Me es muy grato presentar la exposición de Marta, conociéndola desde hace tiempo y sabedor de sus múltiples virtudes como pintora y como persona.

Como pintora debemos destacar su tesón y energía a la hora de trabajar y su gran capacidad para el dibujo y plasticidad y la elaboración de sus obras para conseguir un resultado de gran calidad y expresividad libre de condicionamientos y concesiones, convencida de que su pintura es fruto de lo que ella es y de lo que siente. Siempre podemos ver en sus cuadros a esa pintora sensible, preocupada por acertar en cada momento y acercándose a su ideal que no es otro que dedicarse plenamente a su profesión artística.

Como Gauguin asegura, el arte es abstracción, musical, intuitivo. El color y la forma que tan importantes eran ... en el maestro francés, también lo son en la pintura de Marta, que sigue investigando y apoyándose en la rotundidad de la forma y el color el fin y el objetivo a la hora de ver su obra terminada. La línea y el plano son protagonistas de una pintora que a veces parece acercarse a lo más primitivo y esencial.

Como nuestro citado Paul comenta: "El pintor de la naturaleza primitiva posee la simplicidad, el hieratismo sugestivo, la ingenuidad un poco desmañada y angulosa. Plasma a través de la simplificación, mediante la síntesis de las impresiones, que se subordinan a una idea general..."

En Marta son muy evidentes todos estos conceptos plásticos. Su amor por la pintura la proporciona la capacidad de transmitir y cautivar al espectador y con su maravillosa distribución de colores luces y sombras imprime su propia alma. Es la música del cuadro.