Descripción de la Exposición
PRIMUM NON NOCERE_ lo primero es cuidar, de la artista Romina Rivero y comisariada por Nerea Ubieto. Exposición Individual que se presentará este viernes 27 de mayo a las 19:30h. precedida por una conversación entre la artista y la comisaria, en el CIC El Almacén de César Manrique (LANZAROTE). https://www.culturalanzarote.com/eventos/romina-rivero-y-nerea-ubieto/
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NEREA UBIETO, comisaria de la exposición
Romina Rivero es una mujer sensible en el más puro sentido del término. La palabra viene del latín –sensibilis– y significa «que puede percibir sensaciones». Su capacidad para detectar cambios se manifiesta en relación a otros cuerpos, individuales o colectivos, pasados o presentes, materiales o espirituales. El resultado es una obra que traduce todo este potencial mediante una estética de la sutilidad y la intuición. Desde esta perspectiva, es normal que al llegar a la residencia artística Konvent (Berguedà, Barcelona), cargada de historia y modelo de disciplinamiento institucional, se sintiese profundamente interpelada.
La artista selecciona y fotografía cuatro localizaciones –la fábrica, las viviendas, el hospital y la capilla– representativas de las diversas autoridades para localizar los daños y dignificarlos a través del arte de la sutura quirúrgica. No olvidemos que los espacios son cuerpos que contienen otros cuerpos –visibles o invisibles– y, su energía, comunica y se hace sentir. En ellos emergen las heridas del trabajo, la guerra, el género y la salud. Todas fueron perpetradas por primera vez hace siglos, pero permanecen abiertas y sin cicatrizar. Romina Rivero las reconoce y pone en evidencia su actualidad con la intención de generar conciencia y calmarlas.
El principio Primum non nocere/Lo primero es cuidar, utilizado en la medicina, enfatiza la preferencia de no actuar sin valorar antes los posibles efectos. En la muestra, la recomendación se extiende al ámbito social y político para hacernos reflexionar sobre otras problemáticas de nuestro presente –el productivismo, la inclinación violenta, etc.– que requieren un cuestionamiento urgente.
Dos instalaciones completan la exposición. Un grupo de corporalidades, suspendidas cual crisálidas en la sala central, sobrecogen con su presencia espiritual. Son aquellas que residieron los espacios disciplinarios; sus torsos han sido reparados –física y emocionalmente– y esperan un nuevo despertar. De larvas a mariposas, de ser fragmento a volar en libertad. El espacio de la cúpula se colma de inciensos rojos desplegados que remiten a las flores rojas (claveles, amapolas) usadas para recordar a los caídos y las caídas en combate. Su misión, al igual que en Oriente, es honrar a los ancestros, pero también a las víctimas, con el objetivo de aliviar su campo energético. El aroma a naranja amargo tiene la cualidad terapéutica de curar las tristezas más profundas del alma. Romina Rivero invita al espectador a dejarse embriagar por el olor para reestablecer su equilibrio, porque las víctimas de las que habla no pertenecen solo al pasado: hoy seguimos sufriendo los efectos del panóptico contemporáneo y es necesario seguir sanando.