Descripción de la Exposición
Poética de la cebolla
En pintura, el pincel es el pie del caminante. Un paso tras otro, va adentrándose en caminos a veces conocidos pero que siempre guardan untuosa sorpresa. “En la marcha, la señal auténtica de la seguridad en uno mismo es la lentitud”, escribe Frédéric Gros en Andar, una filosofía. Nader Barhumi ha hecho larguísimos viajes a través del lienzo en sus cuatro décadas como pintor. Y ha alfombrado sus territorios con motivos fragmentados, ornamentos coloridos, relaciones intempestivas entre la abstracción y la figura. Ya en sus Fotopinturas de 2014 se había detenido en sus paseos por Madrid para intervenir en muros y puertas desdibujadas o en viejos carteles rotos, tanto con el pincel como pegando sobre ellos detalles de fotos de obras de grandes artistas. Luego, fotografiada la composición en la calle, era impresa, ampliada. En los meses de confinamiento casi no pudimos salir a vagabundear. Como casi todos, las vivencias físicas y virtuales se fundieron en la cotidianeidad y él amplió su taller al pequeño espacio de su Tablet donde ciertas relaciones platónicas despertaron pasiones. La exposición que ahora presenta incluye lienzos pintados e impresiones de sus recientes excursiones digitales. El proceso no es muy distinto, son capas sobre capas. Paso a paso. El collage y el desgarro, la profusión cacofónica y el remolino del pedazo, la metáfora inesperada. Capas como las de una cebolla de fibra transparente, veladuras de cristal. No es solo una combinación de técnicas. Es quizá el paseo inmóvil de un hombre descalzo, con los zapatos en la mano.
Fietta Jarque