Descripción de la Exposición Luis Paltré es un pintor realista que lleva más de tres décadas capturando la fugacidad del tiempo, transformando en presente radiante lo que de otro modo sólo sería la ruina, el cadáver del tiempo, contribuyendo de este modo con sus obras, al prestigio de la pintura realista que ha permanecido más de lo que debiera, fuera de las grandes galerías de arte de vanguardia. La supuesta cualidad decorativa del realismo ha sido un ariete en ocasiones para descalificarla, pero no puede decirse que posean un valor ornamental esas latas vacías de gasolina, los periódicos amontonados, aquella servilleta de cuadros medio doblada o las motos desvencijadas listas para el desguace, antes al contrario es la obra abstracta la que posee un valor decorativo en sí misma. No está claro que la imagen realista de un cuadro se pueda aprehender tan fácilmente. En los cuadros de Paltré, la copa vacía, el libro abierto sobre el taburete, la silla dispuesta al sol, la deformidad de los zapatitos abultados por el uso, alertan sobre lo oculto bajo la piel de la pintura, dotando a los objetos de un intenso valor simbólico o metafórico que va más allá de la simple imitación de la naturaleza. Todos los días pasan por nuestra retina imágenes que por habituales ya somos incapaces de ver, Luís Paltré, tiene la facultad de saber verlas con la luz de la primera vez. Es como si sostuviera un espejo en sus manos y nos invitara a mirar lo que nos rodea. Su pintura es inteligible, variada en su temática y en sus mensajes: El paisaje humanizado, los secarrales del campo o los objetos cotidianos de sus cuadros, no son nada pintorescos en su sentido literal de dignos de ser pintados; no lo son los discos de tráfico amontonados en la parte trasera de una casa, ni los tractores, ni la infinita complejidad de unos libros alineados en la estantería, ni el portalón oxidado o el improvisado desorden de unos objetos vulgares sobre la mesa. Salvo excepciones, no suelen aparecer en sus obras las figuras humanas aunque sí sus huellas, son estancias de las que parecen haberse marchado las personas un momento antes. Paltré es un pintor con oficio, su creación es fruto de un proceso meticuloso y el resultado son obras armoniosas de luces claras y uniformes, sin estridencias, formas pulidas de pinceladas apenas perceptibles sin caer en el exceso de acabado, pero con una valoración del trazo que a veces llega a extremos increíbles como la fuerza que tiene el fino trazo brillante del lomo de un libro carmesí, el diminuto destello amarillo de una hebilla metálica o la luz fragmentada en el borde azul ultramar de un azulejo. Todas sus obras tienen el rigor de la maestría del dibujo, tan necesario en la pintura como un esqueleto que la vértebra, del dominio de las proporciones, del manejo acertado del color, en definitiva del reto que supone enfrentarse a lo que vemos y concretarlo en una obra de arte que exprese cómo lo sentimos. Su manejo de la luz y del espacio se puede valorar en los paisajes, donde los contrastes de luces y sombras están resueltos con una acertada elección de colores luminosos o apagados que modelan las formas. Son cuadros en los que predomina la mancha en campos cromáticos que delimitan las formas y dan fuerza a las composiciones, algunas de ellas de una magistral sencillez, resueltas con un equilibrio perfecto. Con una capacidad técnica privilegiada y una sensibilidad exquisita, Luís parte de la realidad cotidiana, los objetos más vulgares o el entorno más familiar para componer sus bodegones y convertir cada cuadro en una experiencia espiritual cuya contemplación nos sobrecoge y nos emociona por su austeridad compositiva, su perfección técnica y a un tiempo su carga sugerente y evocadora. Aunque todo pintor tiene sus temas preferidos, en los que se muestra más a gusto, no es Paltré un artista que se limite ni en la temática ni en el tratamiento técnico. Hace paisaje rural o urbano, bodegones e interiores de difícil clasificación, quizá por definición personal huye de la comodidad del camino transitado que lleva al encasillamiento y ahora nos sorprende con una última producción de corte dramático, luz artificial y temática ofensivamente realista y sin abandonar su pintura de interiores, está indagando en una serie de espacios humanizados y deshabitados, casas ruinosas que nos lanzan mensajes y nos alertan sobre la desaparición de un mundo ido.
Exposición. 14 nov de 2024 - 08 dic de 2024 / Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) / Córdoba, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España