Descripción de la Exposición
En el marco de su 25º Aniversario, el Museo Guggenheim Bilbao exhibe las obras de los diez artistas vascos participantes en las cinco ediciones que han tenido lugar hasta la fecha del Basque Artist Program-Programa de artistas vascos que los museos Guggenheim de Bilbao y Nueva York pusieron en marcha conjuntamente en el año 2015. Esta iniciativa dirigida a creadores nacidos o residentes en Euskadi, cuya edición de 2022 está actualmente abierta (el plazo para inscribirse finaliza el 18 de julio), permite cada año que dos artistas emergentes seleccionados por los equipos curatoriales de ambos museos reciban una orientación intensiva de la escena artística neoyorquina y adquieran una experiencia formativa diseñada para fomentar el intercambio y su desarrollo profesional, de la mano de los profesionales del Solomon R. Guggenheim Museum.
Los diez artistas emergentes cuyas obras componen esta muestra son Raquel Asensi, Nora Aurrekoetxea Etxebarria, Helena Goñi, Jon Gorospe, Gala Knörr, Maite Pinto, Karla Tobar Abarca, Alain Urrutia, Cristian Villavicencio y Diego Vivanco, que abordan en su trabajo cuestiones como la identidad, la historia, la representación, o la memoria individual y colectiva a través de medios diversos como la pintura, la escultura, la obra sobre papel, la fotografía, el vídeo, la instalación de ubicación específica o la performance.
Lo natural y lo artificial se funden en la obra de Raquel Asensi (Bilbao, 1989) a través de la performance, la palabra y el objeto escultórico. En Interfaz tétrada (I) [Tetrad Interface (I), 2019] convierte una máscara de loza en una extensión del cuerpo que regresará al entorno a través de su descomposición, mientras que en abyss – ālis (2022), “petrifica” las huellas de las algas sobre una superficie de gres vidriado y utiliza sus cenizas para generar distintos efectos, a modo de testimonio de la deforestación de los bosques submarinos.
Nora Aurrekoetxea Etxebarria (Bilbao, 1989) emplea materiales de construcción que normalmente están ocultos y los convierte en soportes en los que incrusta y cuelga anillos y trenzas de estaño, bronce y plata. En Cucharita (Spooning, 2022) los paneles de pladur se acoplan mediante varillas corrugadas, desnudas e incisivas, sosteniéndose mutuamente, mientras que los anillos y trenzas -arquetipos que en diferentes culturas representan determinadas relaciones entre personas- funcionan de manera independiente.
La importancia de la relación cuerpo-objeto-entorno está muy presente en la indagación artística de Helena Goñi (Bilbao, 1990), que abarca la fotografía, el vídeo y la performance. En una investigación en torno a la imaginación colectiva, Goñi retrata con su cámara de 35 mm a personas y escenas de su entorno cuando vive en Nueva York. En Los pies de Caleb (Caleb’s Feet, 2018) y Lynn sosteniendo libros (Lynn Holding Books, 2022) explora aspectos relativos a la resistencia, el compromiso, la fetichización del cuerpo y la representación escultórica de la figura humana.
Ciudades pulidas (Polished Cities, 2018-21) de Jon Gorospe (Vitoria-Gasteiz, 1986) se compone de una serie de fotografías en blanco y negro tomadas en edificios contemporáneos de ciudades como Berlín, Milán, Nueva York, Oslo o Singapur, dispuestas en orden geométrico. Algunas de estas imágenes están intervenidas con láminas de acrílico de color rojo, que simboliza el ritmo frenético de la vida metropolitana, en una reinterpretación de una sociedad distópica.
Gala Knörr (Vitoria-Gasteiz, 1984) revisa el relato la historia del Oeste recuperando figuras que, a pesar de tener un papel destacado, han sido olvidadas en la cultura popular norteamericana. Ejemplo de ellos son Joven vaquero (Young Cowboy, 2022) y Joven vaquero mirando (Young Cowboy Gazing, 2022) a través de la imagen de la joven afroamericana Brianna Noble a lomos de su caballo, que encuentra entre las fotografías de las protestas que surgieron en EE. UU. tras el homicidio de George Floyd en el movimiento “Black Lives Matter”.
Maite Pinto (Logroño, 1993) se centra en la memoria y la identidad, tanto individual como colectiva, recuperando instantáneas de muy diversos archivos, que recrea mediante la técnica del grabado. Sus aguafuertes se centran en las fotografías de algunos de los miles de menores vascos que fueron enviados a Southampton (Reino Unido) en el barco de vapor ‘Habana’ en 1937. En este contexto de desplazamiento, fragmentación y pérdida, las imágenes hablan de la necesidad de pertenencia a un colectivo.
En Pinturas entrelazadas (Twisted Paintings, 2019) Karla Tobar Abarca (Quito, 1981) reinventa un lenguaje pictórico vinculado con lo sensorial en una simbiosis entre arte y tecnología. La artista digitaliza las imágenes obtenidas recorriendo las calles de varias ciudades con un escáner en la mochila y las plasma en unos paneles blandos, que retuerce y realza sus pliegues, dando lugar a una serie de imágenes táctiles que encarnan la imagen fragmentada a través del gesto corporal y performativo.
Alain Urrutia (Bilbao, 1981) explora los conceptos de memoria individual y colectiva en Memento (2021 – en curso), una instalación-mosaico en la que presenta imágenes nuevas y recuperadas en marcos de época, a la que el artista añadirá una nueva pieza cada año con el fin de denotar el paso del tiempo. Empleando un término procedente del latín —‘memento’ equivale a ‘recuerda’—, Urrutia estudia la construcción de la memoria basada en recuerdos fragmentados y en el poder de las imágenes para crear historias.
La obra de Cristian Villavicencio (Quito, 1984), Silbato (de la serie Organismos híbridos, 2021) aúna historia y memoria colectiva a través de la recuperación y reinterpretación de la tradición indígena. A partir de un escaneado tridimensional de una escultura precolombina, crea un instrumento musical de viento con forma de molusco consistente en dos cuerpos interconectados que albergan agua en su interior y produce una resonancia sibilante, al que añade una nueva capa de significado con un enfoque contemporáneo. En el vídeo relacionado con esta pieza presente en la sala, un habitante de la comunidad amazónica de Alta Florencia imita distintos tonos de sonidos animales que se grabaron en el río Napo, en el parque Yasuní, que a su vez evocan las vibraciones musicales emitidas por la cerámica.
A través del vídeo, la fotografía, la performance y la instalación, Diego Vivanco (Bilbao, 1988) evidencia las tensiones que se generan en diversos contextos sociales, políticos y culturales. En Bandera humana (Human Flag, 2013) el artista se representa a sí mismo e invita a reflexionar sobre la importancia que se otorga a los signos identitarios. En Principio de conservación de la materia (2019) pone de relieve de manera metafórica las similitudes de las pasiones que levantan diferentes banderas reduciendo su tejido a cenizas.
Actualidad, 11 jul de 2022
#Loquehayquever en España: una docena de exposiciones para no perderse este verano
Por Gustavo Pérez Diez
Son varias las instituciones públicas que aprovechan la temporada estival para presentar proyectos inéditos.
Exposición. 14 nov de 2024 - 08 dic de 2024 / Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) / Córdoba, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España