Descripción de la Exposición
La Fundación Vallpalou de Lleida ha iniciado una nueva etapa de programación de exposiciones y actividades bajo la dirección de Pilar Parcerisas, crítica de arte, historiadora del arte y comisaria de exposiciones independiente. El ciclo 2020 lleva por título “Tan lejos, tan cerca”, y pone en consideración la contribución de algunos artistas relevantes que se dieron a conocer en la década de los años 80 y 90.
Después de la primera exposición dedicada al artista i escenógrafo Pep Duran con el título Dibujar los días, ahora le llega el turno al artista Artur Aguilar, que encabeza la apuesta del arte en Catalunya por la pintura abstracta geométrica con la exposición Poética de la geometría pura.
La exposición presenta 54 pinturas, algunas de gran formato, que van cronológicamente des del 1987 al 2017, pudiéndose considerar una mini antológica del artista. Se acompaña del libro de artista Seven numbers from the Arcs 64H series (2017).
Notas para el editor
Texto de Pilar Parcerisas
Geometría y naturaleza
El pintor Artur Aguilar encuentra la geometría euclidiana en la naturaleza, el equilibrio que existe en el interior de la naturaleza a partir de la sección áurea. Pero este no es un hecho estático en la naturaleza, sino también dinámico, como lo muestra el movimiento de un halcón que vuela en sentido descendente haciendo un espiral logarítmica. Ha puesto el espacio pictórico al servicio de las reglas matemáticas que rigen la naturaleza y la sección áurea o número de oro que el Renacimiento vincula a la idea de proporción y belleza perfectas. Combina el espíritu constructivo del espacio con la vibración óptica del color que da calidez y emoción a estas series modulares y minimalistas.
El arte concreto basado en la geometría no ha tenido gran predicamento en Cataluña ni demasiados practicantes durante el siglo XX. El pensamiento racionalista ha pesado poco frente al arte orgánico, gestual o mentalmente surrealista. Por eso aún tiene más valor el hecho de encontrar artistas de la talla y el rigor de Artur Aguilar, capaz de desmaterializar el espacio pictórico y “desconstruir” los elementos básicos de la pintura.
En este sentido, Artur Aguilar ha mantenido una tensión entre la raíz constructivista de su pintura y el arte cinético ante el que siempre se ha detenido en el umbral de sus puertas. En un país sin una tradición de modernidad geométrica, había que agarrarse a referentes internacionales. Su interés inicial, pues, no podía ser otro que aquel primer Delaunay que vio en su primer viaje a París. Pero su mirada se volvió obviamente hacia Malevich, Joseph Albers, Poliakoff y los artistas españoles que eran una referencia para su generación, como el Equipo 57 y Palazuelo. La crítica ha encontrado parentesco de su trabajo con Madí, el corriente constructivo argentino de vocación internacional que arranca a mediados de los años cuarenta del siglo XX.
A las primeras construcciones con planos de carácter constructivista siguen obras en que toma importancia la repetición, la vibración del color, la textura visual, con rayados y rejillas que refuerzan la armonía de colores con gamas suaves y poco contrastadas. un período concentrado en las repeticiones que podemos situar hacia los primeros años 80 cuando la galería Denise René de París, especializada en abstracción geométrica y arte cinético, toma en depósito obra de Artur Aguilar, como uno de sus artistas.
Minimalismo y arte concreto
De los años 80 destaca la pieza de gran formato Continua III (1987), un retablo abstracto de gran tamaño, compuesto de cuatro piezas, en el que la pintura crea un efecto óptico de cinta en zigzag y juega con el color liso y una combinación de rombos violáceos. Esta gran pieza se acompaña de la serie Irregulares (1988), cuatro obras en las que se altera el formato habitual del cuadro y el soporte de madera toma la forma irregular de la representación geométrica acogida. Como la Continua, las Irregulares también juegan con el efecto cinta, las repeticiones romboides y los rayados. No se habían expuesto desde los años 80, por lo que son una auténtica novedad.
La serie de los Encastados (1997) abren la exposición con cinco piezas en que forma y color se empotran geométricamente rompiendo el cuadrado o rectángulo habitual del soporte del cuadro, que se ve recortado, fruto de este encaje de formas geométricas. Una serie de dibujos acompañan el proceso de ejecución de estas obras. Destaca otra serie de formato vertical, que rompe el rectángulo y lo abre en un ángulo de 5º. Son los dípticos titulados Rectángulo rojo roto I, Rectángulo morado roto I, Rectángulo amarillo roto I y Rectángulo amarillo roto II, todos ellos de 1995. Las demás pinturas expuestas llevan fecha entre 1990 y 2017. Presentan un trabajo realizado en torno a la línea recta y la descomposición del espacio en curvas.
Cada vez más radical en el desnudamiento de la obra, Artur Aguilar se interesa por el conocimiento de las reglas matemáticas, la geometría sencilla que encontramos en la naturaleza, como la sección áurea, la construcción de curvas y espirales áureas, combinaciones y variaciones múltiples que enriquecen la obra pictórica.
Las obras de Artur Aguilar hablan desde el silencio del espacio, estructurado en rectas y curvas, a partir de la geometría euclidiana clásica, basada en la sección áurea. La proporción matemática es indispensable para conservar la armonía interior de la obra y hacer visible el equilibrio de la superficie. Mantiene la tensión de los espacios interiores de la obra y le otorga una autonomía absoluta ya que el cuadro sólo se representa a sí mismo en una especie de exhibicionismo ontológico que sólo permite la geometría desde su cálculo y objetividad. En su caso, la distancia de la subjetividad del autor es máxima, si bien el proceso es de una esforzada dimensión artesanal cuando podría ser fácilmente hecho con ordenador. El resultado acaba siendo una muestra de su pericia y habilidad que raya la perfección de la máquina, pero que mantiene la vibración humana de la mano y la emotividad de un gesto absolutamente controlado y engañoso a nuestra mirada. Combinación de espacio y de colores que dividen la tela a partir de la sección áurea o divina proporción, lo que otorga fuerza y equilibrio a la vibración de la pincelada en línea repetitiva.
Biografía:
Artur Aguilar (Barcelona, 1946). Licenciado en Arquitectura técnica y Bellas Artes, ha consagrado su trayectoria artística al arte geométrico. Desde su primer viaje a París en 1975 se interesa por la abstracción geométrica. A mediados de los años 80 la galería Denise René de París representa obra suya. Ha puesto el espacio pictórico al servicio de las reglas matemáticas que rigen la naturaleza y la sección áurea o número de oro que el Renacimiento vincula a la idea de proporción y belleza perfectas. Combina el espíritu constructivo del espacio con la vibración óptica del color que da calidez y emoción a estas series modulares. Desde el año 2007 reside entre Barcelona y Londres, ciudad en la que expone en The Last Supper Gallery (2017 y 2018). Ha participado en varias retrospectivas históricas como Arte geométrico en España, 1957-1989, en el Centro Cultural de la Villa de Madrid (1989); Estructura y conceptos. Arte geométrico español (1992-1994), itinerante por Austria, Eslovenia y República Checa; Arte Madí, en el Museo Reina Sofía (1997) y 60 años de geometría (2015) en el Museo de la Universidad de Alicante.
Su obra está presente en colecciones como Ars Citerior, Valencia; Ibercaja, Zaragoza; Fundación Vila Casas, Barcelona y Museo de Arte Jaume Morera en Lérida, entre otras.
Exposición. 14 nov de 2024 - 08 dic de 2024 / Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) / Córdoba, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España