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¿Impacto? Empiezo mal, porque lo pienso como un ejercicio.

Hace poco estuve leyendo sobre esa obsesión con la armonía verde, esa simulada minuciosidad de Monet construyendo su jardín acuático en Giverny (Alta Normandía).

¿Qué certeza se puede encontrar cuando lo que se busca es un muestrario de sensaciones? No creo que Monet buscara el minucioso vacío de un jardín zen.

Los poderes del tiempo sólo se adivinan en el estado de las formas.

Podemos escaparnos de casi todo, salvo del tiempo y las formas.

El matiz es más lento, pero siempre vence al impacto.

El matiz es la unidad, el grano, hasta diría el origen, pero me suena rebuscado.

Mejor que el origen: ... el fin, en toda su ambigüedad.

El tiempo es lo que está más acá de la historia.

Su materia.

Qué bueno pintar al tiempo y no a la historia.

Soy asquerosamente enciclopédico. ¿pero puede la fugacidad no ser enciclopédica?

¿Por qué pintás lo que pintás? Le pregunté a la artista el día que la conocí. Quise pintar algo de lo que veía en el jardín-patio de mi abuelo, y sigo en eso, me contestó.

Intento ir más allá. Y me digo 'la lenta tarea del inconsciente lehmann'. La pintora creció en Rafaela (Santa Fe), una ciudad de boulevares (hasta tiene un espacio que la delata en su apócope: bou). Un boulevard que es un jardín, un arreglo floral, un ikebana, una larga pieza que invita a las variaciones.

Un boulevard que es un patio sin paredes. Puro paisaje.

Sensación contenida.

Lo que veo es una imagen que se mueve simultáneamente en la mano y en el recuerdo. Si es que existe un tema ¿es el recuerdo mediante la pintura o al revés?

Mi cabeza pasea de Rachel Ruysch a Emil Nolde, de Ramón Silva a Henri Fanin-Latour. Todas escusas idiotas. Me pierdo en el reverso de la naturaleza y sus formas, en ese ida y vuelta entre la extensión del recuerdo, el misterio de la mirada y el instante del gesto.

Alberto Savinio creía que la función del arte era destruir al impresionismo, 'ese tiempo nefasto en el que estuvieron de moda la presbicia y la pereza'.

La inteligencia de las flores, de Maeterlink. Confieso que encuentro ese libro en muchas pinturas, pero frente a estas pinturas aún más.

Nada me recuerda a una serie. Quiero decir: a la obsesión moderna por la repetición, la variación y sus retóricas. Sí a los interrogantes que deberían justificarlas y habitualmente se dan por sentados (un modo de escabullirse): ¿Qué las motiva? ¿Por qué la insistencia, el regreso, la negativa tácita a abandonar, olvidar, relegar? ¿Por qué más muestrario y clasificaciones mudas?

Toda obra es un continuo -las interrupciones, las interferencias, las obstrucciones, son parte de su naturaleza-. La obra de nuestra pintora subraya ese continuo en cada cuadro.

Un continuo que no es una línea recta, sino una línea que gira ininterrumpidamente sobre sí.

Gira y gira interminablemente.