Descripción de la Exposición Cuando la visión del entorno se junta con un proceso de interpretación plástica, se consigue un resultado ambivalente. En este sentido, el artista puede dar mayor o menor importancia a cualquiera de las dos partes. Una opción más para abordar nuestra sensación de existir y nuestra voluntad de comprender. Al hacer este camino con Ignasi hacia nuevos conocimientos, nos encontramos frente una vida urbana llena de silencio. De hecho la ciudad parece despoblada, invadida por una ausencia de gran intensidad. Momento fulgurante de la vibración poética indispensable para situarse en la misma obra que el artista. Las suyas son obras que tienen que ver con el "sentir", es decir, con el diálogo interior de las almas sombreadas que van de un edificio a otro. Deambular lánguido a pasos de sol en vía de crear volúmenes arquitectónicos. Fenómeno metafísico que sustituye a las personas por el bullicio ensordecedor de las colmenas humanas cubiertas de cemento y más cemento. ¿Dónde están los árboles? Sólo nos quedan estos ojos para mirar o ser mirados, penetrar o ser penetrados, soñar o ser reinterpretados. Ojos multiplicados, ojos cuadrados, ojos negros, profundos, inquietantes como si fueran ventanas agujereadas que hubieran dejado de parpadear desde hace mucho tiempo. Herida callada de una ciudad imposible. Ignasi nos lo hace real. No obstante, en otras de sus obras, surgen unas mujeres convulsivamente presentes que yacen en sus propias distorsiones. No se retractan de ellas mismas sino de la pasión excesiva del drama existencialista, o sea, del compromiso factible del tiempo que queda de vida. Interrogante sobre el cual las obras de Ignasi nos mantiene en vilo. La esperanza es lo último que se pierde?