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Pintures

Exposición / Galería Altair [ESPACIO CERRADO] / Sant Jaume, 15 / Palma, Baleares, España
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Cuándo:
16 oct de 2008 - 29 nov de 2008

Organizada por:
Galería Altair

Artistas participantes:
Steve Afif

ENLACES OFICIALES
Web 
Etiquetas
Pintura  Pintura en Baleares 

       


Descripción de la Exposición

La Galeria Altair inaugura una exposición del artista Steve Afif, de origen egipcio, afincado en Mallorca desde hace muchos años. La exposición Pintures es una muestra de sus últimas creaciones, que llevan la marca de un estilo expresionista que a veces roza con lo abstracto y que siempre deja una sensación de misterio e inquietud en el observador.

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EL PINTOR COMO MUÑECO DE TRAPO

 

Imaginad a un artista, un hombre de sensibilidad y seriedad de propósitos, cuya necesidad de expresión le lleva a una búsqueda de la coherencia y la forma. Va desenrrollando los filamentos de su experiencia, de su imaginación y de su conocimiento, y con ellos configura su obra, que es, a la vez, un tejido y la demostración de cómo ha llegado a crearse el dibujo. Hace una declaración: "Aquí es donde me encuentro ahora, éste es mi ser actual, esto es lo que hago y el nuevo terreno desde el que espero avanzar".

El hecho de que los hilos empleados por el artista salgan de la imaginación, la cultura, la memoria o la experiencia resulta irrelevante. La acción siempre es similar, y consiste en crear una forma de exposición pública que existe en un presente real. Así, el artista conquista parte de aquellas formas y cualidades que ha intentado modelar. Muchas veces, este tipo de relación entre acción y significado es precisamente lo que buscamos como artistas, y sabemos que nuestro público espera eso mismo de nosotros, como hacen nuestros mercaderes y coleccionistas, una "imagen" viva que cambiará y evolucionará, como está destinada a hacer cualquier fisonomía. Steve Afif, como la mayoría de nosotros, solía trabajar de esta manera, como prueban sus dos exposiciones anteriores en esta misma galería.

Ahora, imaginad que llegado cierto momento en la vida, el artista, este hombre, pierde la fe en lo que es y en lo que ha hecho, en lo que se espera de él, en todo este extraño asunto de la producción artística: las expectativas que nosotros mismos asumimos como artistas y aquellas que sentimos que nos han asignado los otros. Un día determinado, debido al aburrimiento o a la frustración, a la pura melancolía, sentado en su sofá mientras la tarde del domingo cae sobre la ciudad, con los periódicos esparcidos por doquier, empieza, pongamos por caso, a observarse la mano, fijándose en cómo envejece o en un ligero temblor que no había notado antes. O quizás se examina el corazón, y se percata de cuán diferente suena su latido, y se da cuenta de que también su corazón ha cambiado, ha envejecido y ha quedado marcado. Algo sorprendido, observa que su forma actual no se parece a la que creía haber modelado, y parece desligada de la creación formal que le ha ocupado y de la manera en que ésta debía haber modelado su aspecto y su consciencia como hombre.

Observándose, percibe una extraña sensación textil que desprenden sus sentidos y se da cuenta de que los dibujos cohesionados que han conformado su cuerpo y su mente, su misma sustancia, se están deshilachando. Las puntas de los hilos empiezan a asomar en algunos sitios: la forma se está deshaciendo. Y entonces, con cierta exigencia, intenta nivelar esos bordes indecorosos y mantener el dibujo en su lugar. Pero cuando tira de un cabo aquí y de otro allí, todo su ser empieza a deshilacharse, se deshace y aparecen otros nudos, otros cabos, colores. ¡Éste no es el hombre por el que se tenía! ¿Es posible que no sea más que un muñeco de trapo compuesto de cabos anudados e hilos coloreados?

Pero a pesar de esta desfiguración tirante, el muñeco de trapo es un artista; su mente y su sensibilidad siguen trabajando. A medida que desenmaraña los hilos, va sacando acontecimientos recientes entrelazados con placeres pasados, recuerdos personales enredados con titulares de periódico, imágenes de la muerte y el miedo mientras pasea bajo un sol veraniego, el apremio del trabajo y la seducción de la ociosidad. Y se da cuenta de que éste es el único trabajo que puede hacer: registrar esta confusión, que es a lo que se reduce su existencia.

Los cuadros de esta exposición registran el disolverse de un hombre. Las imágenes, los paisajes, los amores, los engaños y los miedos, las esperanzas frustradas y la intensidad de la dicha, el pasado que se niega a desaparecer se enmarañan y forman al hombre mismo. La declaración de este artista ya no es ?Aquí es donde me encuentro ahora? sino más bien ?Esto es de lo que estoy hecho, esto es lo que me ha modelado así?.

En los últimos años, como si obedeciese a una extraña compulsión, Afif ha trabajado obsesivamente en esculturas que algunos encontraban desconcertantes e incluso manifiestamente desagradables. Consistían en enormes masas de cintas de cobre desiguales, soldadas, casi informes, como si hubiesen sido objeto de alguna colisión o compresión y evitasen las herramientas en las que se había basado su trabajo con anterioridad: el equilibrio, la elegancia de líneas, los contenidos insinuantes que oscilaban entre el erotismo y la perversión. Aquellas esculturas supusieron un acto de repulsión hacia esos ideales, una suerte de intento salvaje por encontrar su propio corazón, de fundir toda su experiencia y toda su fuerza en una masa indescifrable. Y estos cuadros nuevos surgen de esa masa indescifrable: el verdadero retrato de una vida intensa y emocionante, como las huellas que ha dejado el tiempo en su alma, su intuición de la soledad que padece como hombre.

Nosotros no podemos vernos con la claridad y la distancia que de nosotros pueda tener un desconocido perceptivo. Dependemos de fragmentos de visión, de relatos oídos por casualidad, de narraciones personales y colectivas, de nuestros amores y desafecciones cambiantes, de una instantánea, de un análisis de sangre. Estas pinturas son un compendio de pruebas contradictorias, a veces secuenciales y ocasionalmente fantásticas, de la vida de una persona, de la manera en que un hombre ha vivido su vida. Son inmediatos en cuanto a su ejecución y, a pesar de la aparente multiplicidad de hebras e hilos y de su desconcertante arbitrariedad, reclaman su espacio de manera individual e intensa. Algunas hebras desarrollan secuencias largas, otras son episódicas o nudos de sentimientos encontrados. Cada una abre toda una serie de asociaciones y requieren espacio, como si las paredes fuesen el paso del tiempo y nuestra mirada, de un cuadro a otro, hacia delante y hacia atrás, inventando los pasos y las conexiones entre ellos, fuese la acción necesaria a través de la cual reconfiguramos al artista que con placer y dolor se ha disuelto ante nosotros. Simplemente nos muestran la manera en que el tiempo ha ido tejiendo el tapiz de la vida de un hombre.

 

Victor Pimstein, Barcelona 2005

 

 


Imágenes de la Exposición
Steve Afif, Yeso III, 80 x 80 cm, 2008

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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