta con una larga trayectoria de exposiciones tanto individuales como colectivas, así como numerosos premios. En 1988 recibe el Premio en el Certame de Arte Xove de Vigo; en 1991 le otorgan un Premio-adquisición en el II Certame de Artes Plásticas Isaac Díaz Pardo; en 1994 consigue el Primer premio en el I Certame de Artes Plásticas José Malvar para Novos Valores; en 1996 vuelve a ser galardonado con un Premioadquisición en el IV Certame de Artes Plásticas Isaac Díaz Pardo y en 1996 le entregan el Primer premio en el 13 Certame de Pintura do Concello de Cambre. A su vez, ha participado en diversas ferias como ARCO y Espacio Atlántico, y su obra está en importantes colecciones, como por ejemplo en la Colección Novacaixagalicia, en el Consello de Contas de Galicia o en la del Concello de Santiago, entre otras. Xurxo Martiño expone en la Galería Espacio48 su obra más reciente, formada por piezas de pequeño y mediano formato, donde vuelve sobre su habitual temática, la del paisaje arquitectónico, aunque reinventándola. De este modo, introduce nuevos elementos técnicos y formales, renovando su manera de proceder, con colores cada vez más claros, jugando con el contraste del blanco y el negro, pero al mismo tiempo empleando lo contrario en algunos casos, múltiples y brillantes colores, volviendo a generar el efecto mosaico tan característico de su obra de los últimos tiempos. Por otra parte, cada vez encontramos más 'intromisiones' en su pintura, apareciendo elementos inusuales como grandes perforaciones, números en relieve y cableados diversos. Estos nuevos elementos que van surgiendo en sus obras le otorgan al espectador la capacidad momentánea de atravesar la superficie para escudriñar entre bastidores, o más bien -tal y como recoge el título de la muestra-, observar desde el proscenio, un punto intermedio pero cercano e inmediato, tan próximo al escenario que permite apreciar todos los detalles de la obra. Un lugar abierto que al mismo tiempo sirve de marco que rodea la escena e invita a traspasarla, como una especie de puerta o de ventana, que a su vez estaría en consonancia con la realidad que adopta representar Martiño: puertas, ventanas, escaleras y edificios con historias que contar. Es, por tanto, una nueva invitación a participar en el diálogo de ausencias y presencias que retrata y además permite rebuscar en el trasfondo de los cuadros de un artista siempre tan interesado en mostrar lo que hay debajo de la superficie pintada.